DOLAR
OFICIAL $816.08
COMPRA
$875.65
VENTA
BLUE $1.18
COMPRA
$1.20
VENTA

Una separación, traiciones, fama y venganza: la trama detrás de la caída del doctor Mühlberger

En medio del escándalo por su clínica sin habilitación legal hay una guerra por una separación de pareja que lleva años. Y una historia particular con Maradona.

La escandalosa detención del doctor Rubén Mühlberger habría tenido su inicio en una larga historia del “médico de los famosos” con su ex pareja Alejandro Pugliese. El vínculo terminó en un pleito de propiedades compartidas valuadas en más de seis millones de dólares, la clínica de los famosos cerrada y luego resurgida de sus cenizas. Y ahora cerrada otra vez.

Hubo habilitaciones dudosas, empleados que figuran cumpliendo una función y hacen otra, y un agujero negro impositivo que acaso cueste remontar. Igual que su ex pareja, el doctor Mühlberger -indagado este sábado durante cuatro horas y enviado a su casa con prisión domiciliaria- es monotributista. Un monotributista exitoso.

Además de los bemoles de una sobreexposición mediática que fue a su vez gloria, caída y resurrección, ésta es una historia de cómo alguien que está adelante de todo el mundo todo el tiempo puede ser casi invisible en los registros del Estado. A veces, la fama y los contactos anestesian los controles.

El doctor Mühlberger -60 años, idolatrado por famosos y no tanto, cultor del buen vestir, los perfumes y los autos importados- no es el primero. Ni será el último.

La bisagra del primer viaje de la gloria al abismo fue marzo de 2013, cuando tras una convivencia que para algunas fuentes fue de cinco años y, para otras, de siete, Mühlberger y Pugliese decidieron separarse.

No fue en buenos términos. Allegados a uno y otro cuentan lo mismo: que todas las propiedades de la pareja estaban a nombre de Pugliese desde que Mühlberger había tenido amenazas de demanda por mala praxis y había decidido -”por razones personales”, dice textualmente el acuerdo de división de bienes al que accedió Clarín- no tener propiedades a su nombre.

Pugliese vendió entonces por las suyas un departamento en Miami donde la pareja solía pasar algunos meses al año. Y el Porsche Cayenne -un auto deportivo cuyo modelo más económico arranca en los 180.000 dólares- con el que se movían por la Florida. Esa operación -con sospecha incluida de una infidelidad previa en la pareja- fue el preciso instante en que se encendió la mecha, dijeron fuentes judiciales que debieron resolver los sucesivos pleitos cruzados desde entonces.

Un poco antes de eso había aparecido en escena Pablo Pugliese, hermano de Alejandro y cuñado de Mühlberger. Según dos de las fuentes consultadas, Pablo y Alejandro comenzaron a utilizar el know-how de la exitosa clínica del doctor en una especie de sucursal fantasma habilitada en Puerto Madero, muy cerca del edificio Madero Center donde funcionaba La Rosadita.

Tenía otro nombre, pero la misma fórmula de canje con famosos -atención personalizada y gratuita a cambio de publicidad en la TV y las revistas del corazón-, recetas con fórmulas secretas para un cuerpo más joven y más sano y un halo de glamour imbatible en las vidrieras de la fama.

El glamour todo lo puede: hizo lucir apetecible hasta un promocionado “suero de berenjena”, irresistible para algunos pacientes en el marketing de la lucha eterna del cuerpo contra los años que se le vienen encima.

Fue en aquellos días cuando Pablo Pugliese se instaló en la clínica de su hermano y de su cuñado Mühlberger -por entonces llamada Body Láser-, justo cuando el doctor de los famosos comenzaba a tratar a su cliente top entre los top. Detrás de Moria Casán, Susana Giménez y Cacho Castaña, llegó Diego Maradona.

Maradona se sometía a largas sesiones de aquellos sueros mágicos para bajar de peso y renovar células vencidas. Cuentan quienes trabajaban muy cerca de la clínica en aquellos años que fue en algunos cruces con la ex mujer del futbolista, Verónica Ojeda, que el cuñado del doctor se acercó a ella primero por cortesía, después por curiosidad y más tarde para invitarla a salir.

No se sabe bien cuándo fue exactamente que la búsqueda de Pablo Pugliese dio resultado, pero en 2014 Ojeda, ya separada de Maradona, presentó a Pablo como su nueva pareja. Las revistas del corazón llamaban al cuñado del doctor Mühlberger “empresario”.

La relación duró unos meses, hasta que la propia Verónica declaró que habían cortado porque alguien le dijo que Pugliese “quería usar mi fama para postularse como intendente de Quilmes” en las elecciones de 2015.

