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Preparados para el desastre

Por Luis Ángel Molinas. Todos los pronósticos catastróficos que se dieron acerca del “día después” no se cumplieron y tanto ganadores como derrotados pudieron continuar sus días en una relativa paz.

Octubre fue un mes movido para los argentinos, en medio de unas elecciones nacionales y una semifinal de Copa Libertadores entre los dos equipos más grandes del fútbol local. Las victorias de Alberto Fernández y de River nos dejaron, por sobre todo, una gran lección: todos los pronósticos catastróficos que se dieron acerca del “día después” no se cumplieron y tanto ganadores como derrotados pudieron continuar sus días en una relativa paz.

Primero, el superclásico. Tras la caída de Boca en El Monumental, quedaba el duelo de vuelta en La Bombonera. En los días previos, desde el Gobierno le pidieron a la Conmebol posponerlo para después de los comicios por temor a que haya incidentes que desfavorezcan su imagen a días de la votación. El recuerdo de la violencia vivida en Núñez,que llevó a jugar la histórica final de la Libertadores del año pasado en Madrid, fue evocado por muchas personas. Se rumoreaba que iba a reinar un clima hostil y violento, con un ataque al micro del Millonario como venganza en la previa del partido así como una reacción sumamente agresiva de los hinchas del Xeneize si su equipo terminaba perdiendo. Nada de eso ocurrió y la paranoia se esfumó entre los festejos del vencedor y el lamento, pacífico, de los derrotados.

Después, las elecciones. Ambos eventos, sin duda, paralizaron al país. Pero el terreno de la política se llevó todos los flashes, luego de los buenos números obtenidos por el entonces precandidato del Frente de Todos en las PASO. La tendencia se repitió en octubre y Alberto Fernández fue electo presidente, en lo que fue una dura derrota para el oficialismo, que también perdió la provincia de Buenos Aires a manos de Axel Kicillof.

Más allá de lo que pasó el domingo, las expectativas estaban puestas sobre lo que pasaría el lunes, con pronósticos de un posible desastre. Se temía que el dólar, que había aumentado luego de las PASO, terminara de explotar y su precio se elevara por encima de los 100 pesos. Hasta se presagió que el oficialismo no iba a reconocer el resultado y que los conflictos de la llamada “grieta” se iban a acentuar recién comenzada la transición, luego de la poca diferencia entre los principales candidatos.

¿Y que tuvimos? Sí, hubo aumentos en alimentos básicos y en la nafta (entre otros) y más allá del refuerzo del cepo cambiario, el dólar aumentó poco pero no explotó. La crisis económica no se acentuó a niveles comparables con años en los que tuvimos graves conflictos sociales. Además de nuestra experiencia como país, también sentimos en el presente los problemas que atraviesa Chile, en donde hubo varios muertos por la represión y terribles escenas de violencia que conmovieron al mundo, a raíz de decisiones del Gobierno similares a las que tomó nuestro.

Y lo más importante: se dio el encuentro entre Alberto Fernández y Mauricio Macri, con foto incluida, para iniciar la transición de la manera más pacífica posible, en un claro gesto de madurez democrática de los que no estamos acostumbrados.

Algo que debe parecernos normal resulta totalmente inédito. Es la Argentina en la que vivimos: donde los pronósticos aterradores casi no se cumplen, pero siempre creemos en ellos hasta el final. Así pasamos nuestros días: parece que siempre debemos estar preparados para el desastre y la catástrofe, aunque no sucedan.

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