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No son accidentes de tránsito, son asesinatos: ¿es necesario agravar las penas por las muertes en choques?

Por Luis Ángel Molinas. Los siniestros viales son una de las mayores causas de muerte en Argentina. Nos llegan escenas repetidas día tras día. ¿Qué hay que hacer para remediar la situación?

¿Qué debe hacer el Estado frente a la problemática de las tragedias viales?




En medio de la vorágine del cambio de Gobierno, tanto en lo nacional como en lo provincial, unas imágenes pasaron casi inadvertidas en los medios de comunicación: el video de un violento choque de un auto contra una moto en una esquina de Avellaneda, que terminó con tres muertos y un conductor imprudente casi linchado por los vecinos que presenciaron la tragedia.

Lo que muestra la grabación de las cámaras de seguridad impacta. El asesino, a bordo de un auto blanco, venía a gran velocidad por la avenida Mitre, se cruzó de carril antes de chocar por detrás a otro vehículo similar, pero no pudo frenar en el semáforo –o quizás ni lo intentó- y terminó impactando contra una moto con dos pasajeros, que murieron en el acto, al igual que un peatón que estaba en el lugar y en el momento equivocado.

Otras imágenes más crudas circularon en las redes sociales sobre el mismo episodio: en ellas se ven a las víctimas desparramadas por el piso, todas ensangrentadas. Los vecinos, testigos del impactante hecho, se repartían entre los que se acercaban a asistir a otros heridos –un peatón terminó con una fractura de tibia y peroné- y los que querían linchar al conductor irresponsable, quien se encontraba borracho y sentado sobre la puerta de un local sin poder dar explicaciones.

Son tres víctimas más de los siniestros viales, que ya llevan casi 190 mil muertes en los últimos 25 años, según cifras de la Asociación Civil Luchemos por la Vida. Los números dan un promedio de 20 personas fallecidas por día.

Los datos aterran. Las imágenes impresionan. Pero lo que más impacta es que la mayoría de estas muertes son evitables: se deben a la irresponsabilidad de cientos de conductores, que manejan borrachos o drogados, a alta velocidad y sin ningún respeto por las normas de tránsito.  La máxima desidia y desinterés por la vida propia y la de los demás.

Así, manejar un auto es como portar un arma. ¿Se puede entonces dejar de mencionar estos hechos como ‘accidentes’? “Es que sí los nombra la ley, hay delitos dolosos (con conocimiento y voluntad) y no dolosos. El juez es la figura intermedia para dar la pena”, comenta el doctor José Luis Ferrari, abogado penalista, en diálogo con Infoveloz.

La interpretación de la Justicia sobre las leyes y las penas que reciben los protagonistas de estos choques, también causan indignación. Hasta el momento, Ariel Gastón López, el hombre que mató a tres personas en Avellaneda, está detenido por “homicidio culposo” y podría ser condenado a seis años de prisión. Luego de la indagatoria podría cambiar la carátula a “homicidio simple con dolo eventual”, con una pena de entre 8 a 25 años de cárcel.

Si bien ninguna condena va a poder aliviar el dolor de los familiares, ellos quieren verdadera justicia por las víctimas. Semana tras semana nos enteramos de resoluciones inauditas. Una de las últimas: la aplicación de una pena de tres años de prisión a Santiago Silvoso, que chocó y dejó en estado vegetativo –con lesiones cerebrales irreversibles- a Macarena Mendizábal en 2015.

“El tema es preguntarse si aumentando las penas cambiaría la manera de manejar de los argentinos. Es un tema de conciencia”, analizó Ferrari. Que estemos discutiendo esto significa que las condenas a conductores imprudentes –por leves o graves que sean- y que las imágenes impresionantes de las tragedias viales no alcanzan para la concientización.

“Hay que trabajar fuertemente antes de la comisión de este tipo de delitos: suspenderlo seis meses si lo agarrás manejando en estado de ebriedad o si es por exceso de velocidad, le sacás la licencia por un año. Acá solamente entienden cuando los metés presos o le sacás el registro”, propone Ferrari.  Pero eso supone una fuerte intervención del Estado y un gasto importante en cuanto al control en las calles.

Después hay otros proyectos para luchar contra esta problemática, que suman otras acciones además de la aplicación de sanciones efectivas a los infractores y el aumento de controles viales. Desde Luchemos por la Vida proponen una mayor educación vial en las escuelas desde los primeros años de la infancia y un examen más riguroso para el otorgamiento de una licencia de conducir.

¿Cuál será la manera más eficiente de erradicar la inseguridad vial? La discusión está abierta. Por lo pronto, es necesario abrir este debate en diferentes espacios institucionales para tratar de solucionar este grave problema que día a día suma muertos en las calles y rutas de Argentina.

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