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Una por una, las pruebas que incriminan a Matías Benicelli en el juicio por Fernando Báez Sosa

El joven tiene hoy 22 años. Fue reconocido por varios testigos por su característica forma en la que usaba su cabello en el momento del crimen. Cuando se llevaron a cabo las pericias, la sangre de la víctima estaba impregnada en su camisa.


El asesinato de Fernando Báez Sosa paralizó a todo un país por la violencia con la que fue cometido. El joven, que se había ido de vacaciones junto a su novia y varios amigos, recibió una golpiza por parte de un grupo de rugbiers en las inmediaciones del boliche Le Brique, en Villa Gesell. Matías Benicelli fue uno de los agresores involucrados y uno de los primeros en ser reconocidos por los testigos que estuvieron en el establecimiento bailable aquel fatídico 18 de enero de 2020.

El joven de 22 años había asistido al lugar con sus compañeros de equipo y no tuvieron reparos en atacar de forma bestial a la víctima: los golpes de puño y las patadas le provocaron un paro cardíaco producto del shock neurogénico inducido. Al mismo tiempo, Fernando había sufrido un grave traumatismo de cráneo que complicó aún más la situación. Benicelli, que se destacaba por su peinado con rodete, fue captado claramente por las cámaras ese día.

Después de que los oriundos de Zárate consumaran el asesinato, arribaron a un McDonald’s cercano para esperar novedades: en base a diversos chats que se viralizaron en las redes sociales, se supo que los ocho homicidas tenían pleno conocimiento de que el ataque había dejado al adolescente sin signos vitales y que había tenido que ser reanimado de inmediato.

Si bien durante el juicio los imputados dijeron que no sabían que habían asesinado a una persona y que en realidad se enteraron de la tragedia al día siguiente cuando la policía los fue a detener, la realidad es que hay varias conversaciones que acreditan que estaban al tanto de todo.

De hecho, un peritaje de ADN que se llevó a cabo en junio de aquel año, los dejó a todos muy complicados. Por ejemplo, se encontraron rastros genéticos de Blas Cinalli, uno de los rugbiers, bajo las uñas de Báez Sosa. A su vez, el informe dio cuenta de que había sido hallada sangre del fallecido en la camisa de Matías, que también estaba mezclada con la del propio asesino.

Un amigo de Fernando, que no quiso dar a conocer su nombre pero que fue identificado como T.D., declaró en la causa y fue uno de los que intentó ayudar a la víctima, pero quedó en el suelo tras la golpiza. De todas formas, una vez que pudo escapar, logró cruzarse con Benicelli, al que reconoció por su corte de pelo. “¡A ver si volvés a pegar, negro de mierda!”, aseguró que gritaba el joven.

Durante el debate, Tomás D’Alessandro fue el testigo que volvió a reiterar esa terrible frase y quien también relató como varios de los rugbiers lo golpearon.

Las cámaras de seguridad del municipio permitieron mostrar a los zarateños en la entrada del restaurante Ciprianny, que está ubicado a tan solo 25 metros de la escena del crimen, en la misma vereda. Poco después de las 4.30 de la madrugada, Benicelli abrazó a otro de los rugbiers, en un gesto más que estremecedor. A las horas, los atacantes comenzaron a tomar dimensión de los hechos.

Por ello, después de haber contado detalles vinculados a la golpiza a su círculo íntimo en Zárate, Matías los retó por haberlos difundido: “Eu, dejen de lorear. Ya lo dijeron, porque hay uno que preguntó qué onda, que por qué nos peleamos. Dejen de flashear”. Su rol de arengador había quedado claro en aquellos mensajes por WhatsApp.

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