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La imagen de Alberto Fernández

Aquí haremos un breve recorrido sobre su valoración durante los últimos nueve meses y un análisis de la relevancia presente y futura de estos números.

En las últimas semanas se conocieron datos de distintas encuestas sobre el nuevo gobierno. Todas coinciden en que Alberto Fernández obtiene un fuerte apoyo y su imagen personal registra los niveles más altos.

Aquí haremos un breve recorrido sobre su valoración durante los últimos nueve meses y un análisis de la relevancia presente y futura de estos números.

La semana posterior al 18 de Mayo, día que cambió la vida de Alberto y el rumbo político de nuestro país, su imagen personal estaba en torno al 40% positiva. Luego, la semana previa a las PASO había ascendido a 44% y el 27 de Octubre ya superaba el 50%. Por último, al inicio de su gobierno había vuelto a crecer y se ubicaba en el 53%. Un mes más tarde alcanzó el 57%. Es decir, lleva un recorrido de ocho meses consecutivos de crecimiento, tiene más imagen que votantes y si todo marcha bien podrá seguir subiendo unos puntos más.

Respecto del primer mes de gestión, el mapa de la opinión pública puede resumirse en dos partes que ocupan un 60% de aprobación frente a 30% de rechazo (más un resto indiferente, fluctuante o sin opiniones formadas). Aunque no es tan sorprendente ni tan nuevo: son los mismos valores que durante 2019 tuvo la gestión de Mauricio Macri, obviamente de manera inversa.

Sobre el 30% podemos decir algunas cosas. Muestran una aversión irremediable que se afirma en una identidad política con alto componente anti-peronista o anti-kirchnerista. Además, los dirigentes con los que se sienten representados y los medios con los que se informan no tienen una postura amena ni paciente con el nuevo gobierno. Alberto no podrá encontrar allí más que rechazo hacia él, las figuras que integran el gobierno y sus medidas.

Sin dudas la opinión pública es oscilante y no alcanza con tenerla a favor para gobernar. Pero permite ampliar los márgenes de maniobra, ya que una buena parte de dirigentes y formadores de opinión mantendrán un mínimo grado de cautela: saben que atacar sin buenos fundamentos a un líder con esos niveles de aprobación puede dejarlos en off-side. A excepción de que busquen representar al 30%.

Ahora, una salvedad importante: como afirmaron algunos especialistas, es cierto que no estamos ante niveles distintos a los del arranque de todos los Presidente. Números similares tenía Macri al inicio de su gestión. Sin embargo, existen diferencias significativas entre ambos mandatarios.

Macri construyó su imagen sobre bases que inevitablemente iban a diluirse en el mediano plazo: expectativas altas y promesas que no se cumplirían. Peor aún, en la práctica, todos los indicadores sociales y económicos retrocedían mensualmente.

En cambio, Alberto parece ser consciente de que no debe cometer los errores del macrismo de creer que el triunfo electoral indica un cambio de época, ni suponer que la comunicación alcanza para suplantar los déficits de la política.

De acuerdo a los gestos que realizó hasta el momento, construye su imagen sobre bases sólidas y en contraste directo a Macri, sin hablar de herencias recibidas. Plantea expectativas realistas. Muestra sensibilidad y cercanía: hoy las preocupaciones de las mayorías coinciden con las prioridades que traza el gobierno. Además, a diferencia del ex-presidente -que batió records vacacionales- exhibe una gestión con mucho trabajo de parte de todo su gabinete.

En adelante, su prioridad no deberá estar puesta en seducir al segmento que lo rechaza, sino en endurecer los apoyos que ya reunió, para obtener respaldo ante decisiones que afecten intereses y enfrentar las crisis que podrán presentarse en el futuro.

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