Ojeda siguió su camino, Pugliese no fue intendente y empezó a reclamar propiedades en nombre de su hermano Alejandro y Maradona se fue a Bielorrusia para ser presidente de un club que lo paseó ante sus hinchas en un vehículo militar parecido a un tanque de guerra. Le regalaron un anillo de diamantes justo antes de que diera de baja el precontrato -ni siquiera llegó a asumir formalmente- y se fuera a dirigir a México. Cuando volvió de su experiencia en Sinaloa, regresó a la clínica de Mühlberger, esta vez con Rocío Oliva. Un día se cruzó allí con Charly García, recién llegado para un tratamiento de rejuvenecimiento integral.

Tras la pelea feroz entre Mühlberger y Pugliese hubo un acuerdo privado de división de bienes firmado el 4 de julio de 2014, cuando Body Láser ya estallaba en denuncias de ilegalidad, empleados en negro, maltrato y recetas medicinales de escaso sustento científico.

En la división de bienes con el médico, Alejandro Pugliese manifestó tener a su nombre un piso en Montevideo 1336 (donde se fue a vivir Mühlberger tras abandonar la mansión compartida en el country Abril de la localidad de Hudson), el departamento de Arenales 1360 donde funcionó la clínica de los famosos hasta la semana pasada, otro departamento en Guido 1962, cinco lotes con dimensiones de chacras en La Población -una bella localidad serrana en Traslasierra, Córdoba-, un campo en Merlo, San Luis, cuatro departamentos y nueve cocheras en el edificio de Arenales 1961, la casa en el country Abril y cuatro autos de lujo: un Mercedes Benz, un Audi A5, un Audi A3 y un Mini Cooper.

La propiedad y el auto deportivo en Miami cuya venta inconsulta desató la furia de Mühlberger ya no figuraban. Tampoco el departamento privado en el lujoso Hotel Faena que, aseguran los allegados a Mühlberger, en aquel momento usaba Pablo Pugliese para ir con sus conquistas ocasionales mientras gestionaba -presuntamente a espaldas del famoso doctor- la clínica paralela de Puerto Madero.

“Es un tipo difícil, muy desordenado con los números y con muchas denuncias informales de maltrato, pero también es el que construyó con su imagen y su trabajo ese éxito fenomenal que es la clínica”, contó alguien del entorno del médico ahora detenido.

Para esta fuente, los hermanos Pugliese “quisieron destruir” a Rubén Mühlberger -tras la separación escandalosa con Alejandro- y se propusieron cerrarle el sanatorio, su gallina de los huevos de oro.

Fue en 2016 cuando Pablo empezó a ir por los medios diciendo que la ex clínica Body Láser que el médico había reabierto como Klinik Mühlberger “es trucha”. Por entonces nadie le prestó demasiada atención.

La guerra final era por la mitad de esa propiedad, que en el acuerdo de división de bienes Alejandro Pugliese había puesto a la venta para poder pagar con eso las deudas de indemnizaciones de empleados despedidos y las deudas impositivas que tenía la desaparecida Body Láser. El doctor Mühlberger no sólo no la vendió sino que reabrió la clínica con su nombre. Los Pugliese empezaron a mandar decenas de cartas documento denunciando “usurpación” del médico y su desalojo.

Ironías del destino: al médico de los famosos le decían “okupa” luego de que él debiera desalojar a quienes habían ocupado el departamento de la ex Body Láser luego de que la cerraran la primera vez, tras la separación escandalosa y el cambio de nombre.

El problema con la falta de habilitación legal creció desde entonces. Había un expediente de habilitación de por vida en esa dirección para alguien que no era Mühlberger. Era una habilitación comercial del Gobierno de la Ciudad, pero tampoco estaba la otra que necesitaba para funcionar como sanatorio, del Ministerio de Salud de la Nación. Por eso la clínica fue allanada y clausurada el jueves. Mühlberger, además, tenía la matrícula de médico vencida.

La fama de Mühlberger había estallado una década atrás, cuando Moria Casán, jurado de Bailando por un sueño, contaba en vivo y ante una audiencia colosal, que ella se veía tan bien gracias al tratamiento “ortomolecular” del doctor Mühlberger. En boca de Moria, era una palabra de la picaresca de la revista porteña que bien podría haber dicho en el escenario del Maipo o en una película con Olmedo y Porcel, guiñando un ojo a cámara.

Fue un boom. Ortomolecular era más fácil de pronunciar -e incluso de recordar- que Mühlberger. Pero Doctor M es aún más fácil que las anteriores, y así le puso el médico a la página web de la clínica. Doctor RM. Sólo sus iniciales.

Allí aún se ofrecen viandas a domicilio “químicamente diseñadas para acelerar el organismo, perder peso, desintoxicar y fortalecer la zona intestinal”. Y se ve a Susana Giménez recostada en un sofá blanco, con un perro, leyendo “El cuerpo que quiero” del Dr. M. Fue este mismo verano, en su chacra de Punta del Este.

Otro título ofrece “El doctor Mühlberger en Involucrados, enterate de los secretos de la eterna juventud”, y lleva a un video donde el médico le cuenta a Mariano Iúdica las penurias de su infancia en Salliqueló, cuando era un niño obeso que sufría el bullying de sus compañeros. “Tenía 11 años y pesaba 98 kilos”, cuenta.

