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Los otros Twitters

Por Alberto Amato* No son de bytes. Son de papel y tinta. No andan por Internet, están pegados en las paredes. Son otros Twitters, que se llaman tuiter o tuitcallejeros.

Furtivos y audaces, por ahora viven y crecen en México. Guardan las reglas del Twitter virtual: ciento cuarenta caracteres para decir algo importante. Pero de virtual, no tienen nada.

Amanecen escritos en papel y pegados en las paredes de la Colonia Roma, casi en el centro del DF. Debo a una amiga entrañable el dato y los tuitcallejeros que siguen: "Aquí nomás coqueteando con la vida, ¿y usted?". Otro: "Un tuitcallejero es una sopa de letras que salió de paseo". Otro que se las trae: "Nosotros escribimos en papel revolución". Otro que avisa: "Somos islas tendiendo puentes". Mi amiga tropezó con uno que la conmovió, casi frente a la puerta de su casa: "No debería ser sospechoso que una mujer caminara sola de madrugada por esta calle, por eso le escribo".

No adhiero a Twitter. Pero creí en el fenómeno. Hasta que me avisaron que hay twitteros pagos . Gente que cobra por inundar la red con opiniones, juicios, pensamientos, reflexiones. Así no vale. No dudo de la utilidad, tal vez retórica, de las redes sociales. Pero el otro día leí un Twitter de ojito: "Por fin aprendí a hacer huevos fritos. Y me salieron riquísimos".

El tuitcallejero mexicano parece salir a rescatar la esperanza . A gritar que sirve de nada twittear todo el día y no mirar el mar . Va hacia ellos mi tímida adhesión y el recuerdo de grandes tuiteros que existieron antes que Twitter.

Borges era uno de ellos : "Siempre el coraje es mejor. La esperanza nunca es vana". Cincuenta y cuatro caracteres para una filosofía de vida.

Perón era otro buen tuitero : "La fuerza es el derecho de las bestias": treinta y ocho caracteres.
Discépolo era otro : "Si yo pudiera como ayer querer sin presentir", treinta y siete caracteres.
Yupanqui tenía lo suyo : "Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar, y una hermana muy hermosa que se llama Libertad", noventa y siete caracteres. Todos sin abreviaturas, sin jeroglíficos, sin tonterías al plato.

Y después está la copla española que cantaba su pena, penita: "Me duelen los ojos de mirar sin verte": treinta y siete caracteres.

Esos son tuiters. El resto, yuyos.