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El concepto de escena en la Medicina Legal (primera parte): donde todo y nada son lo que parecen ser

Trataremos de arrojar luz sobre información que lamentablemente por desconocimiento, y a veces en forma tendenciosa, se trata como una verdad revelada.

“… no hay huella sin contacto, ni contacto que no deje huella…” (Edmond Locard, fundador de la Criminalística Moderna, segunda década del siglo XX)

En este artículo, hoy trataremos de arrojar luz sobre información que lamentablemente por desconocimiento, y a veces en forma tendenciosa, se trata como una verdad revelada, y las ciencias que componen la Criminalística moderna, además de no trabajar solo en campo sino también en laboratorios con diversos grados de complejidad, relativizan estas “verdades”, al punto que desde el sujeto que busca informarse puede bucear en un sinfín de palabras, siendo que lo mismo, cuando se llega a la instancia, puede ocurrir con los actores del Poder Judicial tendientes a la aplicación de justicia.

La mal llamada “escena del crimen”.

No siempre la escena del crimen es necesariamente eso, inclusive podemos citar que resulta si no en una minoría, en una amplia cantidad de casos. Esta escena del crimen, si no fue tal, tampoco fue escena del hecho, o, si lo fue, el hecho es en realidad un hallazgo, que es un evento distinto, no obstante de magnitud sustancial. Básicamente, podemos definirla como el lugar donde se produjo el delito, y donde de acuerdo a lo expuesto arriba en la definición de Locard, se van a encontrar la mayoría (o no) de objetos pasivos de ser muestra para estudio, y si lo hay, cadáver o cadáveres que pueden estar en diferentes estados acorde al tiempo que haya transcurrido desde el evento muerte hasta su hallazgo, temperatura, humedad, inmersión, sumersión, ambiente abierto o cerrado, exposición a los medios (entre ellos fauna del lugar) y una larga lista más de etcéteras que van a determinar qué integrantes del equipo de Criminalística son necesarios o requeridos en el lugar.

Todo esto resulta muy vigente para una determinación, dado que, por ejemplo, tanto un cadáver como un arma o un valor dado pueden ser hallados en lugares muy diferentes a los de la escena del crimen, convirtiendo el lugar en una escena de hallazgo y desconociéndose durante toda la Instrucción del caso, inclusive en su elevación a Juicio.

 

La “invasión” de la escena.

Existe un morbo muy particular en la población general tanto como en el periodismo de entrar a la escena como si entraran a su casa, sobre todo por ver un cadáver, un arma, la recolección de muestras, etc. Ahora bien, si Ud. tuvo la mala suerte de pisar en la vereda excrementos del perro de algún vecino desaprensivo, entraría a su casa tan tranquilo?. Si ve un letrero de contramano o de calle sin salida, o reparaciones en la calle, entraría con su auto sin más preocupaciones?. En mis años de experiencia como médico legista (promoción 2003 del Colegio de Médicos de La Plata) y casi 10 años en Policía Científica (1999- 2009), le podría responder que evidentemente SI, la gente ingresa, y acá el primer problema de la Criminalística: siguiendo a Locard, uno siempre deja algo y se lleva algo, acaba de contaminar la escena, y de ello se debe dar cuenta a la justicia.

Me resultan más graves todavía dos cosas, una de las cuales la voy a graficar desde mi experiencia como perito: cierto día, se produce un homicidio sobre una avenida, por lo cual la misma es vedada al tránsito, como el acto fue dado en el contexto de una persecución con el uso de armas de fuego por parte de la Policía tanto como de los delincuentes, uno de ellos, abatido, se hallaba en el medio de la calzada y a aproximadamente 80 metros de la esquina cortada, y rodéandolo, Juez de Garantías, Fiscal, Jefe de Departamental y resto de oficiales jefes o superiores. Suele estilarse que independientemente de la jerarquía, el médico legista sea el que dirija, al menos en lo formal, el equipo de investigación. Cuando me acerco a la cinta del perímetro, el agente a cargo me indica que no puedo ingresar, taxativo. Vuelvo a identificar al equipo y a mi mismo, y le pregunto quien impartió la orden, habiendo sido uno de los que se hallaban cerca del cuerpo. Pido los datos del agente en consigna, y en forma posterior, le ordeno que en la medida que fuesen saliendo, identificara a cada uno de los presentes, con ficha dactilar y huellas del calzado, debiendo conseguir para tal fin una resma de hojas y tinta para sellos: me miró como si estuviera loco. Como no procedía, le reiteré la orden de servicio, la cual el comunicó al grupo de funcionarios, en menos de 5 minutos mi celular no paraba de sonar, y a todos les di la misma respuesta: “se contaminó la escena y no nos dejan ingresar”. Inmediatamente salieron, insultaron un poco pero fueron identificados, y después de algunas semanas, el asunto se diluyó. Sin embargo esta medida me “salvó” en el informe para la Instrucción y luego en el Juicio Oral, porque describí la contaminación y acredité a los responsables, adjuntando al informe Pericial todos sus datos e identificación lograda. Son los gajes del oficio… y puedo citar cientos de casos, como el “encuentro antes que los dueños la pierdan” por parte de un oficial de una pistola Luger 7.65 mm. con insignias nazi grabadas. La documentación del arma, el sumario administrativo y la causa penal pacificaron el asunto.

