DOLAR
OFICIAL $1410.00
COMPRA
$1460.00
VENTA
BLUE $1415.00
COMPRA
$1435.00
VENTA

"Trato de comunicarme con Dios sin intermediarios"

Está dando vida a una mujer de 93 años en una exitosa obra de teatro. En televisión, compone a un personaje fuerte, luchador, en "Herederos de una venganza". Tiene una vida espiritual muy profunda. Sus hombres, su nieto, su particular visión del mundo y la actualidad.

El amplio departamento tiene un gran balcón desde el que se ve el Jardín Botánico, es luminoso, de paredes absolutamente blancas, decorado con buen gusto. Cuando Betiana Blum abre la puerta, se escapa Tíkum, su perra, se asoma su gato Sean y se filtran un fino aroma a sahumerio más una música suave que invitan al relax.

Cristales de cuarzo, gemas, un cuenco de bronce descansan en una biblioteca. Sobre una repisa, dos Martín Fierro, una Estrella de Mar y un Cóndor de Plata junto a otros premios hablan de una trayectoria exitosa. "Puse esta Música del Cielo para que nos armonicemos un poco"-dice Betiana sonriendo-. La charla arranca por el lado del teatro.

-¿Por qué aceptaste el desafío del personaje teatral que estás haciendo?
-Lo que me enamoró cuando me trajeron la obra fue el tema: "Más liviano que el aire es el deseo de una mujer". El texto es exquisito, al leerlo entendí por qué la novela en la que está basada fue premio Clarín, la valoré mucho más todavía cuando vi que el autor era un hombre (Federico Jeanmaire) que, con una anécdota mínima como la de un adolescente, un chico de la calle, que intenta asaltar a la viejecita, ésta lo reduce y lo encierra en su casa, abre un abanico de infinitas situaciones. A partir de todo lo que ella dice surge un despliegue de sentimientos, emociones, actitudes que arman un enorme mosaico inesperado. Se produce un feroz choque cultural y generacional entre esta señora del siglo pasado y un pibe de hoy, con todo su drama de la calle, con la historia de este momento.

-¿Con qué elementos compusiste ese personaje?
-No me complico mucho, profundizo más que complicarme. Busco por dónde puedo entrar en el alma de esa persona o, mejor dicho, de ese personaje. Una vez que logro empatizar, creo la cantidad de alternativas posibles para ese ser.
-Pasemos a la televisión y a Delicia, tu personaje, antítesis del que hacés en el teatro.
- Es una mujer luchadora, por su familia, por sus hijos, por el hombre que ama.
Defiende la justicia. Por momentos parece sin demasiadas luces pero es sumamente inteligente y resuelve los conflictos de la mejor manera. Le pone el pecho a todas las situaciones.
-Desde "Campeones", pasando por "Soy, Gitano", "Valientes" y esta novela has transitado siempre personajes interesantes, compartiendo las grabaciones con gente muy joven.

-¿Eso te da otra energía?
-Sí, de una energía que interactúa porque produce una comunicación, un ida y vuelta muy interesante. En "Campeones" tenía a Julieta Díaz y a Luciano Castro en la mayoría de las escenas. Acá tengo a Romina Gaetani como hija, que ya la había tenido en "Soy Gitano" y en "Valientes".

-Alguno de ellos dicen que aprenden con vos.
-Yo no me pongo en actitud de ense ñarles nada, pero sí preparamos las escenas, las charlamos, vemos por dónde podemos ir, qué color, qué ritmo, qué variedad le podemos dar a la situación que nos toca protagonizar.

-Integraste el elenco de "Esperando la carroza", pero la segunda versión no fue tan exitosa como la primera. ¿Qué pensás que ocurrió?
-Adoro a Jacobo Langsner, creo que es un genio, cuando dijo que quería hacer la segunda parte, yo estuve de acuerdo. Prefiero no hablar de lo qué pasó. Pongo lo mejor de mí en cada trabajo y después, los resultados dependen de muchos factores. De cualquier modo fue un muy buen intento. Puro espíritu -Recorriendo este departamento veo que no hay imágenes religiosas.

-¿Cómo te llevás con Dios?
-Dios es mi papá, es el Padre, el Creador.

-¿Vas a la iglesia?
-Me gustan los templos, iglesia, mezquita o sinagoga. Pero hay templos de la naturaleza, esos son los que más me atraen, los lugares sagrados a los que podés acceder viajando.

-¿Pudiste conocer algunos?
-Sí, tuve la suerte de estar en Machu Picchu, Petra, Egipto, Israel. En estos momentos me interesa mucha la Sagrada Tradición Andina, la filosofía de los Incas y cuya base tiene que ver con los cuatro elementos naturales: tierra, agua, aire y fuego. Trato de tener una comunicación DDD con Dios: Discado Directo Divino, sin intermediarios. Me voy enriqueciendo en valorar al otro. Si yo soy hija de Dios, criada a su imagen y semejanza, el otro también. Entonces, hay que entender que Dios está presente en todos nosotros y ese pensamiento te lleva a un respeto, a un cuidado, a un disfrute de la vida desde un lugar muy distinto.

-¿Ves noticieros?
-Miro los títulos y, si hay cosas demasiado terribles, las paso por alto. Si hay algo que me interesa, espero. Me gusta tener una información general de lo que está pasando en el país y en el mundo, pero siento que hay cosas que no es necesario ver. Creo mucho en la transmutación a través de la luz y de los buenos pensamientos, por eso, con una noticia muy truculenta, mando luz, digo una oración y espero que haya en esa situación un cambio para bien.

-¿Qué opinión te merece la ola de inseguridad actual?
-Me produce miedo e incertidumbre, no saber, si tuviera que presenciar un hecho de inseguridad, si ayudar o esconderme. Pero creo que se debe estar muy atento para no ser arrastrado, uno crea lo que teme, en lugar de lo que quiere. Pensar en lo bueno es crear un buen mundo para vivir.
Mujer, madre y abuela

-¿Te preocupa el mundo que le va a tocar a tu nieto que tiene 2 años y medio?
-No me preocupa, me ocupa. La forma de ocuparme es estar en la vibración más alta y armónica, tratando de que el cambio empiece por mí y por cada uno.

-¿Tenés un solo nieto?
-Sí, Renzo, un ser de luz que ha llegado a este mundo muy evoluciona evolucionado.
También un solo hijo, Sebastián Parrotta, de 41 años, que está escribiendo mucho para las ficciones actuales de televisión, un chico muy culto, preparado. El abuelazgo me ha transformado porque es muy fuerte sentir que tu nieto te necesita, te quiere. Eso de llegar a su casa y que me diga: "Abuela, vení a jugar conmigo", mientras me arrastra de la mano a su habitación, es algo insuperable.

-¿Quién fue el hombre de tu vida?
- Ricardo Parrotta fue "el prócer" que me dio un hijo y gracias a él soy abuela. Pero el hombre de mi vida, el gran amor, fue Oscar Viale, un ser maravilloso con el que tuve la suerte de compartir un hermoso tiempo.

-¿Ahora estás sola?
- Sí, pero bien conmigo, lo que no quiere decir cerrada al mundo. Sé que en algún momento va a aparecer alguien que, sin necesidad de tener que convivir, pueda compartir conmigo un contacto genuino de las almas. Me gusta que la vida me sorprenda. Me encanta el asombro. Estoy esperando ese momento en el que una persona pueda volver a asombrarme.