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Matarnos es morir de a poco

Por Valeria Carreras. Justicia por mano propia, precursores de mano dura, todos contra todos. Una reflexión sobre los casos en que murieron los delincuentes.

Por Valeria Carreras

@dravaleria

Podría hablar de legítima defensa, de emoción violenta, de leyes, de casos emblemáticos...

Podría referirme a estadísticas de muerte violenta en países con alta tasa de civiles armados...

Podría analizar desde la criminología la escena del crimen, en los últimos dos casos que nos sacudieron, me refiero al del médico y al del carnicero...

Podría hacer una tesis legal propia como abogada al respecto...

Pero eso solo seria más de lo mismo, más de lo que leemos en diarios, más de lo que escuchamos por radio y televisión, más de lo que pueden decir improvisados expertos en el tema y no sumaría nada nuevo.

Sin embargo siento la necesidad de abordar la cuestión desde otro ángulo, con la mirada puesta en las víctimas, las múltiples víctimas de estos casos de justicia por mano propia.

Entonces no puedo dejar de pensar en el médico que consultó una y otra vez el vademécum para recetar la medicación más eficaz y así mejorar o salvar la vida de un paciente y lo veo hoy, después de haber matado con su propia arma, sumido en la batalla moral de su conciencia, en el reclamo de su yo interior que otrora tomara el juramento hipocrático para salvar vidas y su otro yo el que se sintió acorralado otra vez por el robo y tal vez el miedo.

Lo sé una víctima porque su vida nunca será la que fue, porque su guardapolvo blanco ya no lo lucirá inmaculado, porque sus manos traicionaron su destino y mataron...y presiento su insomnio eterno o la reiteración de su peor pesadilla, la de ese día, que dejó para siempre su vida signada por la muerte de quien él mismo ultimó. Y concluyo que eso no será vivir sino respirar recuerdos que no podrá olvidar.

La otra víctima es el Carnicero, que solo conoció madrugadas frías y manos cargando carne más fría aun, a cambio de la gran satisfacción de mantener a su familia ...pero lo sorprendió en tiempos de contar cada peso porque escaseaban las ventas de otros tiempos, el robo, vio por un instante irse el esfuerzo de la semana, tal vez se sintió desprotegido sin los gendarmes presentes de antes, y corrió tras su recaudación y el auto fue su arma, y el poste fue el tiro del final y mató al ladrón.

El carnicero sin embargo no fue el que arengó a esa gente que con el ladrón en el piso sepultado bajo el auto y muriendo, lo insultaban le gritaban y no lo ayudaban. El carnicero vio pasar su vida en la pantalla imaginaria de su parabrisas y en ese instante, se inició su calvario  y aun su suerte judicial no está decidida, pero su futuro sí lo está Porque nada será igual, porque nadie podrá volverle el tiempo atrás, porque si de golpe olvidara, quedará el video de su peor actuación.

Las víctimas son múltiples dije,  porque las familias de ellos sufrirán el dolor de saber, porque los fallecidos antes de delinquir también eran víctimas, porque no tuvieron oportunidades, porque no conocieron la esperanza, porque sabían del rechazo , del hambre, del desamor, del barrial de la casilla, y conocían el frío del metal en la mano, y portaban un destino difícil de torcer y murieron como vivieron,  anhelando lo que tenían otros.

La víctima de la que nadie habla es nuestra sociedad, que se debate entre matar o morir, que se hartó de tanta inseguridad, que no tiene la protección del Estado, que empieza a ver con naturalidad la justicia por mano propia.

Pobres todos nosotros  si no nos detenemos un instante a pensar en otra alternativa.