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El calvario de Vanesa, la mamá de El Noba y la premonitoria advertencia que le hizo a su hijo

La mujer pasó diez días viviendo en la puerta del hospital mientras el joven peleaba por su vida. 


El Noba murió el viernes al mediodía tras haber estado diez días internado en el Hospital de Alta Complejidad en Red El Cruce Dr. Néstor Carlos Kirchner, de Florencio Varela, luego de protagonizar un accidente mientras viajaba en su moto.

La noticia puso al mundo de la cumbia 420 de luto. “Desde la dirección del Hospital de Alta Complejidad en Red El Cruce Dr. Néstor Carlos Kirchner se informa: luego de realizar las evaluaciones requeridas para su certificación, lamentamos comunicar el fallecimiento de Lautaro Coronel, quién permaneció internado en la Unidad de Terapia Intensiva de Adultos de nuestra Institución, desde el 24 de mayo”, rezaba el comunicado de la institución médica.

Y sin dudas los ojos de todos, apenas se conoció la triste noticia, se posaron en ella, la guerrera que durante diez días se mantuvo firme al lado de su hijo: Vanesa Aranda, su mamá. “Salieron a decir que tenía muerte cerebral, que estaba muerto, y no, no es así, van a escuchar el parte, lo van a decir. Para mí, mi hijo no está muerto. Pueden dar los partes que quieran, yo ya lo sabia, le hicieron una tomografía y no salió bien, pero no significa que mi hijo murió. El corazón de mi hijo late mas fuerte que nunca”, contaba en un video casero horas antes del desenlace final.

En ese momento la mujer pedía cautela y mostraba una luz de esperanza: “Para cualquier mamá que me vea y escuche, sabe que mientras un corazón esta latiendo hay vida, que digan lo que quieran, seguimos manteniendo la fe y el amor que tenemos desde el primer día”.

Esa mamá corazón que apenas conoció la noticia del accidente prometió no volver a su casa hasta que no sea con su hijo e improvisó así, una larga vigilia para no alejarse de su lado. Consciente desde un primer momento de que la situación de Lautaro era complicada, se instaló en la puerta del hospital junto a un grupo de familiares, fanáticos y amigos. Sin embargo, cuando las temperaturas empezaron a descender y las noches se volvieron muy frías, uno de los colegas del joven, el músico Perro Primo, le llevó un motorhome para que pueda estar cómoda y a resguardo. Ya no hubo forma de que Vanesa partiera.

“No me voy a mi casa, estoy en el Noba móvil”, decía por esos días en una entrevista que dio para Socios del espectáculo en la puerta del hospital ubicado sobre la calle Calchaquí al 5400, en el partido de Florencio Varela. “A las seis de la tarde vienen todos sus amigos, mi familia, todos los que salen de trabajar y nos quedamos acá, juntos”, explicaba sobre la comunidad de amor que se tejió en torno al músico.

Allí desde una calle lateral, esperó partes médicos, atendió a la prensa y recibió el cariño de los seguidores del cantante, que le acercaban desde dibujos hasta abrigo, cosas dulces y termos con agua caliente. Desde esa vivienda improvisada, Vanesa también pidió por un milagro: que su hijo de 25 años salga del coma y vuelva a abrazarla. Que ese joven al que acunó y del que estaba orgullosa, pueda disfrutar por fin, y luego de tanto esfuerzo, de todo lo bueno que empezaba a llegar en su vida: su hija de 6 años; el éxito con la música y el sueño de la casa propia, esa que de a poquito había comenzado a levantar en un terreno que compró con el dinero que iba entrando por sus shows.

“Yo le hablo mucho, le hago llegar el amor que le dan. A la mañana y a la tarde puedo entrar, lo beso mucho. Fue un momento de mucha emoción cuando lo besé y se le cayeron las lágrimas, me apretó la mano”, decía conmovida hace unos días sobre cada uno de los encuentros con Lautaro. “Sé que él me escucha, entonces con mi marido le hablamos mucho”, agregaba.

La última vez que vio a su hijo con vida fue minutos antes del accidente que ocurrió en el cruce de Luis Braille y Solís, en Florencio Varela, cuando un Peugeot 308 impactó contra El Noba, quien iba en una moto a gran velocidad, sin casco y haciendo wheelie antes del siniestro vial. Según contó ella, el joven le avisó que se iba a cortar el pelo en su moto mientras que ella preparaba cosas para el cumpleaños de su nieto. “Me dijo ‘vengo y tomamos unos mates’. Pero yo pensé que iba en su camioneta. Cuando se subió a la moto, me dio su visera y yo le dije: ‘¡Ponete el casco!’. Me pegó el grito: ‘Ahí vuelvo, má, en un toque’. Salió sin casco y un rato antes de las seis me llamó su manager porque el choque fue a dos cuadras de su casa”.

Desde entonces, todo lo conocido por Vanesa quedó en pausa. Pidió vacaciones en su trabajo y ya no volvió. Días después, contó en los medios que es encargada en un edificio pero que sus jefes se enteraron recién cuando la vieron en televisión, los verdaderos motivos de su ausencia. “Si tengo que dejar de trabajar, lo haré, todo queda en segundo lugar, espero que entiendan que como mamá es lo que tengo que hacer” dijo y aclaró que “por suerte tuve el apoyo incondicional de todos, tanto de los inquilinos como los de la administración”.

Esta mujer, madre de tres hijos- Lautaro era el más grande y el único varón- es además, fanática de la pastelería. Desde su cuenta de Instagram, va llevando un registro de cada uno de sus trabajos dulces: tortas, golosinas personalizadas, budines y todo tipo de productos caseros. Uno de los sueños del músico, era ponerle una pastelería a su mamá, para que pudiera dejar de hacer tareas de limpieza y se dedicara de lleno a su pasión. “Él siempre me decía que me quería ayudar, me potenciaba a seguir adelante en mi proyecto. A su papá le regaló un caballo, que era el deseo suyo”, contó Vanesa sobre el autor de Tamo Chelo, que antes de pegarla con ese tema hacía trabajos de albañil y de delivery.

La solidaridad de El Noba la sacó de sus padres, quienes siempre por poco que tuvieran, compartieron con el resto de sus vecinos. En el barrio, todos rescatan esa actitud del cantante de cumbia y su familia: “Mi marido es garrafero y a veces venía y le decía: ‘viejo, ¿le damos una garrafa a esta persona? yo te la compro’. O venía y me decía a mí, ‘má, ¿le hacés una torta a una piba que cumple 15 y no puede festejar? Pero no le digas que la pagué yo’, porque él no quería que se enteren. Siempre estuve muy orgullosa de él”.

Su vida se apagó inevitablemente, el viernes al mediodía, y el desgarro de su familia será infinito. Su corazón dejó de latir pero su legado seguirá por siempre, en cada recuerdo, canción, en esa pequeña hija de seis años y en esa madre imparable, por la que El Noba luchó hasta el final.

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