El otro problema son los periodistas. Si no contaminan la escena, adquieren tomas a través de zooms de altísima potencia y resolución o drones, brindando el espectáculo circense, y lo peor, analizan, elaboran hipótesis, tesis y conclusiones (y me refiero a casos específicos y nombres específicos) a través de la imagen obtenida y reportajes a los presentes (siempre presentes) mirones del trabajo ajeno, el cual en nuestro caso debiera ser si no secreto, al menos discreto. Incluso en nuestro caso, nosotros más de una vez no podemos lograr tal asertividad en el lugar, porque requerimos del laboratorio y de la morgue.

Estimado lector, deje la televisión prendida para que el ruido le haga compañía, pero no crea todo lo que le dicen…

La escena en la práctica diaria, los casos que nos impactaron.

Ángeles Rawson: claramente, el hallazgo de su cuerpo se trató justamente de eso, un hallazgo. Después de un peregrinaje del cuerpo en el camión recolector de residuos, donde se le agregaron cosas y se le fueron otras (por pensamiento lógico de la criminalística), y la escena de hallazgo fue destratada y maltratada por parte de los peritos, por ejemplo, no había razón de un examen visual ginecológico en tal lugar, y el mismo se halla documentado. No se aisló ni preservó el cuerpo de los residuos circundantes, y hubiera resultado procedente embolsar el cuerpo y los contenidos periféricos de la cinta transportadora para su análisis en un entorno controlado como la morgue. La fotografía forense en la escena de hallazgo resultó deficiente, dado que tiene reglas propias para lograr una toma que sea informativa y de validez legal.

 

Alberto Nisman: una vergüenza del equipo de peritos de la Policía Federal. Entran con una llave aportada por la madre del occiso, la fiscal entra con ropa de calle, sin botas de protección (igual a este punto ya no tenía relevancia, dado que el equipo de peritos bajó vestido con sus trajes de protección del vehículo que los llevó a Le Parc, así que todo lo que trajeron desde que se vistieron con los trajes de protección lo dejaron ya desde la entrada, y subieron otras cosas, relevantes o no, al piso 13 donde vivía Nisman), limpiaron y descargaron la pistola en el lugar del hecho, borrando lo último que pudiera haber sobre ella de deflagración, y en las manos de Nisman se encontró un patrón de cobertura parcial de la superficie externa de la mano, pero como no se hallaron restos de mercurio, los restos de bario y antimonio no acreditan deflagración del fulminante: error, muchas fábricas de municiones a nivel mundial han dejado de usar mercurio por la toxicidad en las plantas de fabricación. En este caso sí el lugar de hallazgo es la escena del crimen, con un ministro (en aquél momento) Berni, que deambulaba del lado interno de las rejas del complejo y con ropa de calle, y tomando en cuenta el supuesto de ingreso de personas que pudieran ir al piso 13, esa parte era constituyente de la escena del crimen al igual que las cocheras, donde se habían ido las custodias policiales luego de Nisman les pidió que abandonen el piso, con una pequeña observación: dada la masa de concreto sobre ellos, por efecto de “jaula de Faraday”, no tenían cobertura ni celular ni de radio.

También falló el Laboratorio del Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que respecto de muestras destinadas a Toxicología, tomadas en la operación de autopsia, arrojó resultado negativo para todo tipo de droga de abuso; la revisión de la prueba por Toxicología de Gendarmería Nacional reveló la presencia de ketamina, un anestésico disociativo que además de alucinógeno, torna a la persona en un estado de “robotización” o mecanización de sus capacidades cognitivas y por ende, facilita la inducción eventual a la comisión de un acto dado, de allí su uso, entre otras drogas, para facilitar las violaciones.

 

Santiago Maldonado: a juzgar de los dichos in situ de que casi todos sabían algo pero nadie había visto nada, se deberían guardar la referencia y el sentido común para comprender que un cadáver no nada corriente arriba de un río a casi un mes de haber desaparecido y/o fallecido. Se está instando la revisión de la pericia de Gendarmería Nacional por parte del Ministerio de Seguridad de la Nación, por lo cual y por el momento, me abstengo de seguir comentando sobre el caso. Quizás tenga la posibilidad de opinar oportunamente sobre dicha revisión, si es que se realiza.

 

Conclusiones.

La escena del crimen/ del hecho/ del hallazgo deben ser el espacio “sacro santo” donde se preserve lo que hay, sin sacar ni introducir nada ni antes ni durante el trabajo, en función de los principios enunciados por Edmond Locard, los cuales siguen plenamente vigentes

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