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¿Por qué los graffitis no son vandalismo?

Las pintadas en las flamantes formaciones del Sarmiento volvieron a recordar el punto de vista sesgado y retrógrado de una sociedad que ve el arte como delito.

Que el arte urbano haya surgido y sea, gran parte de las veces, un movimiento contracultural, con la intención de difundir un mensaje subversivo de crítica social y política y, en varias oportunidades, en contra de las normativas, no debería implicar su subestimación o marginación, sino que por lo contrario debe ser entendido como una forma de arte que aunque no pide permiso debe ser esuchada.

El también llamado arte callejero, al tener como lienzo los lugares públicos pretende por naturaleza sorprender a los espectadores, busca provocar y llamar la atención, justamente para aprovechar ese espacio transitado para comunicar algo.

El debate se reabrió en las últimas horas luego de que el Ministro de Transporte Florencio Randazzo se mostrara indignadísimo por las pintadas en las flamantes formaciones del Ferrocarril Sarmiento, a pocos días de su inauguración. De entrada, el tema fue tratado como "vandalismo" y los autores de tamaño "crimen" fueron detenidos, luego de recibir la bronca del funcionario y de muchos otros, ante la prensa.

La Real Academia Española entiende el vandalismo como la "devastación propia de los antiguos vándalos", y como un "espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana".

Claro que la destrucción no es el camino pero estoy lejos de pensar que la expresión sea comparable con la ruina.

Muchas veces el espacio en el que se crean estas obras y el hecho de que sean menos prolijas, más improvisadas y la mayoría de las veces contra reloj, respecto a las obras de arte popularmente aceptadas y difundidas, también juega en contra ante los ojos prejuiciosos.

Que el arte urbano sea por raíz y sentido, contestatario, no implica que sea delito. Con más razón, al ser una expresión social probablemente más desinteresada y no subsidiada, debería ser tenida en cuenta.