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Eduardo Belliboni

Sin trabajo, vacunas ni alimentos, no hay "quedate en casa" que valga

El autor plantea que las movilizaciones populares, como la del 27 de abril pasado, expresan la bronca que crece con el ajuste que aplica el Gobierno, al mejor estilo de los llamados gobiernos "neoliberales".

En los últimos días, desde el presidente Alberto Fernández al ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, han venido insistiendo en la necesidad de un resguardo de la población frente al impacto de la segunda ola de Covid que castiga a nuestro país.

Especialmente se han dirigido a las movilizaciones populares que, como la del 27 de abril pasado, expresan la bronca popular que crece con el ajuste que aplica el Gobierno, al mejor estilo de los llamados gobiernos "neoliberales".

En esa ocasión trabajadores ocupados y desocupados confluyeron frente al Ministerio de Trabajo para reclamar lo que las centrales obreras -CGT y CTA- no hicieron en la reunión del Consejo del Salario Mínimo reunido ese mismo día.

Un reclamo imprescindible, ya que el salario mínimo determina los niveles de pobreza y los programas sociales, que quedaron por debajo de la indigencia, igual que las jubilaciones mínimas.

No nos podemos mostrar sorprendidos entonces cuando seis de cada 10 chicas y chicos son pobres, más del 40% está por debajo de la línea de pobreza, o sea ¡22 millones de personas! y 4,7 millones ¡son indigentes!; es decir, no pueden alimentarse.

El nivel salarial y de ingresos no para de caer y eso además de ser un crimen social, reduce el consumo de alimentos, afectando la producción y aumentando la recesión.

La explicación a este cuadro hay que buscarla en la política económica del Gobierno, que pone en primer lugar el ajuste de las cuentas fiscales, al servicio del pago de la deuda externa. Sin ir más lejos, el Gobierno se apresta a pagar en este mes 2.400 millones de dólares al Club de París, sin que importe la pandemia ni la cifra de contagiados y muertos que deja esta catástrofe.

El ajuste en marcha esta cuidadosamente elaborado desde la aprobación del presupuesto nacional en diciembre, cuando se aprobaron gastos a la baja en relación con la inflación real, lo que lógicamente achica el gasto en todas las áreas del Estado; se eliminó además el IFE.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, se vanagloria de haber bajado el déficit en 6 puntos: lo pagamos con más pobreza, más indigencia, menos salud y menos educación.

La pretensión de que en este marco los trabajadores que sufrimos el ajuste no salgamos a reclamar es sencillamente una impostura o mirándolo de otra forma, será que por la rebelión de nuestros hermanos colombianos estarán recordando la famosa frase que dice: "Pon tus barbas a remojar cuando veas a tu vecino las suyas cortar".

Las luchas de los trabajadores de la salud en Neuquén cortando rutas por semanas, la de los docentes de Capital contra la presencialidad anti-sanitaria y las movilizaciones del movimiento piquetero independiente son muestras de que las movilizaciones callejeras, ¡los piquetes y cortes de ruta siguen siendo un método valido para enfrentar el ajuste!

Para quedarnos en casa necesitamos medidas sociales concretas, auxilio económico a los que no pueden trabajar, asistencia REAL a los comedores populares, vacunas para los esenciales y para el conjunto de la población: sin esas medidas elementales, los trabajadores seguiremos reclamando en las calles.

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