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Los peligros de los últimos días

Por Pablo Cano. Ojalá que en este sprint final de campaña, Macri tenga tiempo de ver que en estos días también elige que lugar ocupar en la historia.

Más allá de las formalidades restantes, en los pliegues de las conjeturas respecto del futuro inmediato la incertidumbre se ciñe mas a cómo termina y a cómo empieza que a la bisagra que uniría esos dos momentos. Esto nos obliga a repasar las variables centrales dónde una vez más la política hará valer su condición de “primus inter pares” respecto de la economía.

Por el lado de la oposición que se calza las ropas del próximo oficialismo la duda central barrunta sobre las variables de la macro economía (tipo de cambio, inflación, reservas) y cuánto será el nivel de exigencia que le ponga la realidad para estar al frente del tablero sin estarlo entre las largas 5 semanas que median entre el 27 de octubre y el 10 de diciembre.

Por el lado del oficialismo el panorama parece menos reflexivo y cruzado por tácticas y estrategias que, por primera vez en la larga década de Macri en posiciones de poder, lucen claramente contradictorias cuando no directamente enfrentadas.

El Presidente se muestra claramente decidido a conseguir el mayor número de votos posible. En su fuero íntimo y en su reducida mesa de fanáticos esto puede ser confundido con el darla vuelta, aunque si nos abstraemos de esta épica lo que vemos es que Macri está discutiendo su lugar en el post macrismo con la convicción de que un número que esté arriba del 35% lo deja al comando de la oposición…debería revisar con Scioli esta idea.

En sus últimos días de campaña, Macri se muestra verborrágico y apuntando contra varios frentes metiendo mano una vez más a la grieta y volviendo a la polarización con el kirchnerismo como eje argumental central. En el mientras tanto va, de besar pies a declaraciones fuera de tono y libreto para su tradición de campañas hiperguionadas por la  dupla Peña/Duran Barba. La apelación a recetas “populistas” (rebaja de iva, subsidios a desempleados) se mezcla con rumores de un uso intensivo del aparato del Estado de cara a la elección. Por último, en los rebordes de su estrategia se recortan las figuras de Pichetto y Patricia Bullrich profundizando el lado más beligerante de su discurso. La duda se yergue, entonces, sobre hasta dónde Macri y su infantería del final están dispuestos a ir en los últimos 6 días de campaña. Y la duda adquiere ribetes dramáticos porque la más que probable necesidad de diálogo entre Macri y Fernandez el 28 de octubre no será para acordar la ceremonia de entrega del bastón. Los puentes que Macri rompa en estos días quizás deba reconstruirlos el último lunes de este mes. Salvo que la estrategia de la semana final juegue con fuego y baraje como opción provocar tal nivel de tensión que un resultado adverso en las urnas lo coloque en un vacío de poder que le acorte los plazos institucionales. Aportar a un sistema democrático dónde cada alternancia no sea sinónimo de crisis es, hoy, la mayor obligación que le impone la historia al Presidente. Ojalá que en este sprint final de campaña, Macri tenga tiempo de ver que en estos días también elige que lugar ocupar en la historia.

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