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Una ayuda del FBI

* Por Ricardo Roa. Pese al esfuerzo de muchos jueces honestos, la historia judicial argentina sobresale por su ineficacia. Por la carencia de recursos o la injerencia política, los casos irresueltos que deberían estar resueltos son apabullantes.

Y se debe a que los esfuerzos vayan a los grandes temas. Ejemplos sobran: desde los atentados a la AMIA y a la embajada de Israel hasta las coimas en Skanska y la valija de Antonini. Al final de miles y miles de fojas, el vacío.

Lo mismo que con el crimen de Nora Dalmasso. Casi 5 años después ninguna certeza, salvo que fue estrangulada.

Y poco más, como que antes había tenido relaciones. Pudo haber sido asesinada o muerta en un juego sexual.

Es una historia que toca realidad y fantasías de todos . Vecinos de un barrio exclusivo de Río Cuarto, los Macarrón eran una de esas parejas que viven en el disimulo. Representaban puertas afuera lo que no existía en realidad.

En el expediente aparecen amantes múltiples, infidelidades diversas y hasta extrañas transgresiones a la ley de las leyes que es la prohibición del incesto. El hijo, Facundo, está imputado en la causa. Pero nada está probado y no hay pistas firmes. De hecho, en el último año y medio ni una sola línea se ha agregado a la causa.

Ahora llega de los Estados Unidos un estudio de los ADN hallados en la escena del crimen (ver: Crimen de Dalmasso: llegó un informe clave del FBI). La Justicia debe recurrir al FBI por su confiabilidad.

Hay necesidad de cooperar, mal que le pese al Gobierno envuelto en la polémica por el avión norteamericano pesquisado en Ezeiza. Una denuncia ampliada con intención propagandística, incluyendo el rol del inefable canciller Timerman como inspector aduanero.

Nadie sabe si éste será un camino directo al asesino. Pero el caso tiene todos los elementos de una película. Sólo falta el final, que no llega.