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"Jugando" a delinquir

A la vista de muchos, donde está el Obelisco, dos menores de edad manejan réplicas de armas con total destreza: empuñan, martillan y apuntan. Como si fueran reales. Como si se estuvieran preparando para robar.

No ocurre de noche en un lugar desierto y abandonado. No se ocultan de nadie. No les importa qué pasa a su alrededor. Dos menores de edad se pusieron a jugar en plena Plaza de la República (donde está el Obelisco) con dos réplicas de armas: empuñan, martillan y apuntan. Como si fueran reales. Como si se estuvieran preparando para robar.

La gente que transita a esa hora, numerosa por cierto, mira de manera atónita como uno de ellos parece enseñarle al otro, más pequeño, de no más de ocho años, como sostener un arma. Así como una clase escolar, donde verdaderamente tendrían que estar, el mayor, vestido de azul, con campera amplia deportiva y pantalones del mismo estilo, muestra destreza al manejar el arma que, a la vista de cualquier ojo no entrenado, pasa por auténtica, según infirmó Crónica.

La martilla apuntando hacia abajo, como lo hacen los que saben, la sostiene con sus manos como si efectivamente debiera mantener su objetivo en la mira. El más pequeño, de jeans y camisa clara, lo observa con detenimiento y, como si se tratara del mejor alumno de su clase, repite lo que el otro chico le muestra. Y devuelve el ejercicio con mayor precisión: no apunta al horizonte como su "maestro".

El niño ya aprendió lo básico y accedió al próximo paso. Le apoyó el arma directamente abajo del mentón.

Quien habló sobre el tema fue el psicólogo especialista en Minoridad, Jorge Garaventa (M.P. 5603). "Aún sin tener la certeza de que estos chicos estuvieran efectivamente jugando, la realidad es que no hay diferencia: la marginalidad en la que viven, tarde o temprano, los empuja al delito.Abandonados a su suerte en un espacio público, armarse es la lógica en la que se manejan", explicó.

Para el especialista, la escena es el reflejo de lo que los niños en situación de calle viven a diario. "Para ellos, armarse es algo cotidiano, algo que encuentran en su realidad. Transitan una destrucción moral desde muy temprana edad", indica en relación a la carencia de valores. El cuadro se complica aún más si se tiene en cuenta que, probablemente, esos chicos también consuman algún tipo de droga. "El paco y la marihuana anestesian la percepción de los riesgos y los peligros a los que se exponen. Los chicos están huérfanos de recursos", sostiene.