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¡No jodan, todas las mujeres somos Master Chef!

Los programas de cocineros son furor en el mundo, pero el esfuerzo que hacen en la tele no se compara con las que cocinan cada día.

Miro siempre con absoluta fascinación todo programa de cocina y me gustan en particular los de las competencias de chef, en los que hasta ahora, los americanos son campeones. Sufro con los participantes, tomo partido por mi favorito y alzo una plegaria a Dios por no tener que probar sus comidas: la mezcla suele ser tan caótica que indefectiblemente extraño una milanesa con puré.

Pero, con solo pensarlo un poquito es fácil de concluir que las verdaderas maestras de la cocina son todas y cualquier mujer que cocine para su casa. Veamos si no las pruebas que tienen que sortear.

Antes que nada "pensar en la comida" es una tarea desgarradora porque en la cabeza tenemos tres menús básicos que hay ser creativa para ampliarlos. Además luchamos con los siguientes obstáculos :

1) Que no se salga del presupuesto

2) Que no de mucho trabajo

3) Que la familia, siempre tan rápida y vivaracha para gritar "¡Otra vez lo mismo!", tenga un mínimo de paladar para apreciar un agridulce.

Así que generalmente dejamos de lado toda sofisticación para lanzarnos de cabeza... a lo mismo.

Lo mismo

 

Comienza con las compras de cada día... en algún lugar que no huela demasiado mal, donde los precios sólo estén enloquecidos, no demasiados enloquecidos y si es posible se pueda comprar todo junto. Tareas que no se plantea un master chef pero que, silenciosamente, las mujeres hacen todos los días.

Pertenezco a la generación que junto con la Sra. de  Matusalén aprendimos a hacer mazamorra y puchero lo que llevaba toda la mañana. Esa generación sin freezer, apenas con heladera "Siam con bolita", con lo cual no te podías hacer la organizada , cocinar de mas y guardar para un día de fiaca. Lo que se hacia se comía. Y ahora que lo pienso, tampoco había "Doggy" con lo cual todas las sobras iban al perro.

Parecería entonces que la vida de las nuevas mujeres es un paraíso de comodidades. ¡Pues no señor! La modernidad  que tantas facilidades trajo nos quitó lo fundamental: tiempo. Todos los mediodías veo a esas madres con sus críos de las manos a la salida de los colegios y estampadas en sus frentes una sola palabra: salchichas con puré.

Quiero ver a un master chef cocinando con dos mangos un plato abundante, que no intoxique demasiado y todo en cinco minutos, sin cámaras, sin premios, sin parar nunca ¡Marche un aplauso para cada una de esas heroínas, sin rating!