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Tarde piaste

Manual para políticos y periodistas que no entienden por qué perdió el Gobierno.

El gobierno todavía no salió del shock de la derrota. Pero no es solo el gobierno el que lo sufrió. También muchos periodistas que dicen que no investigaron lo suficiente sobre la pobreza y el impacto que el plan económico produjo en las clases media y baja. Y en general en todo el país. También hay amigos y enemigos que están sorprendidos.

En junio del 2018 dije que era inevitable que este gobierno perdiera las elecciones. Hice apuestas y las gané. Tengo testigos.  El doctor Miguel Ángel Pierri, por ejemplo, o Orlando Molaro un muy fino y estudioso analista social de la realidad. Pero por qué uno supone que este gobierno podía perder. ¿Por los datos de la pobreza de la Universidad Católica? Sí. ¿Por los datos de la pobreza del INDEC? También. Pero en realidad no es tan difícil darse cuenta cuando un gobierno está haciendo mal las cosas. No es imposible. Nadie se puede sorprender. Más allá de lo que ideológicamente cada uno defiende. Hay gente que nunca va a votar al peronismo y hay otra que, obviamente, nunca va a votar a Macri.  El punto es el siguiente. Ayer nos enteramos que el señor Dujovne deja de ser ministro de Hacienda. Debió dejar ese cargo cuando dijo que todos sus ahorros y su capital están en dólares en los Estados Unidos y no en la Argentina porque no tiene confianza en la economía de nuestro país. En ese mismo momento, Macri debió echarlo. Nunca debieron haberlo nombrado.

Para los ricos y para el Gobierno puede ser normal que un ministro de Economía tenga su plata en el extranjero porque la mayoría de ellos también tiene sus fondos  en el exterior. Pero cuando el ciudadano común oye que el ministro tiene varios millones de dólares afuera porque no confía en el país ya terminó como ministro. Se fue solo. Macri debió echarlo hace dos años cuando lo dijo. 

No hay que ser sociólogo para ver que en una verdulería alguien pide una papa o dos mandarinas. Yo tengo la ventaja que voy a la verdulería. Entonces lo oigo y lo veo. Pero quien no lo oye o no lo ve porque no lo hace, como un ministro, con tan solo un día de preguntarle a su empleada si vio algo raro o si cambió su forma de compra le alcanza. O puede hacer algo todavía más audaz. Frenarse en la puerta de un comercio y preguntarle “cómo anda la cosa”. Ahí se va a dar cuenta que si se compra de a una papa o un tomate para una ensalada es porque la situación es gravísima.

Hay muchos síntomas que uno puede detectar. En una farmacia uno advierte muy puntillosamente cuál es la tragedia social de un país. Cuando uno va a cotizar una receta y elige un remedio de siete que debiera llevar o no lleva ninguno porque el presupuesto no le da es inevitable que va a votar en contra de ese gobierno.

Hay muchos más datos. Si una persona puede renovarse un jean de vestir cada tres años hay un alerta. Un jean se puede conseguir entre $300 a $1500 (si fuera de marca). Si posterga y posterga es porque no tiene plata.

Tengo un amigo que está obsesionado porque dice que los viejos tienen olor. Suena terrible. Suena mal. Pero cuando uno va con la nariz alerta advierte que es cierto.  Hay una verdad allí. Los jóvenes también lo tienen. Pero qué es lo que pasa.  Las tintorerías son muy caras. Un jubilado no puede mandar la ropa a lavar. Un jubilado, luego de su actividad del día, tiene que llegar a la casa  y colgar la ropa de manera prolija porque no puede pagarlo. Sale 600 pesos por debajo de las patas ir a la tintorería. Entonces pasa que las prendas toman olor porque la calle tiene olor. La vida tiene olor y se pega en la ropa. Y si uno no tiene los elementos para limpiarla quedan impregnados. Eso se llama olor a viejo o rancio. Eso es miseria. No es que los viejos se descuiden o que ellos emanen olores resistentes. Ahí te das cuenta que el gobierno los descuidó y no puede ganar una elección.

Hay miles de síntomas. Los periodistas no tienen que hacer grandes investigaciones para darse cuenta de estos casos. Yo tengo la ventaja que voy a las villas. Habló con la gente.  Los conozco. Ahí te das cuenta que la gente no los quiere. 

No hace falta ser un sociólogo para darte cuenta por qué perdieron. Esta columna se llama “tarde piaste” y es porque, por el otro lado, están las medidas del Gobierno.

Bajar el IVA es absolutamente inservible para bajar los precios de los alimentos porque son incidencias mínimas. La “Ley de Góndolas” se la piden hace tres años a este gobierno. La “Ley de Góndolas” no es tan difícil. Es solamente garantizar que señores que venden productos muy buenos y baratos puedan tener el mismo acceso que los grandes monopolios en las estanterías de los supermercados. Solamente estar en las góndolas con el mismo derecho. Que nadie tenga más del 30%.

El señor Víctor Fera, dueño de la empresa Maxiconsumo, no tiene peores fideos que los Pérez Companc o Molinos. Al contrario. Son iguales o mejores. Fera pelea hace años en soledad la posibilidad de poder vender sus productos en los grandes supermercados con el mismo derecho que los Luchetti o Matarazzo. Y no lo dejan porque los vende más baratos y no pueden tolerar que sean más económicos.

Insisto. No hace falta ser un sociólogo para darte cuenta por qué perdieron. No podían ganar porque la situación social es catastrófica. Yo no hablo de los que duermen en la calle porque siempre hay personas en esa situación. Es un fenómeno que no tiene solución. Hay gente que decide vivir en  la calle  más allá de la pobreza. Pero si alguien no se da cuenta que se organizan ranchadas de vecinos para enfrentar el costo de vivir eso es grave. Uno trae una batata, el otro trae la salsa de tomate, otro un poco de carne y así nace el guiso piquetero. Eso pasa hoy en Capital Federal y Buenos Aires.

Ahora, el gobierno está actuando. No viene mal que tengan reacciones. Pero curiosamente se olvida de los jubilados. La situación que viven los jubilados hoy en día es extrema. A los jubilados los odian los políticos, los ricos, el FMI y la clase media. Piensan que no hacen nada y lo que tienen que entender es que los jubilados ya hicieron. Durante 40 años de su vida aportaron para tener derecho a cobrar esa pensión.

EL problema de los jubilados es mucho más grave de lo que se piensa. La jubilación mínima es un sueldo de miseria. Los jubilados viven en la indigencia. Si no tiene hijos que le acerquen una ayuda es realmente imposible. Encima tiene que vivir la humillación de tener que pedirle prestado a ese familiar. Es muy complicado ser jubilado y tener que esperar que ese hijo o sobrino te traiga la plata para la comida. El FMI odia con todas sus fuerzas a los jubilados y los pone en una lista, aunque me cueste decirlo, de genocidio. Es una carrera contra reloj. El jubilado se va a morir. Y si un funcionario de este gobierno dice que los jubilados mueren diez años antes de lo que debieran porque comen mal y se medican mal está todo dicho. Si quieren saber quién es el funcionario no es difícil saberlo. En este momento es candidato a intendente en Almirante Brown.

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