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Aborto legal, la deuda de la democracia que debería saldarse antes de fin de año

Siempre es el momento para reclamar por un derecho no reconocido para las mujeres desde hace varios años.

¿Estás a favor de la Ley del Aborto?




Diciembre, mes caótico de por sí, puede ser testigo, en este año complejo de pérdidas y crisis, de la reparación de una deuda de la democracia: la aprobación de la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), más comúnmente conocido como aborto legal, seguro y gratuito.

La Cámara de Diputados, más allá de algunos razonamientos y argumentaciones disparatados, ya cumplió con su media sanción. Ahora tan solo queda que el Senado, el recinto más complicado para dar el sí a esta ley, le dé cierre definitivo y apruebe la IVE de una vez por todas.

¿Era necesario tratar este proyecto legislativo a esta altura del año? Siempre lo fue, y no solo en 2020, también lo fue en años anteriores: es estúpido pensar que no se podría haber tratado antes porque había otras urgencias. Pero para eso hay diferentes entes estatales: para que se puedan resolver la mayor cantidad posible de problemas en conjunto o simultáneamente, sin esperar a que otras se resuelvan primero.

El no al aborto no puede ampararse en cuestiones metafísicas, ni vivencias personales ni en argumentos que incluyan a Dios: hay respeto a la religión, pero no que ellas quieran imponer sus principios y dogmas a los demás. Justamente la Iglesia Católica, que siempre que pudo se opuso a la ampliación de derechos: pasó con el divorcio, pasó con el matrimonio igualitario…

Tampoco podemos permitir que en plena televisión abierta una médica como Chinda Brandolino diga que “los fetos abortados se utilizan para elaborar las vacunas triples virales” y, además, que “las vacunas producen autismo en los niños y niñas”. Disparates que luego son utilizados como argumentos sin sentido por los que dicen llamarse “provida” (que de pro-vida tienen poco y nada, digamos también).

Que más concreto que el deseo de ser madre para quien quiera serlo, y de negarse a serlo cuando alguien así lo desee. Una discusión que hasta casi deja de lado a todo otro género, en especial a los hombres: que toda persona gestante pueda decidir si quiere tenerlo o no, y no que se le obligue a parir cuando no lo quiera. Todo lo demás es imposición.

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