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Pandemia silenciosa que avanza en cuarentena

Mientras el mundo está en pausa con sus problemáticas latentes, crece el número de víctimas por violencia de género.

El mundo en pausa con sus problemáticas latentes. Crece el número de fallecidos por el Covid 19, pero también el de víctimas de violencia de género. Una es invisible y silenciosa con focos de infección. La otra, es callada e invisibilizada con marcas de dolor. Amenazan con un elevado poder de agresividad. 

Los ojos de todos están puestos en el avance y letalidad de la enfermedad respiratoria cuyas víctimas ya se cuentan por cientos de miles. Pero, se olvidan de otra pandemia con altos niveles de impunidad que lleva siglos de historia.

Entre el 1 de enero y el 29 de febrero de 2020, se produjeron 63 asesinatos de mujeres, según la medición del observatorio “Ahora que sí nos ven”. Una muerte cada 23 horas. En los primeros días de marzo, la estadística resultaba obsoleta. Los crímenes de Micaela (25), Guadalupe (8), Octavia (39) y Agustina (17) en los primeros tres días del “Mes de la Mujer arrojaban una víctima cada 14 horas. Estadística que se actualiza hora a hora y expone que la violencia de género ha sido y sigue siendo una de las manifestaciones más claras de la desigualdad, subordinación y relaciones de poder ejercidas por el modelo patriarcal.

Femicidios en cuarentena

Durante los días de aislamiento, las llamadas de auxilio se incrementaron. Según los datos del Ministerio Público Fiscal, desde el 20 de marzo hubo 279 denuncias por violencia de género en fiscalías de la ciudad

El 70% de los femicidios ocurren en manos de parejas o ex parejas. Se trata de mujeres víctimas de quienes dijeron amarlas. Conforme a los estudios de diferentes Observatorios, el 23% se cometió con arma de fuego, el 18% con arma blanca, el 14% a golpes, el 11% quemadas y un 6% por asfixia.

Romina Ruíz Díaz, de 36 años, fue asesinada a puñaladas en su en su casa de la localidad de Los Pozos, Cañuelas, pocas horas después de que el presidente, Alberto Fernández, hiciera el anuncio en cadena nacional del inicio de la emergencia sanitaria ante la pandemia del coronavirus. Nuevas víctimas… Lidia Britez (47), el 14 de marzo en La Pampa; Pilar Riesco (21) el 17 en Pompeya; Susana Melo (53) el 21 en Ingeniero White, Bahía Blanca; Lorena Fabiola Barreto (32) el 22 en Puerto Libertad, Misiones; Verónica Soule (31) el 23 en provincia de Santa Fe; bebé de 2 meses el 26 en Puerto Iguazú; Florencia Micaela Soto (27) el 26 en Neuquén. El 28 de marzo se encontró el cuerpo de Claudia Repetto en Mar del Plata luego de que los propios familiares encontraran prófugo a su homicida. Ese mismo día, también asesinaron a una niña de 2 años en Lules Tucumán. El femicida se había peleado con la madre, cometió el crimen en venganza y se suicidó. Datos escalofriantes en medio de una lista sin fin.

Ruidazo federal. Expuestas y aisladas junto a sus agresores

Las epidemias de la historia reflejan impactos diferenciales y al mismo tiempo, fortalezas en relación con las mujeres. Entre 2014 y 2016, el ébola; entre 2015 y 2016, el zika. 

Aprendizajes que exigen una respuesta con perspectiva de género porque en toda crisis sanitaria se acentúan las desigualdades y el riesgo de violencia se incrementa en espacios de aislamiento. El confinamiento de millones de personas es la particularidad de un virus que se contagia por contacto. También implica una respuesta de emergencia.

El código del barbijo rojo es un grito de auxilio en clave ante la restricción social. Funciona en las farmacias barriales donde los empleados descifran el pedido como señal verde para gestionar la comunicación con la línea 144. La gran batalla consiste en naturalizar otro camino, un desafío en que el miedo es el primer paso a conquistar.

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