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La pandemia, la incertidumbre social y la aceleración de los tiempos de furia

A un par de meses de la partida del 2020.

“La Furia” viene afectando, con celeridad y sin pausa, el estado emocional de los argentinos. Cada vez son más recurrentes las situaciones donde vemos que se despliegan una enorme ira o la explosión del enojo o la violencia contra algo o contra alguien. En su condición “normal”, la furia es una respuesta que damos los individuos ante la percepción de un peligro, una amenaza, o un daño sobre nosotros o sobre nuestro entorno.

Durante su exposición ante foros multitudinarios que se crean en redes en forma espontánea y en los cuales se debate sobre la crueldad de esta actualidad que nos toca padecer, el Licenciado Daniel Dauría, Psicoanalista y Empresario funerario de La Matanza, sostiene: “Si bien son muchas las causas que pueden desencadenar la ira, esta interminable pandemia hoy se presenta como uno de sus impulsores más concretos y directos, especialmente ante un panorama de incertidumbre sostenido por más de 200 días. Mientras el enemigo invisible ataca sin parar, los contagios aumentan, las cifras de muertes crecen, los servicios sanitarios en las provincias no tuvieron las mejoras que se realizaron en Buenos Aires y en CABA y el aumento en la curva de contagios preocupa a todos los Gobernadores. El panorama es absolutamente preocupante. Y si bien el Presidente Alberto Fernández analiza sin pausa la posibilidad de activar el “Botón Rojo” para paralizar nuevamente la actividad, frenar la circulación comunitaria y el avance del coronavirus, también se sabe que el agotamiento de la población lo torna imposible”.

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Y agrega Dauria: “Las consecuencias de la violencia son moneda corriente, las escenas de muerte se vuelven tan cotidianas que van mermando nuestra capacidad de asombro. Asesinan un chofer a quemarropa arriba de su colectivo, apuñalan a un Policía de la Montada a la vista de todos, en una picada automovilística arrebatan la vida a un niño, aumentan diariamente los femicidios, grupos de vecinos casi linchan a un delincuente al lado de su cómplice muerto, el grooming, la violencia a los ancianos, la sinrazón brota en una Argentina violenta”. 

Pero Dauría nos refiere que “también existe una violencia que no se puede ver aunque tiene miles de rostros y se trata de la pobreza, la indigencia, la falta de oportunidades y la ausencia de equidad que deja a miles de jóvenes y niños a la deriva. La brecha tecnológica, el acceso a la conectividad y la falta de clases presenciales también contribuyen al clima de violencia y desesperanza. El importante rol docente como figura que guía, y acompañamiento falta en este contexto disruptivo. La violencia crece desenfrenada y no hay sistema integrado como el SISA (sistema integrado de Información sanitario Argentino) para precisar sus estragos”.

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Y es allí donde Daniel Dauría, como profesional de la salud mental y, además, por haber trabajado toda su vida como empresario funerario con el dolor y la muerte, pone el acento en lo que la pandemia nos está dejando.  

“La violencia mata pero también genera  daño psicológico y lesiones, muchas irreparables. Sin embargo, la violencia se puede prevenir, necesitamos trabajar sobre intervenciones que resulten efectivas. Mientras no entendamos que se trata de un tema de salud pública, que requiere vital atención, vamos a seguir expuestos a un aumento del  riesgo. Definir el problema, identificar las causas y factores de riesgo son los primeros pasos a una escala de intervenciones efectivas”, sostuvo.

Para finalizar Dauria, que fue recientemente postulado a “Ombudsman” (Defensor del Pueblo) de La Matanza, subraya que: “Son muchos los temas que preocupan a nuestra nación y que encabezan la lista de prioridades en la agenda diaria, pero dejar la violencia liberada, nos expone ante un peligro inusual. Mientras vamos librando la gran batalla al Coronavirus, a su vez, en forma sigilosa rebrota la violencia que nos deja impávidos ante los estragos de su furia”. 

La línea 144 contiene y asesora ante todos los tipos y modalidades de violencia descritos en la ley: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, simbólica, política, doméstica, institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica, mediática y en el espacio público, pero a veces es demasiado tarde y es allí que percibimos que posponer las acciones para erradicar la violencia, es sin dudas una de las peores violencias, porque las intenciones hacen a las consecuencias.

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