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No va más: la desafiliación o que resucite Grondona

La renuncia de Gerardo Martino terminó por rebalsar el vaso de un fútbol argentino que no tiene rumbo.

Por Gustavo Rodríguez
grodriguez@diarioveloz.com
@GusLRodri



Si algo más hacía falta para que el fútbol argentino profundizara la peor crisis de su historia, Gerardo Martino pegó el portazo y renunció a la Selección Argentina. Los dirigentes impresentables terminaron de empujarlo.

Mucho se había rumoreado sobre una posible salida del Tata, pero nadie quería ser determinante en cuanto al futuro del técnico hasta finalizada la Copa América Centenario. No obstante, el impacto que generó la renuncia de Messi podrá haber modificado todo el escenario. El foco estaba en el Diez, no en Martino.

Los días fueron pasando y Martino debía poner la mente en la Juegos Olímpicos, que comenzarán a principios de agosto. Los clubes, o mejor dicho sus dirigentes, que son los mismos que no pueden ponerse de acuerdo por el bien de la AFA, le negaron la cesión de sus jugadores para la competencia. Y algunos hasta se atrevían a cuestionar a los clubes de Europa por no ceder a los suyos.

Antes de todo esto, Martino tuvo que lidiar con una AFA que le adeudó siete meses de sueldo, con condiciones de trabajo insólitas para una Selección de primer nivel (no había sparrings en Estados Unidos).

¿Con qué moral pueden criticar a los de afuera cuando ni a ellos mismos les interesa contribuir para que la Selección Argentina pueda conformar un equipo competitivo con vistas a un torneo que comienza en menos de un mes?

Con todos sus defectos, con todas sus falencias y sus cuestiones oscuras, la ausencia de Julio Humberto Grondona le terminó dando la razón a aquellos que aseguraban que era un mal necesario: la Argentina tenía peso en FIFA, Viamonte 1366 estaba, incluso con sus desprolijidades, bastante más ordenado de lo que se puede llegar a aspirar a corto plazo. Y tenía la espalda para las decisiones fuertes. Pero, claro, también es el gran responsable de este drama.

Martino se fue y ahora hay que mirar hacia adelante: con dirigentes que no pueden, no quieren y no son capaces de conducir al fútbol argentino ni ponerse de acuerdo en una fecha de elecciones, ¿quién va a elegir al sucesor al técnico de la Selección? El horizonte es desalentador.

A esta altura, con Messi más afuera que adentro, sin entrenador, sin presidente serio, sin una solución cercana al desastre institucional, lo mejor que le puede pasar al fútbol argentino es la intervención y posterior desafiliación, para que se comience a pensar de cero. Tiene que ser antes de que los problemas terminen con los clubes fundidos y quebrados. A veces hace falta tocar fondo para resurgir, aunque eso cueste mirar uno o dos mundiales por televisión.