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Tragedia de la ruta 2: la escuela recibió a las familias para darles apoyo psicológico

Luego del accidente, el colegio continúa de duelo. 

Luego del trágico accidente en la ruta 2, la Escuela Primaria N° 41 de Benavídez continúa de duelo con una jornada para los padres que necesiten apoyo emocional y psicológico.

Las clases seguirán suspendidas hasta nuevo aviso, en recuerdo de Delfina Del Bianco (11) y Mía Soledad Morán (12), las dos nenas que murieron en el accidente.

En la puerta de la institución, ubicada en la esquina de Brasil y General Conesa, este lunes quedaban aún los restos de las ofrendas de velas, ya derretidas, que dejaron familiares, conocidos y vecinos durante el duelo comunitario que se hizo el fin de semana en recordatorio de las víctimas.

Los primeros padres comenzaron a llegar a las 10 de la mañana para reencontrarse, darse apoyo y planificar como seguirá la educación de los chicos en las próximas semanas.

Uno de los primeros en llegar fue Martín, vecino y ex docente de la escuela, que se acercó para "ayudar a las maestras, los chicos y los padres a sobrellevar todo esto".

Los vecinos y padres alumnos de la primaria aún están muy conmocionados. Algunos no pueden creer que el chofer del micro tenga chances de quedar libre. "Acá nadie tiene la culpa. El chofer dijo que no tiene la culpa. Pero hubo un nene que estuvo ahí que dijo que el conductor iba durmiendo". Y después agregó que él tiene miedo de que su hijo vuelva a viajar en micro. "Yo ahora no estoy tranquilo", comenta.

Fermina, madre de Agustín, que va a cuarto grado de esa primaria, también se acercó a dar su apoyo los padres de los chicos accidentados. "Me afectó bastante lo que pasó y a mi hijo también porque conoce a una de las nenas que falleció. Esto es terrible. Espero escuchar en la reunión de hoy un poco de aliento".

Un poco más tarde comenzaron a aparecer los padres de los alumnos del accidente, que explicaban el motivo de la reunión de este lunes. "Venimos a ver cómo vamos a seguir con todo esto, cómo va actuar la escuela, cómo va ser el proceso con los chicos y también para pedir colaboración por los chicos, los que están más afectados", dijo Norma, cuyo hijo estuvo en el accidente.

Sobre la salud de su hijo, la mujer contó que al principio no hablaba nada. Estaba muy enojado. Pero ahora "está bien, con heridas leves". Y que "anímicamente, a medida que va viendo el progreso de sus compañeros, con fotos que se mandan por mensaje en las que ve cómo se van recuperando, él va mejorando anímicamente".

Norma cree que lo mejor sería que los compañeros "comiencen a juntarse entre ellos y hablar". Y sentenció: "Creo que la escuela ya está, para nosotros ya terminó el ciclo".

Después llegó Camila Giménez, que estuvo en el accidente, junto a su mamá y a su hermano Agustín. Llevaba puesto un cuello ortopédico y una férula en el brazo izquierdo. No quiso hablar con la prensa y se metió rápidamente en la escuela. Agustín, su hermano, contó que tenía el brazo quebrado y un esquince en la cervical. Dijo que la "está pasando bastante mal" y que "le está costando dormir". Él prefiere no hablarle sobre el accidente porque le "trae recuerdos dolorosos" y a veces le "agarran ataques de llantos porque aún está asumiendo lo que pasó".

Cristina Armoa, titular de Mapalvi (madres y padres en lucha por la vida), también estuvo presente en la reunión para acompañar y aseguró que para prevenir estas tragedias "hay que cumplir con las normas, que ya están pero que nadie las respeta por eso hay que hacer mucha concientización".

El viernes, los familiares y vecinos despidieron a las víctimas del accidente en un abrazo simbólico a la escuela. "Esto es un duelo, un dolor muy grande y lo tenemos que sobrellevar porque todavía hay niños internados", dijo Jeanette Linares, directora de la escuela 41 Vera Peñaloza de Benavídez, quien encabezó el acto en apoyo a los heridos y homenaje a las dos víctimas, que eran parte del contingente de 44 alumnos y 6 adultos que viajaban hacia Mundo Marino, en San Clemente del Tuyú.

Linares detalló que un grupo de docentes acompañó a las familias en el entierro de Delfina y Mía, en el cementerio municipal de Benavídez. Las chicas habían sido despedidas, ese día, unas horas antes por sus familias en dos salas velatorias de Pacheco y Benavídez, por separado y en la intimidad.

Muchas personas se acercaron al colegio para sumarse al "abrazo simbólico".

"Todos nos conocemos, son compañeritos, gente del barrio", explicó Juan Carlos a TN,  papá de Joaquín, que no viajó con sus compañeros porque su mamá "tuvo un presentimiento" y no quiso que se sumara a la excursión a Mundo Marino.

"Es muy duro para él ya que son compañeros, que ahora gracias a Dios, muchos ya están regresando a sus casas", añadió Juan Carlos.

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