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Un minuto de calentura y lo difícil de ser prófugo

El viernes por la mañana fue detenido Santiago Mazzini, el abogado que estaba prófugo desde el 4 de agosto, por haber atropellado y darle muerte al piloto de Aerolíneas Argentinas, Julián Giménez, luego de protagonizar una discusión de tránsito.


El hecho no debió de haber ocurrido nunca. Típica discusión de tránsito. Julián Giménez, piloto de avión, venía con una motocicleta y comenzó una discusión con el abogado Santiago Mazzini, que venía en camioneta Jeep Renegade, las diferencias subieron de tono, lo que derivó en un golpe del motociclista al espejo de la camioneta, y el abogado furioso y muy caliente, aceleró y embistió al agresor. Si quiso matarlo, no lo sabremos nunca, lo cierto es que el herido murió luego de agonizar 20 días.

El agresor se fugó luego del primer revés judicial. Seguramente, no lo imaginó nunca, pero pasó. Hoy se encuentra detenido y de seguro purgará una larga condena, no menos de 8 años. El homicida será padre en un mes. 

Se lo buscaba desde agosto de este año, cuando la Cámara de Apelación y Garantías, le negó una eximición de prisión. El fiscal, con mucha paciencia, decidió investigar y seguir a la familia del prófugo y no se equivocó, esperó el momento y el padre relajado en una charla telefónica dio la pista de donde se encontraba el prófugo: en los fondos de la casa del hermano, a escasos metros de la autopista Panamericana. Si Ud. quiere evadirse o esconderse, póngase a la vista de todos que difícilmente lo encuentren.

La casa donde se escondió está ubicada en Don Torcuato y fue allanada a las 6 de la mañana por unos 20 policías, que entraron de sorpresa rompiendo la puerta y el abogado Mazzini, que fue despertado abruptamente de su cálido sueño, se quejó por la virulencia del operativo diciendo “…No hacía falta romper la puerta, no soy un delincuente…”.  Yo le diría que es un delincuente y encima un cobarde, que no quiere afrontar las consecuencias de su minuto de calentura.

En el momento que escribo esta columna, se encuentra declarando, ¿qué dirá? “No quise matar a nadie”, “No era mi intención”, “Soy una buena persona” y cosas similares. Poco importa. Mató y se escapó cuando sabía que debería estar detenido durante el proceso judicial.

Como abogado, puedo adelantarles que el fiscal hizo un trabajo muy paciente y esperó el momento en que la familia se relajara e indicara dónde estaba y fue su papá, en una animada y relajada charla con otra persona. Esa persona fue quien dio la pista. 

Con semejante conducta difícilmente el homicida recupere la libertad antes del juicio, y casi sin temor a equivocarme, deberá enfrentar una dura condena a prisión. Con lo cual le recomiendo a Ud. mi fiel lector, que no se deje llevar por los impulsos, que de seguro ha de terminar mal.  

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