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La pirámide que genera riqueza

* Por Marcelo Ebaum. Ustedes podrían sentirse identificados, en la Argentina de hoy, con una pareja en que ambos aportan al ingreso del hogar, tienen una edad que oscila entre los 40 y 60 años, tienen hijos y por qué no nietos.

Ustedes podrían sentirse identificados, en la Argentina de hoy, con una pareja en que ambos aportan al ingreso del hogar, tienen una edad que oscila entre los 40 y 60 años, tienen hijos y por qué no nietos. Como muchas parejas, ambos dos tienen actitudes diferentes respecto del dinero. Posiblemente, a usted como mujer lo que más le preocupa es la "seguridad" de la riqueza familiar, mientras que su principal objetivo como hombre sea el crecimiento futuro y asegura que está dispuesto a correr riesgos para obtener ganancias futuras.

La emoción dominante en estas mujeres es el "miedo", que las impulsa a insistir en la seguridad, mientras que el caso de los hombres, la emoción dominante es la "esperanza", que los motiva a destacar el potencial. ¿Existe alguna manera de reconciliar estas emociones contradictorias de forma tal de poder armar la "cartera de inversiones familiar" respetando la tolerancia al riesgo de ambos y cumplir los objetivos financieros planeados? La respuesta la podemos encontrar en lo que podemos definir como la "pirámide de la riqueza". La pirámide está estructurada para atender las necesidades asociadas a la seguridad, potencial y aspiración. En la base se encuentran los valores diseñados para ofrecer seguridad a los inversores. Estos incluyen fondos de plazo dijo o de dinero, certificados de depósito a plazo fijo, oro y nuestro siempre bien ponderado "Washington inmaduro", que se refleja en el color verde de la divisa norteamericana. En el siguiente nivel de la pirámide están los bonos. Este nivel sirve para que los inversores destinen inversiones particulares para alcanzar metas específicas. Un ejemplo sería comprar un bono para financiar la meta de brindar a los hijos una educación universitaria que venza al comenzar dicha etapa. En el nivel inmediato superior de la pirámide están las acciones y los inmuebles, de los cuales se espera que se aprecien y tengan potencial de prosperar.

En el pináculo de la pirámide se ubican las inversiones más especulativas, como las acciones de commodities y los billetes de lotería, que se adquieren con la esperanza de tener una oportunidad de volverse rico. En palabras de Robin Pope (1983): "Después de decidir dedicar una fracción de los fondos del gasto familiar a comprar un billete de lotería semanalmente, las amas de casa sueñan, desde los 19 hasta lo 99 años, que se convertirán en millonarias después del siguiente sorteo". Otros llaman a esta porción "inversiones de dinero loco". Para los no tan atrevidos, mi recomendación sería mantener la parte especulativa de una cartera de inversiones por debajo del 5 por ciento. La distribución de la riqueza entre los otros estratos de la pirámide surgirá de la interacción de la fuerzas relativas de la esperanza, miedo y aspiración, existiendo por lo tanto tantas combinaciones posibles acorde a la necesidad de cada persona. Para aquellas personas que son más tolerantes al riesgo y que disponen de tiempo suficiente para conseguir sus objetivos financieros deberían destacar las acciones en su mezcla. De optar por esta opción, las dos reglas generales serían: a) la proporción de acciones a tener surgirá de restar 100 menos la edad (si se tiene 40 años, se debería invertir 60 por ciento del ahorro en acciones) y b) siempre cuando se esté a más de cinco años de la meta a cumplir. Ahora, cuando una meta financiera está al alcance de la mano, el miedo y la aspiración se combinan para favorecer una estrategia más conservadora en donde se ponderen más los bonos y los depósitos a plazo fijo en distintas monedas.

Usted define en qué parte de la pirámide se quiere ubicar. Lo que no debemos olvidar es que la palabra "crisis" viene del griego "Krisis" y este del verbo Krinein, que significa "separar" o "decidir". Por su parte para los chinos tiene dos significados: peligro y oportunidad. Por esta razón, puedo afirmar que esta "crisis" como tantas otras es un momento de cambio o ruptura para tomar una decisión sobre cuál camino escoger: el del "peligro" o "miedo" o el de la "oportunidad" o "esperanza". Al fin y al cabo es una decisión personal.