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Violencia en el ámbito escolar

La pérdida de autoridad del docente y la ausencia de medidas disciplinarias propician la creciente inconducta.

La violencia en la sociedad ha pasado a ser consuetudinaria. Diariamente ocurren asesinatos a policías, agresiones en estadios de fútbol, amenazas con armas como las que padecieron los militantes de Barrios de Pie por parte de miembros del Movimiento Evita en Buenos Aires, con motivo del Día de la Memoria, o crímenes familiares, entre otros. A estos se suman las agresiones en las escuelas.

Lo sucedido en el Colegio Provincial de nuestra ciudad, donde un alumno de 13 años había llevado un cuchillo al aula, no puede ser un hecho más. Es imprescindible que se encienda de inmediato una luz roja de alerta en la conciencia de todos frente a la violencia que amenaza con hundir en un abismo de sombras y destrucción el espacio físico y moral en el que históricamente hemos siempre depositado nuestras más genuinas esperanzas: el ámbito escolar.

Las limitaciones de muchas familias para cumplir su natural tarea de contención, la influencia nefasta de los mensajes que emiten algunos medios, la falta o incapacidad de muchos adultos para poner límites efectivos al comportamiento de los niños o jóvenes y, por encima de todo, la ausencia de valores y referentes éticos en la práctica de la vida cotidiana figuran, sin duda, entre las causas de estos hechos sombríos y deplorables. El pésimo ejemplo que reciben los jóvenes cuando advierten que las acciones violentas no se castigan y que la impunidad en todos los niveles es la respuesta habitual de la sociedad frente al crimen o al delito contribuyen también a explicar la reiteración de estos episodios.

En el caso de las escuelas, es evidente que la pérdida de autoridad de los maestros y profesores y la ausencia de medidas disciplinarias o disuasorias -los clásicos premios y castigos- frente a los actos graves de indisciplina o de inconducta conforman un escenario propicio para que los actos de violencia se manifiesten y se reiteren. La problemática de la violencia escolar es un fenómeno que debe ser asumido de manera conjunta por gobiernos, autoridades educativas, docentes, padres de familia y los propios alumnos.

Es menester redefinir y fortalecer los principios morales y volver a creer en la educación como el valor fundamental de la vida, en un contexto de confianza en la importancia fundamental de la paz social, del culto al trabajo y de la plena vigencia de la libertad.