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Sin colectoras, mejora la elección

*Por María Page. Todavía es posible eliminar el abuso de las listas colectoras si el Poder Ejecutivo reglamenta en este sentido la ley 26.571, de reforma política.

Eliminar las listas colectoras es sencillo y tendría un enorme impacto en la calidad del proceso electoral. Aunque la práctica no es nueva, con la extrema fragmentación del sistema de partidos, su uso se ha generalizado, hasta transformarse en uno de los principales recursos partidarios para construir su estrategia y oferta electoral.

Las colectoras son el conjunto de listas de partidos diferentes que adhieren a una misma candidatura para otro cargo y la acompañan cada una en una boleta distinta. Por caso, una candidatura a presidente y vicepresidente puede aparecer en varias boletas distintas, acompañada en cada una de ellas por una lista diferente de diputados nacionales, representada cada una por un partido distinto. Con este sistema, los candidatos que reciben la adhesión de las distintas listas suman votos de múltiples espacios sin necesidad de negociar y formalizar una alianza que integre a cada uno de los partidos que los apoyan. Además, cada una de las listas colectoras se beneficia del "efecto arrastre" que deriva de la mayor visibilidad y popularidad de los candidatos a cargos de mayor jerarquía.

Transparencia y equidad. La profusión de listas colectoras en los comicios de 2007 y 2009 fue muy perjudicial para la transparencia y la equidad de las elecciones. En primer lugar, porque las boletas que combinan candidaturas de distintos partidos confunden al elector, que puede pensar que está eligiendo la boleta de un partido, sin darse cuenta de que, al mismo tiempo, está votando a otro para las restantes categorías. Si esto ocurre, se desnaturaliza la voluntad del elector y, con ella, las elecciones como instancia de participación y rendición de cuentas.

En segundo lugar, las listas colectoras explican en buena medida la cantidad de boletas que el elector debe enfrentar hoy en el cuarto oscuro, que atenta contra toda posibilidad de emitir un voto informado. Además, este recurso alienta la aparición y facilita la supervivencia de partidos que se constituyen más para facilitar sus estructuras a los candidatos que quieran presentarse por fuera de su partido de origen o para captar el financiamiento público, que para participar en la competencia democrática.

Así, cuando se eligen cargos ejecutivos y legislativos y las elecciones nacionales y provinciales (en las que se eligen autoridades provinciales y municipales) se celebran de forma simultánea, en muchas provincias las boletas pueden presentar hasta ocho categorías de cargos para elegir. En esos casos, aumenta el uso de las colectoras, porque las listas de candidatos a cargos nacionales pueden recibir la adhesión de distintos candidatos a cargos provinciales y éstos, a su vez, el apoyo de distintas listas municipales

Por otro lado, este recurso ha proliferado también gracias a la legislación electoral. Este vacío legal hace que la decisión quede en manos de los jueces electorales de cada distrito, que, cuando debieron pronunciarse, no lo hicieron con un criterio unificado.

Si bien la ley 26.571, sancionada en 2009, introdujo medidas para ordenar la oferta electoral, no eliminó la posibilidad de que los partidos y alianzas recurran a las listas colectoras, ni en la instancia de las primarias ni en la de las elecciones generales.

De todos modos, todavía es posible eliminar el uso y abuso de las listas colectoras si el Poder Ejecutivo reglamenta en este sentido la ley 26.571, de reforma política.

Es, en definitiva, una gran oportunidad para hacer un enorme aporte a la calidad del proceso electoral que se avecina, con un cambio pequeño.