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Diego Frenkel: ‘Nunca bajé un disco de internet’

*Por Nico Igarzabal. El ex líder de La Portuaria sigue como solista y sueña con hacer música para películas.

Diego Frenkel se toma un café en el bar de la calle... Arredondo. Pleno Colegiales. Muchas calles (y años) lo separan de Rodney, aquel piringundín de Chacarita que hizo famoso con La Portuaria en 1991 y al que volvió no hace mucho con David Byrne para grabar el clip de "Hoy no le temo a la muerte", el corte de Río (Pop Art, 2005). "Era un lugar anclado en el tiempo, tenía una magia particular: no suele haber un bar frente a la pared de un cementerio", recuerda hoy, mientras pide la cuenta. Frenkel se enorgullece: "Muchos años después lo compraron y lo convirtieron en un lugar de rock. Me alegro de haber contribuido en algo con la cultura argentina".

El cantante está atravesando su cuarta década en la música. Se fogueó en el under de los 80 con el grupo Clap ("siempre fui cauteloso con las drogas, vi caer mucha gente reventada"), saltó a la fama en los 90 con La Portuaria (¡seeeeeelva!), resignificó su importancia y la de su obra en la década siguiente, en plena era festivalera, y esta nueva década lo encuentra como solista. Ya en 1996 había editado un disco propio (Diego Frenkel) en un parate de la banda y en 2006 sacó, en paralelo, Música para bebés. Pero éste es diferente, es otra etapa de su vida, con 45 años y dos hijos.

"Después de La vaca atada [Pop Art, 2008], tuvimos un momento interno muy intenso por la vuelta de Christian [Basso] y fue el mejor final que podíamos tener: se cerró un círculo", recapitula el músico. "Pero después hubo un descenso energético fuerte y no se abrió la posibilidad de hacer algo nuevo juntos. Así que, fuera de todo el amor a la trayectoria del grupo, me arrojé al vacío a ver qué pasaba."

-¿Y qué pasó?

-De a poquito fueron apareciendo nuevas canciones que hablaban desde otro lugar. Me sentí, y me siento, en un momento de crecimiento artístico. Es un nuevo renacimiento en mí.

-¿Cuánto te duró el duelo?

-Casi un año. Hubo tristeza, pero esa crisis hizo que me reencontrara con mi interior. Ahí salió material para componer. No tenía ningún apuro, ninguna obligación por sacar un disco: lo hice porque es mi continuidad artística, mi sentido de la vida es hacer música.

-¿Qué fue lo que más te inspiró en esos momentos?

-Hay mucha inspiración cinematográfica en este disco, mucha relación con Hitchcock o Lynch y la serie Six Feet Under. Y también con discos clásicos, como Artaud, de Spinetta, y texturas de Pulp o Radiohead; la acusticidad de Robert Plant y Alison Krauss, el dramatismo de Bowie y hasta algo de Lisandro Aristimuño.

-Con él, de hecho, grabaste "Entre tus huesos". ¿Cómo se conocieron?

-Fue en el 96, cuando estaba presentando mi primer disco solista en la Patagonia. El tenía una banda de covers en Viedma, que tocaban "Llévame a lo hondo" y "Selva". Era muy chico y ya me llamaba la atención el potencial tremendo que tenía. Muchos años después, nos reencontramos en Buenos Aires y me invitó a cantar varias veces. Se fue gestando una relación. La idea era hacer un disco entero juntos; ojalá se dé en algún momento.

-Es curioso ese cruce generacional: vienen de épocas muy distintas...

-Tenemos una diferencia de quince años, pero en el plano musical no hay edad. Cuando los ves en un escenario a Caetano Veloso o a Robert Plant no considerás la edad que tienen. Me encanta nutrirme de generaciones más nuevas, empezando por mi hijo. Escucho a los que vienen después de mí, porque me parece que traen un punto de vista distinto y hay que valorarlo.

-¿Cómo ves al rock argentino actual?

-Bastante chato. Se apomeló mucho la cosa. La palabra "rock" está muy maltratada en Argentina. Se volvió un producto para adolescentes con poca cultura musical. Hay que darle una inyección de riesgo para que vuelva a crecer y a tener la fuerza de un género propio. Hay que transgredir y lograr que tenga más profundidad. Con mi nuevo sello, Odisea Records, quiero difundir a artistas nuevos de vanguardia.

-¿Qué opinás del download?

-No se puede ir en contra de los consumos masivos, pero yo apoyo que la música se pague. El disco es un objeto para toda la vida, un intercambio directo con el artista, y tiene un valor que me interesa sostener. Está súper bien lo que conseguís a través de internet, pero nadie me quita el valor de los discos y los libros.

-¿Alguna vez bajaste un disco?

-No, te juro. Me compro todo lo que puedo y no tengo las ansias de tener enormes cantidades de música. Me gusta disfrutarla, no necesito tener una biblioteca que no voy a poder leer en toda mi vida. Además, no me parecen caros los discos. Treinta o cuarenta pesos es lo que vas a gastar en una pizza y una cerveza con amigos. Hay que aceptar la idea de un objeto que tenga forma, peso, consistencia e incluso asumir que un objeto perece. Es el paso del tiempo.

-Sobre el paso del tiempo, ¿qué otras actividades tenés en tu vida cotidiana?

-Estoy produciendo bandas, doy cursos de producción vocal y estoy abocándome a hacer música para películas, porque es algo que amo. Mi cineasta argentina preferida es Lucrecia Martel. Hacer la música de alguna película suya sería un sueño.