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Simulación del relanzamiento

Para empoderar a Alberto Fernández.

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com

Previa
La culpa es del otro

“Fin de año es la eternidad”, confirma la Garganta.

Funcionaba, para eficacia del relato, la idea de relanzar el gobierno de Alberto Fernández, El Poeta Impopular.
Y empoderar al presidente durante los festejos del 17O.

Aunque no había nada para festejar.
Pero tampoco había nada concreto para relanzar.

Las reservas del Banco Central son negativas.
“420 millones de dólares abajo”.

Cuesta desmentir a los traficantes de angustias existenciales.
Aseguran que ya, para financiar la carencia, se recurre a los encajes.
La versión se extiende con desesperación.

“No es tan grave”, confirma el optimista. “Se puede recurrir al swap con China y hacer 5 mil palos para tirar un tiempo”.

La confianza se extinguió. Sumada a la mediocridad paulatina.
Sólo se puede acudir al buen pretexto de la maldita peste.

El relanzamiento es entonces hacia la Nada.
Una simulación para cumplir. Constar en actas.

Muestra el fracaso que comparte el antiperonismo con el peronismo.

Juntos, bulliciosos, envueltos separadamente en banderas.
Con la certeza de saber que la culpa es siempre del otro.

Carolina Mantegari

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Libia -estado fallido-, tiene 140 tribus principales.
Con el mérito implacable del terror, Gadafi las pudo contener, durante décadas, en relativo equilibrio.

La frivolidad de la primavera árabe culminó con el asesinato brutal de Gadafi.
En adelante Libia tuvo una condena peor. Categoría caótica de desastre.

Argentina no es un estado fallido. Aunque suele tentarse con la atracción imantada del vacío.

Tiene más bandas que tribus.
Las mayoritarias bandas de la etnia peronista empoderan, sin gran convicción, al presidente Fernández.

Reconfirman el apoyo a la penúltima invención de La Doctora.
Eficaz como táctica electoral. Ineficaz para la monotonía de gobernar.

El presidente es un presentable peronista urbano. Blanco, moderado. Docente y trovador.
Líder unánime del partido PARTE. Discípulo bastante aventajado de Eduardo Valdez, El Puf.

Tal vez no sea aconsejable, para un país tan prejuicioso, ser empoderado por los fragmentos del sindicalismo actual.

La multiplicación de la miseria fulminó el atributo de la producción.
La clase trabajadora dejó de ser la columna vertebral para transformarse en una prótesis involuntaria.

Los gobernadores también lo empoderan. Con la tecnología del silencio. Estampados en la pared.
Por obligación federal, deben forzar los excelentes términos con el poder central.

Como lo empodera también algún intendente, aquí llamado mini gobernador.
O la banda del padecimiento social institucionalmente organizado. Agrupación Evita.

Pero lo empodera a Alberto también La (Agencia de Colocaciones) Cámpora.
Organización clave que vertebra las diversas bandas minoritarias que componen el Frepasito Tardío.

Es la potencia de La Doctora que completa la adhesión de los desposeídos, y de los militantes esclarecidos.

La jefa de la etnia peronista, reconocida por las bandas rivales, aglutinadas todas en la sociedad blanca.

Aunque La Doctora sea selectivamente peronista.
A veces sí. O no. Cuando corresponda serlo.

Los Charoles y El Bandeja

En la simulación del relanzamiento se destaca el clan poderoso de Los Moyano.
Es el apoyo enfático de Hugo Moyano, El Charol. Y de Pablo Moyano, Charol Junior.

Manifiestan el fervor por Alberto mientras exhiben el temible vigor de kilómetros de camiones aparcados en la 9 de Julio.

Junto a otros heroicos sindicalistas. Alejados, o no mezclados, con los simuladores de Daer que administran el Salón Felipe Vallese.

Quedan afuera dos asociaciones de bandas críticas. Impugnadores de La Doctora que compadecen a Alberto.

Una banda depende exclusivamente de la espiritualidad de Luis Barrionuevo, El Bandeja.
Es el pulmotor del clan de Los Lavagna. Fuerza honorable que siempre amaga.

Clan blanco que lidera Roberto Lavagna, La Esfinge.
Grupo espiritual que contiene varios diputados. Pregona la palabra de Dios entre los pecadores del prostíbulo. Con sabiduría paternal.

El Bandeja mantiene una alianza indestructible con otro cacique que supo ser poderoso en Buenos Aires.
Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas). Pescador de tiburones, guardavidas, gobernador y presidente.

Duhalde es valorado por Guillermo Moreno, El Ferretero. Es quien sentencia: «No existe Kirchner sin Duhalde».

Entre los medios, y desde que dejó de ser funcionario de La Doctora, Moreno extiende su influencia política e intelectual.

La banda espiritual del Bandeja es completada por otro fragmento de sindicalistas respetables.

Como Carlos Acuña, el orador amigo que suele bailar en trencito en las fiestas de Barrionuevo.

Brilla la banda, aparte, por la inmanencia de dos solitarios peronistas culturales. Dos pensadores.

Julio Bárbaro, el ensayista de “Peronismo, el recuerdo que da votos”.
Y Carlos Campolongo, De Moño. Luce en la docencia con la habilidad del panelista televisivo. Hasta que fue vetado por el Peronismo de Consorcio (otro clan).

La Hégira

La restante tribu de la etnia peronista aún no fue estudiada por el teórico Alejandro Horowitz.

Se concentra alrededor de Miguel Pichetto, Lepenito.
Es el último peronista que cruzó la frontera.

Pichetto es como Alcibíades, el estratega ateniense que condujo las tropas adversas de Esparta (contra Atenas).
Volvió como segundo jefe de la gran banda rival. La de Mauricio Macri, El Ángel Exterminador.

Hoy Lepenito redescubre la identidad que nunca perdió.
Brinda un lugar de relevancia a los peronistas en desuso que se encuentran en excelente estado de conservación.

Son los valiosos peronistas de la tercera edad.
La hégira (o emigración) de Pichetto prueba que La Doctora no se destaca como conductora del peronismo.

No le interesó contener a la montonera de peronistas usados. Prefirió no utilizarlos, por portación de rencores.

Pero sí contuvo, para vencerlo a Macri, al Frente Renovador, que le aportó a Sergio, El Conductor.
Y al Randazzismo (sin Randazzo), que le aportó a Alberto.

Doble precocidad

En las protestas de fin de semana largo se percibe la precocidad del hartazgo.

Se movilizan los sectores relativamente independientes de la sociedad blanca que expresan el desprecio a La Doctora.

La tenían en la proximidad de los barrotes. Pero cuando se quisieron acordar, de pronto la maligna ganó las elecciones.

Entonces las bandas peronistas de Libia volvieron, junto al Frepasito Tardío, a acariciar los timbres del poder.

En el país del fracaso colectivo, el hartazgo precoz de la sociedad blanca se combina con el desgaste prematuro de Alberto y su gobierno.

Pero ánimo. Con perdonables síntomas de resignación, los simuladores lo acaban de empoderar.
Para relanzarlo. Vaya a saberse hacia dónde.

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