Más votos que boletos
*Por Gerardo Bilardo. El 1 de diciembre de 1998 el intendente de Neuquén, Luis Julián Jalil, brindó con champán en las flamantes instalaciones de Indalo el inicio de un nuevo servicio de transporte público de pasajeros de la ciudad de Neuquén.
Con ese acto final, la municipalidad dio por terminado el ciclo de un servicio que prestaba un puñado de empresas locales y se ató a uno monopólico perteneciente a una firma de Comodoro Rivadavia que llegó a la capital con una oferta presentada por el entonces desconocido empresario Cristóbal López, de creciente influencia años después cuando el kirchnerismo llegó a la Casa Rosada.
Aun cuando a Jalil le quedaba un año de gobierno, aquel recambio fue tan traumático como el que vive actualmente el intendente Martín Farizano, que está próximo a finalizar su actual gestión.
En el tiempo en que Jalil tomaba decisiones –hoy es concejal del MPN y votó a favor de la renovación de la concesión– también hubo paros de los choferes, presiones de los concesionarios que iban a perder el negocio y condicionamientos de los que querían quedarse con el nuevo contrato.
Las empresas que prestaron el servicio hasta 1998 se fueron maldecidas por los usuarios y las unidades del nuevo grupo comenzaron a rodar por las calles con una expectativa que con el tiempo se diluyó.
Hoy hablan mal del transporte público de pasajeros no sólo los usuarios sino hasta el propio intendente y el vocero de Indalo.
Las opiniones de Farizano y de la compañía no representan exactamente una autocrítica, sino que han sido volcadas como argumento para defender la nueva oferta de la empresa que llega con promesas de un servicio de mejor calidad.
Farizano enfrenta un tema central de su gobierno en un momento de debilidad política, por la destrucción acelerada de la alianza que lo llevó al poder, y con una campaña electoral en marcha por la renovación de los cargos municipales que agrega una alta dosis de especulación al complejo asunto.
El intendente echó esta semana a todos los funcionarios e integrantes de la planta política de Unión de los Neuquinos (Une), una fuerza que dejó de ser aliada de su gobierno y está en la vereda opuesta en este tema crucial de los colectivos.
Mariano Mansilla, concejal de ese partido y candidato a intendente para las elecciones del 23 de octubre, tomó como bandera de campaña el rechazo a Indalo, pero le será difícil despegarse de un gobierno al que ahora critica pero del que fue socio, al menos en las formas, hasta esta semana.
Darío Martínez, concejal del PJ y candidato a intendente por el Frente para la Victoria, también se expresó en contra de la renovación del servicio. Por alguna razón –tal vez porque su oposición fue menos frontal que la de Mansilla o porque Farizano sigue simpatizando con el kirchnerismo– el intendente no rompió con sus aliados del peronismo y mantiene a sus funcionarios dentro del Ejecutivo municipal.
Quien se colocó la servilleta al cuello y sacó cuchillo y tenedor para comer del plato fue José Brillo, candidato a intendente del Movimiento Popular Neuquino. El también diputado nacional aprovechó el momento de incertidumbre que reina en la municipalidad para criticar a Farizano y formular propuestas de un servicio diferente en caso de ganar las elecciones. Olvidó mencionar que los concejales de su partido aprobaron en la sesión del jueves la ordenanza de renovación de la concesión a Indalo.
En medio de esta puja de intereses llamó la atención el silencio de otro aspirante a la intendencia, Horacio Quiroga, aunque sus aliados en el Deliberante, los concejales Marcelo Bermúdez y Leandro López, votaron en contra de la ordenanza.
El intendente, que va por la reelección, finalmente firmó el decreto municipal 1136 de adjudicación a Indalo, una decisión que contiene argumentos que, especialmente en este contexto electoral, terminarán discutiéndose en la Justicia, como ya anunciaron algunos candidatos.
Farizano dio por válido el respaldo por simple mayoría de los concejales en la última sesión y encontró un antecedente similar en otra concesión efectuada bajo las mismas características en el tramo final de la gestión de Horacio Quiroga. Con ése y otros fundamentos de la Carta Orgánica, sumados a la presión que ejerció Indalo con la amenaza de retirarse en 30 días si no se resuelve su contrato, se elaboró el decreto que otorga una nueva concesión a la empresa que operaba con una prórroga desde el 2008.
Un funcionario del gobierno municipal admitió esta semana que es difícil hacer campaña a favor de Indalo. Pero al mismo tiempo destacó que el intendente está para resolver problemas y debe ocuparse de mantener y mejorar el servicio. "Eso es lo que se hizo con la oferta mejorada de la empresa", acotó la fuente consultada.
El debate sobre el servicio de transporte de pasajeros es el inicio de la campaña electoral en su faz más agresiva. ¿Cómo desaprovechar semejante debate si se trata de uno de los principales servicios públicos de la ciudad? Los pasajeros representan hoy más votos que boletos.
El de los colectivos, según la nueva propuesta, cuesta más de 90 millones de pesos al año y moviliza a 40.000 personas por día. Buena parte del humor de la gente se mide en las paradas, en el tiempo de espera, en el comportamiento de los choferes, en el cumplimiento de las frecuencias y en la limpieza y mantenimiento de las unidades.
Neuquén está lejos de contar con un servicio de transporte de pasajeros aceptable. Es una deuda que tiene con los vecinos este gobierno y los que lo antecedieron. Y lo que viene se encuentra lleno de incertidumbre.