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Un escenario cargado de adversidades

La hiperexposición de los últimos meses ha puesto al vicepresidente Amado Boudou bajo una gigantesca lupa.

Su estrella en ascenso parece detenida. El llamado Caso Ciccone lo encuentra investigado por la presunta compra de esa empresa a través de testaferros. Cáusticas fuentes oficiosas del Gobierno juegan con la idea de cierta maldición de los Kirchner con sus vices. Daniel Scioli y el radical Julio Cobos lo sufrieron en carne propia. Ahora parece que le llegó el turno a Boudou, que no para de aparecer negativamente en las noticias.

No son días de buenas noticias para el vicepresidente Amado Boudou. Está comprobando en carne propia que no es nada sencillo jugar en las grandes ligas de la política nacional. Por definición, una vez que se accede allí se cosechan muchos amigos. Y claro, también afloran los enemigos; que por supuesto no son menores.

Para colmo el vice cultiva cierta pulsión al perfil alto, lo que ha incluido sus apariciones con la guitarra. Dicen en el kirchnerismo que en los momentos de campaña electoral sirvió para que "el proyecto nacional" se hiciera carne en algún electorado juvenil relativamente desapegado de la cuestión política.

Caía bien un compañero de fórmula de Cristina que fuera prácticamente lo contrario a ella, empezando por la cuestión estética y generacional.

La hiperexposición de los últimos meses ha puesto a Boudou bajo una gigantesca lupa que amplificó el impacto de sus reveses judiciales y políticos. Y alimentó el re-gocijo de los que nunca lo quisieron del todo en el entorno presidencial. El economista con pasado marplatense es el vicepresidente de la República hace sólo tres meses. Pero su parábola ha sido tan vertiginosa que ese breve período parece un siglo.

Dos etapas

Fue la rutilante estrella del oficialismo; aquel hombre que Cristina eligió para acompañarla en su último período porque le aseguraba lealtad.

Y que llegó con una historia corajuda en términos de gestión (hay que recordar que su cruzada para estatizar el sistema de jubilación privada fue la principal cocarda que le colgó la Presidenta); revistió un carácter emblemático por su estampa joven en un mundo -el del peronismo- con demasiadas caras conocidas.

Pero ahora, objetivamente, su estrella en ascenso parece detenida. El llamado Caso Ciccone lo encuentra investigado por la presunta compra de esa empresa -que imprime billetes, bonos y cheques- a través de testaferros; por su ostensible crecimiento patrimonial y por el posible tráfico de influencias para conseguir contratos millonarios con el Estado.

Fuentes kirchneristas aseguran que a la Presidenta la desquicia esta situación. Que el vice ha perdido aquel nivel de favoritismo en la Casa Rosada es un hecho que quedó plasmado días atrás cuando, a propósito de la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, Cristina le dedicó un frío saludo y ciertas alusiones desdeñosas.

Suena increíble pero un detalle así se cotiza como el oro en el mundillo cristinista dado el hermético estilo de mando de la jefa de Estado: todos leen este tipo de gestos de Cristina para evaluar su impresión sobre personas o situaciones.

Cáusticas fuentes oficiosas del Gobierno juegan con la idea de cierta maldición de los Kirchner con sus vices: Daniel Scioli, leal pero enfriado durante casi toda la presidencia de Néstor porque se atrevió a decir un par de cosas que no gustaron; y el radical Julio Cobos, elevado a la categoría de demonio luego de la famosa votación por las retenciones móviles.

Ahora el recién llegado Boudou, que no para de aparecer negativamente en las noticias.
Apresuradamente, esos que no quieren al vice deslizan la supuesta necesidad de una salida del Gobierno para blindar a la Presidenta. Algo impensado. Es no conocer a Cristina, quien se hizo personalmente responsable de su designación.

Internas
Aquella situación de agobio de Boudou es celebrada por sus adversarios internos, según admiten las fuentes K. Entre ellos el poderoso secretario de Comercio, Guiller-mo Moreno, casi un ministro de Economía, que arrastra viejas cuitas con el vice de cuando éste era jefe del Palacio de Hacien-da, donde aún mantiene influencia y gente propia.

Los casilleros de un Boudou debilitado, obligado al ostracismo, son más fáciles de apropiar para el hombre que decide los precios.

Se asegura también que otro que lo quiere poco es el muy influyente secretario Le-gal y Técnico, Carlos Zanini. Según el folclore K, "El Chino" hubiera preferido otro compañero para su jefa. Y después está la política. Boudou, ungido por Cristina para armar un polo de poder dentro del peronismo bonaerense, aparecía como una figura que, junto con el vicegobernador Gabriel Mariotto y el titular de la Cámara baja na-cional Julián Domínguez, había desembarcado en la Provincia para ejercer una suerte de marcación de territorio a Scioli, a quien algunos sectores ultra K miran siempre con recelo.