Ahí mismo promociona su libro -el que Susana lee en el sofá blanco- diciendo que va a editarse en México y que para él es un orgullo “porque no soy escritor, sino comunicador”. Quizá esa característica suya -más que la Medicina lisa y llana- sea la causa de su éxito arrollador entre los famosos. La TV es su hábitat, e incluyó programa propio en C5N. Lo comenzó en 2012 y se llamaba “El cuerpo del futuro”.

Tras su regreso con nombre propio en 2015, el Dr. M. volvió a la gloria de la exposición y los millones. Aún se ven en los comentarios de las redes pacientes suyos que lo elogian aunque recuerdan, para ser ecuánimes: “Me hizo bajar de peso, pero nunca me dio una factura”. No hablaban de productos de panadería.

En la resurrección, al doctor M. le aparecieron tempestades impensadas en el seno familiar, que incluyeron entredichos con su hermana Daniela -ella dijo en TV que él tenía “46 millones de dólares” y que la echó sin indemnizarla- y con su madre, una mujer que salió a denunciar: “Me quiere esconder, dice que vivo en San Luis y yo hace 25 años que vivo acá, en Luján”.

En su entorno resaltan: “Es un tipo bravo, pero lo que nadie puede negar es que todos vivían de él, incluyendo a su familia y a los Pugliese”.

El abogado de Pablo Pugliese que lo representó en los reclamos ante Mühlberger era Hugo Icazati, el mismo que luego apareció defendiendo al Sanatorio Berazategui, el sitio donde le amputaron la pierna equivocada a una mujer.

En 2016 este abogado fue defensor de Víctor Schillacci, condenado por el triple crimen de General Rodríguez, y fue baleado por desconocidos mientras estaba de vacaciones con su familia en Pinamar. Le dispararon 5 veces, y se salvó.

Después de la ruptura escandalosa de su hermano con Mühlburger y de quedarse sin Verónica Ojeda ni intendencia de Quilmes, Pablo Pugliese se apoyó en este abogado para pedir el allanamiento conjunto del Dr. M. y del cirujano plástico Aníbal Lotocki, a quienes acusó de robarle aparatos de estética valuados en más de 100.000 dólares. Lotocki estaba en ese momento en una playa del caribe mexicano con su flamante esposa. Aún debe afrontar un juicio oral acusado por mala praxis por otras famosas, o casi, como Silvina Luna y Virginia Gallardo.

El Dr. M. tiene entre sus pacientes a políticos y funcionarios judiciales que llegaban atraídos por su imán de larga vida sana pero sin canjes ni TV. Pagaban lo que fuera necesario por privacidad y ahora habría preocupación entre algunos de ellos para que no se filtre a los medios el contenido de las fichas médicas.

Mühlberger fue detenido el jueves por tener medicamentos vencidos, la clínica sin habilitación y empleados que presuntamente ejercían la Medicina sin ser médicos. “El acta del allanamiento lo firmaron siete personas que no eran médicos, y dos de ellos estaban con pacientes en ese mismo momento”, aseguró a Clarín un funcionario que participó del operativo.

La denuncia más grave, sin embargo, es la de una mujer que dijo que su padre murió en su casa luego de inyectarse los sueros en la clínica del Dr. M. “Le rompieron las venas”, aseguró. Habrá que probarlo.

Sugestivamente, Mühlberger inició el trámite para habilitar como “consultorio médico” a su clínica recién este 13 de mayo, justo el día anterior a que lo allanaran. Es difícil no pensar que alguien le avisó lo que se le venía encima. Junto con su local fueron clausuradas dos farmacias que le armaban los “preparados” con recetas genéricas, sin estar a nombre de ningún paciente en particular.

El Dr. M. pasó la última noche en una alcaidía policial y buscó al abogado Mariano Cúneo Libarona para una defensa que será, seguro, tan judicial como mediática. Después de declarar le dictaron la prisión domiciliaria por motivos de salud: había sido operado en marzo por un cáncer de duodeno.

Tras indagarlo, la fiscal Valeria Massaglia dijo que la falta de habilitación legal de la clínica para funcionar como tal "es un hecho incontrastable".

Mühlberger dejó escritos en su página web consejos espirituales para sobrellevar la angustia por el coronavirus: “¡Me siento superviviente! Los quiero”, se despide allí.

En su consultorio tenía un cartel que vendía magia: “Contamos con el antiviral para el Covid-19. El único nutracéutico con la cantidad de oligoelementos y vitaminas para bloquear los virus. Consultanos”.

Aun atendiendo en plena cuarentena, el Dr. M. parecía ofrecer acá nomás, en Recoleta, algo parecido a la vacuna que busca el mundo.

Entonces sí, quizá, alguien creyó que ya había ido demasiado lejos, y las viejas ráfagas de la metralla despechada de los hermanos Pugliese llegaron al blanco.

(Fuente: Clarín)

Dejá tu comentario