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Un 2012 que comienza complicado

Por Sabrina Corujo. El 2011 no fue fácil y, al menos en sus comienzos, el año próximo tampoco lo será.

La volatilidad -o incluso, híper-sensibilidad observada en más de un momento- y que fue característica en los últimos meses, seguirá siendo un rasgo distintivo. Por ende, la selectividad, como regla básica, continuará prioritaria a la hora de decidir un portfolio. ¿Por qué? En principio, por los mismos temas o variables que el mercado está monitoreando y deberá seguir haciéndolo. Es más, no será válido en este aspecto el concepto de vacaciones.

En lo externo, tres ejes hay que observar, aunque vale destacar que ninguno es nuevo.

1) La crisis europea que seguirá siendo clave para los mercados al menos en la primera mitad del año. Claramente, no hay dudas de que el mayor foco de incertidumbre actual viene desde el Viejo Continente, y es el que hoy puede terminar empujando a una nueva recesión mundial. Lo que más se teme es que el efecto contagio sea dentro de la región -por algo Italia y España seguirán controladas de cerca- o hacia afuera: el canal de transmisión que más preocupa hoy en día, lógicamente, es el financiero de la mano de la exposición de los bancos.

Para estimar el impacto real y concreto que finalmente terminará generando la crisis, se deberá seguir de cerca el éxito de las medidas tomadas por los países más comprometidos para contener sus déficits y por la misma UE que busca avanzar en una unión fiscal.

Hay que considerar como un dato no menor que se trata de una crisis de contenido económico, pero también -y lo que enturbia hoy más la coyuntura- de gestión política. Esto último es, claramente, algo que pesó entre los inversores. El manejo de los tiempos no fue un punto a favor.

De hecho, las autoridades políticas y económicas europeas han demostrado tener problemas de diagnóstico, de "timing" y de implementación para enfrentar la crisis de sobreendeudamiento que experimentan algunos países de la región. Son 17 gobiernos, 17 parlamentos y 17 bancos centrales los que tienen que acordar y aprobar cada medida, lo que complica sobremanera la toma de decisiones. Las distintas realidades dentro de la eurozona lo dificultan aun más. Mientras los países del norte -Alemania especialmente- muestran bajos niveles de endeudamiento y balances fiscales más equilibrados, el sur europeo está a todas luces mucho más complicado con deudas que superan el 100 por ciento del producto y déficit fiscales cercanos a las dos cifras.

2) Los Estados Unidos. En el norte se han despejado los miedos a una recesión por factores propios, aunque obviamente se seguirá creciendo a una tasa bastante más moderada que la estimada hacia principios de este año. Incluso seguirá pesando el temor a una profundización de la crisis europea y a su efecto contagio. Los mismos funcionarios lo reconocen: no están exentos a lo que decida, o no decida, Europa. Lo que sí es claro es que tienen mayores grados de libertad para enfrentar posibles problemas, al menos en lo que respecta a la política monetaria. No obstante, en EE.UU. la atención pasará más por lo fiscal y político. En particular, por esto último, en un año que tiene agendado en noviembre una nueva elección presidencial.

Obama luchará por su reelección, en un marco en donde se extienden las discusiones económicas con los republicanos. Un último factor que también mantendrá cierta presión sobre el comportamiento del mercado hasta tanto no se comience a definir las probabilidades de cada uno.

3) China es la abanderada de los emergentes, que son los que hoy siguen sosteniendo y explicando gran parte del crecimiento mundial. A diferencia de las economías avanzadas, estas parecen tener posiciones económicas-financieras más sanas, pero es obvio que no operan por fuera del mercado financiero y estarán sujetos a posibles cimbronazos que vengan desde Europa. Incluso el gigante chino está enfrentando un enfriamiento de su economía que se deberá medir también de cerca. La razón: evitar que se "pinche" ya que de ser así se estará dentro de un problema aún mayor.

Por fuera de estos grandes ejes, lo local. Los temas propios no han ayudado mucho a calmar los vientos que vienen desde lo externo; más bien, le han impreso mayores turbulencias. Hay una agenda económica de Gobierno prioritaria para los primeros meses del 2012 que incluye la necesidad de recomponer los superávit gemelos que fueron hasta hace poco tiempo atrás pilares del "Modelo K".

También ocupará espacio el programa financiero, aunque no porque no se pueda cumplir, sino por cómo se cumpla. No se observa ni se espera un default. De hecho, los compromisos neteados de la deuda que vence intrasector público no son abultados, pero lógicamente cómo se lo enfrenta y con qué caja puede ser más o menos "traumático" desde el punto de vista del mercado.

Eso mismo vale para el tipo de cambio y la devaluación que, se pronostica, será gradual, pero a un ritmo quizás más acelerado que en los años pasados. Los primeros meses de 2012 serán los más complicados, ya que desde abril se esperará con ansias la tranquilidad estacional de la liquidación de divisas del sector agropecuario.

Otro punto, por último, es la inflación. Nuevamente los primeros meses del año y las paritarias serán determinantes. El objetivo a buscar por el Gobierno será lograr bajar las expectativas del año y ubicarlas al menos -aunque eso no implique reconocerlas en el IPC- por debajo del 20 por ciento.

En resumen, el 2012 que se proyecta será complicado, al menos en un primer semestre. Se mantendrán la volatilidad y selectividad como características básicas. Poder ganar en el mercado dependerá, así, en principio de Europa. Mientras que no se tranquilicen desde allí las apuestas en contra, será difícil una recuperación sostenida y fuerte, aún cuando los fundamentals de muchas economías y compañías a lo largo y ancho del mundo siguen siendo favorables. Esto dado a que el miedo a una nueva recesión seguirá presente, de seguro, por un tiempo más.