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Los niños que nacen con bajo peso corren más riesgos de sufrir obesidad

Los niños que nacen con bajo peso corren más riesgos de sufrir obesidad, según lo advirtió, Susana Aranda, médica nutricionista del Sanatorio Diquecito. Aranda indicó que "la malnutrición de la madre durante el embarazo puede potenciar las posibilidades de sobrepeso del menor" y añadió que "la importancia de la lactancia y de la buena. alimentación durante los dos primeros años de vida"

"El bajo peso al nacer, y el consecuente accionar de los padres para contrarrestar esta situación durante los dos primeros años de vida del bebé, puede determinar en el niño una marcada tendencia hacia el sobrepeso u obesidad; de igual manera que cuando el menor nace con peso elevado. Ambos extremos son negativos y conllevan serios riesgos a futuro", dijo la nutricionista.

En ese sentido, Aranda destacó que "las decisiones de alimentación que tomen las madres durante los 9 meses de gestación son determinantes, puesto que influirán directamente sobre sus niños en formación, marcando una irreversible tendencia que éste llevará consigo durante toda su vida".

La especialista explicó que "la llamada ´Teoría de Barker´ dice que el niño queda marcado en la etapa del desarrollo fetal por todo lo que sucede en el medio interno a nivel de ácidos grasos y otros nutrientes, y que el organismo desarrolla una predisposición para desencadenar adaptaciones posteriores".

"En otras palabras, el bebé queda marcado desde su gestación para que, según como sea el medio en el que se va a desarrollar a lo largo de su vida, tenga una respuesta física tendiente a absorber y maximizar la conservación de energía (es el caso de las personas que engordan fácilmente) o no", sostuvo.

La experta comentó que en Brasil y Chile se hizo un estudio prospectivo en el que se emplearon registros de recién nacidos de los años 70´s, analizándose la situación de estas personas entre los años 2001 y 2004. "El hallazgo más significativo fue que había una relación directa entre el peso elevado o muy bajo al nacer, con la obesidad adulta, y además con elevados índices de colesterol (LDL-colest) malo y colesterol total", indicó.

Por tal motivo, la profesional consideró que "la importancia de una alimentación balanceada durante la gestación es muchas veces tomada a la ligera, pese a que nuestras decisiones pueden tener un impacto trascendental en la vida de nuestros hijos".

"En un extremo nos encontramos con madres que, preocupadas por su imagen y con no terminar el embarazo con kilos de más, hacen dietas que no corresponden. Esto redunda habitualmente en bebés de muy bajo peso que, a futuro, estarán expuestos a un medio de abundancia de comida".

"En el otro extremo están las madres que, pese a tener alto peso, están malnutridas por no consumir alimentos de buen valor protéico sino aquellos que tienen la capacidad de quitar el hambre pero que no aportan los nutrientes necesarios para el organismo", puntualizó.

Para la nutricionista, "esto puede repercutir también en un bajo peso del recién nacido, por causa de malnutrición", por lo que "en este grupo están las madres que –muchas veces por carencia de recursos- consumen calorías de escaso contenido en proteínas, hierro y cobre, entre otros".

"Pero el problema no reside sólo en el bajo peso al nacer, por una u otra causa, sino en la manera en que las madres intentan luego compensar esta situación, principalmente durante los dos primeros años posteriores al nacimiento", indicó.

Ante esta situación, la nutricionista brindó una serie de "consejos a tener en cuenta": 1- Seguimiento nutricional. La madre embarazada debería tener un seguimiento nutricional profesional durante los meses de gestación, y no sólo ginecológico.

Durante el embarazo no hay que comer por dos pero tampoco dejar de alimentarse para bajar de peso. Hay que comer de una manera específica en hierro, en calcio, ácido fólico y otros nutrientes. 2-Lactancia. Promover la lactancia materna exclusiva durante seis meses, como mínimo. Se puede seguir hasta el año, pero desde los seis meses se pueden ir agregando otros alimentos. 3- Evitar las golosinas.

La inclusión de alimentos en los dos primeros años de vida debe ser completa, pero hay algunos que el menor no debería consumir hasta superar esa edad. Por ejemplo, gaseosas, galletitas dulces rellenas, alfajores, entre otros tantos. Todo lo que es golosinas no deberían incluirse en esta etapa, porque el niño generará una adicción a estos componentes de alto valor calórico.

Mientras más tardía sea la implementación de estas golosinas, mejor. Se debe controlar esto en el ambiente familiar, intentando que el consumo de estos productos sea al menos esporádico. 4- Alimento como recompensa o castigo. Evitar en la familia utilizar la alimentación como una herramienta de recompensa o castigo. El alimento debe formar parte de algo que satisface una necesidad fisiológica, pero no debemos darle un valor simbólico de premio del tipo ´si te portás bien te compro un helado´.

Esto empieza a marcar emocionalmente al individuo, que después, cuando sea grande, va a seguir consolándose con algo dulce porque así lo hacía con él su madre, al tiempo que va a limitar la comida como herramienta de castigo. Esa confusa relación con la comida queda muy marcada desde la infancia, porque aprendemos a comer con nuestros padres. 5- Respetar la saciedad del niño.

El chico de 1 a 2 años se da cuenta cuando no quiere comer más. No hay que servirle una gran cantidad y obligarlo a comer todo; tampoco alimentarlo fuera de horario. Pero ante todo insistimos en la importancia de respetar su saciedad.

En este sentido debemos saber, por ejemplo, que cuando el menor empieza a caminar puede tener un descenso en su apetito, que es totalmente normal. El chico en eso se va auto-organizando por sí solo.