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Crisis nutricional: los argentinos consumimos más gaseosas, pizzas y harinas y menos leche, frutas y carnes

El cruce de datos de distintos estudios muestra cómo en los últimos 20 años aumentó la participación de alimentos y bebidas con más calorías, y menos vitaminas y proteínas.

En medio de un contexto social y económico en el que aumenta la pobreza y es difícil acceder a una variedad de alimentos, además de los patrones de consumo que impulsan la obesidad y el sobrepeso, el 35% de los niños y adolescentes presentan malnutrición con exceso de peso.

El derrumbe del consumo de leche y sus derivados, que hoy se encuentra en los niveles más bajos de los últimos 30 años, fue tema de preocupación central en un reciente congreso del sector. Pero no es el único producto icónico de la mesa argentina que perdió participación en la dieta diaria de este país. También cayó en los últimos años el consumo de carne, y el de frutas y verduras no llega a la mitad de lo recomendado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Pero al mismo tiempo, la Argentina se sitúa como el mayor consumidor regional de gaseosas y jugos para diluir, cuyas ventas en los últimos tres años y medio cayeron menos que el promedio de la canasta básica.

Comparativamente, "también aumentó la participación de alimentos procesados de baja densidad nutricional (altos en calorías, pero bajos en vitaminas y proteínas), como pizzas, empanadas, sándwiches, facturas y galletitas”, comentó Fernando Vilella, director del programa de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de la UBA, durante el Simposio de Producción Sustentable, organizado la semana última por una importante empresa láctea.

“Si bien esta tendencia se vio exacerbada en los últimos años por la crisis, surge de cruzar datos del Centro de Nutrición Infantil (Cesni) con la Encuesta de Consumo de los Hogares (del Indec), a lo largo de dos décadas", agregó en diálogo con el diario La Nación.

Para Vilella, el empobrecimiento de la dieta argentina "tiene un componente económico, pero también inciden factores culturales, de estilo de vida y de educación".

En los últimos 20 años, treparon en forma alarmante la obesidad y el sobrepeso. De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) en 2018/2019, el 61,6% de los argentinos están excedidos en peso, en una proporción de 36,2% de sobrepeso y 25,4% de obesidad. En cuanto a la población infantil y adolescente, datos del programa Sumar, del ex-Ministerio de Salud, muestran que, en más de tres millones de chicos y chicas de 0 a 18 años de los quintiles 1 y 2 (de menores ingresos), el 34,5% presentan sobrepeso u obesidad. Asimismo, la malnutrición con sobrepeso es 4,3 veces más frecuente que la malnutrición con bajo peso (34,5% vs. 8,1%, respectivamente).

Para los estándares de la Organización Mundial de la Salud, los argentinos presentamos consumos elevados de azúcares y harinas refinadas, mientras que comemos muy pocos pescados (menos de una porción por semana, cuando se recomiendan dos semanales), legumbres, frutas y verduras.

Las carencias económicas y un estilo de vida apresurado, que obliga a las personas a comer fuera de su casa, atentan contra una buena nutrición. 

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