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El plan $: la estrategia de Cristina y la táctica de Alberto

La ley de emergencia es un plan de intervención dramática de la economía. Genera una multitud de dólares, una discrecionalidad amplia en la reforma del Estado y la potestad para fijar las remuneraciones de las prestaciones sociales.

La ley de emergencia es un plan de intervención dramática de la economía. Genera una multitud de dólares, una discrecionalidad amplia en la reforma del Estado y la potestad para fijar las remuneraciones de las prestaciones sociales.

Los dólares de Cristina y los dolores de Argentina

La presentación de la ley de emergencia económica está realizada a pedir de boca del FMI. Se paralizan muchas decisiones por 180 días, desde la nueva estructura tarifaria a la actualización de las jubilaciones. Se elimina el impuesto a la renta financiera en pesos, algo que Sergio Massa le exigió al gobierno de Mauricio Macri pero que le permite la derogación a Alberto Fernández sin mediar comentario alguno.

La ley de emergencia le da grandes atribuciones al gobierno para hacer a su propio gusto la estructura del Estado. El presidente podrá otorgar aumentos a su propio criterio para jubilados, con sumas fijas que generarían una gran distorsión en las actuales escalas. Esto termina en juicio, el problema es que muchos jubilados podrían no ver sus resultados, ya que su vida es finita, y litigar muchas veces tiende al infinito.

Esta presentación de un plan económico que pide pista por 180 días para generar cambios estructurales, y pone un impuestazo en Bienes Personales y retenciones es del agrado del FMI, ya que le permite asegurarse de que podrá cobrar a futuro el dinero prestado. Los mercados vieron con alegría el entendimiento entre el gobierno y el FMI, los bonos en pesos y en dólares registraron subas significativas. El plan de ajuste se puso en marcha, esta fiesta la pagan los privados.

El peronismo en el poder se anima a realizar lo que ningún otro partido podría hacer, un ajuste severo, con derrame en los sectores más bajos de la población, congelar decisiones por 180 días, pactar con el FMI y que los mercados suban.

El plan es una copia de lo que realizó Cristina entre los años 2012 y 2015, bajo la autoría intelectual de Mercedes Marco del Pont. Se busca pesificar la economía, no vía la seducción, todo lo contrario, se busca la intervención de la economía para que por ósmosis los actores económicos comiencen a pensar, soñar, ahorrar y proyectar en pesos, casi un deseo imposible en esta coyuntura.

El plan pone mucho énfasis en castigar la compra de dólares, por otro lado, se colocan una serie de impuestos en la economía para empujar a las conductas individuales a la compra de bienes nacionales. Lo que en verdad se busca es el cierre de la economía, la compra de bienes nacionales, perder competitividad y eficiencia.

Es imposible un gran crecimiento en la economía, si el gobierno impulsa el consumo en detrimento de la inversión y la exportación. Resulta difícil que podamos importar bienes de capital si castigamos con retenciones a los productos que migran del país al exterior. Hace 3 años atrás el gobierno invitó a que los argentinos exterioricen la tenencia de ahorros no declarados en Argentina y en el exterior, en la actualidad castiga a estos ahorristas con impuestos a la renta financiera y aumento desmesurado en Bienes Personales, diferenciando alícuotas para tenencia en Argentina y en el exterior. Casi una traición al blanqueo, que seguramente a futuro no será tan exitoso como fue en el pasado. Es una ilusión pensar que llegarán inversiones si prohibimos la compra de dólares y castigamos la remesa de utilidades al exterior. Nadie invertirá en ningún lugar que le prohíban remitir sus ganancias a su país de origen, o colocarlas donde le venga en gana.

El FMI fue muy permisivo con el gobierno de Mauricio Macri, y vuelve a cometer el mismo error con Alberto Fernández, solo quiere cobrar, a cualquier costo y forma.

Para pesificar la economía, el gobierno aprobó la brillante idea de un impuesto a la moneda extranjera, retenciones e impuestos internos que generan una variedad de precios del dólar, que son de una magnitud increíble.

 

Dólar mayorista                    $ 60,00

Dólar oficial                          $ 63,00

Dólar ahorro                          $ 81,90 (Dólar oficial más 30%)

Dólar turismo                        $ 81,90 (Dólar oficial más 30%)

Dólar Netflix                         $ 81,90 (Dólar oficial más 30%)

Dólar Bolsa                           $ 73,00

Dólar blue o informal           $ 75,00

Dólar contado con liqui       $ 75,10

Dólar soja                             $ 40,20 (Dólar mayorista menos retención del 33%)

Dólar trigo o maíz                $ 51,0 (Dólar mayorista menos retención del 15%)

Dólar carne                           $ 54,6 (Dólar mayorista menos retenciones del 9%)

Dólar petróleo                      $ 55,2 (Dólar mayorista menos retenciones del 8%)

Dólar queso                          $ 57,00 (Dólar mayorista menos retenciones del 5%)

Dólar futuro                          $ 61,06 (Dólar a diciembre de 2019 hay 9 más)

Dólar auto importado           $ 92,04 (Dólar mayorista más impuestos internos)

 

Podríamos seguir con muchos otros artículos más, lo que destacamos es que el dólar turista en $ 81,90 es un dólar mucho más elevado que el que teníamos en el año 2002. Sin embargo, la soja en $ 40,00 es un dólar similar al que teníamos en la convertibilidad. Una brecha del 100% entre ambos muestra la locura que es intervenir.

La intervención en el mercado de cambios hace que algunos sectores se vean perjudicados, como el turismo al exterior, la producción de materia prima agrícola, la exportación de carnes y otros productos alcanzados por la retención. Los autos importados tendrán un precio muy elevado en pesos, aunque en dólares es muy relativo.

La contracara de estas medidas, es que el precio de las materias primas en el mercado interno debería bajar, crecerá la venta de productos nacionales y el turismo local aumentaría notablemente ante el encarecimiento de viajar al exterior.

Argentina recibirá más turistas, esto ya se nota en los precios de algunos servicios y venta de indumentaria en sectores estratégicos de Capital Federal, en muchos casos prohibitivos para un argentino con sueldo medio.

El plan económico lo podríamos bautizar Cristina 2012 recargado. Es un plan pesificador con mayor intervención del Estado, controles más fuertes y cierre total de la economía. La ideóloga es Mercedes Marco del Pont que es la ministra de economía en las sombras, lo demás son cargos formales.

No existe en el mundo un plan económico con tantos precios para el tipo de cambio, y no vemos posibilidad de éxito con tantas restricciones por delante. El plan es a pedir de boca del FMI, los bonos y acciones tendrán una suba muy interesante, porque vía la gran presión tributaria al sector privado tienen esperanzas de cobrar.

La estrategia del plan es de Cristina Kirchner, la táctica de Alberto Fernández, una inversión de roles en lo formal, pero políticamente refleja el poder con el cual el peronismo ganó las elecciones.

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