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Los fuertes testimonios de los pacientes del centro de rehabilitación por el que detuvieron al “Teto” Medina

Hay una decena de declaraciones de internos. Buscaban sanar sus adicciones pero se encontraban con muy malos tratos.


                                                                               En el marco de la causa que investiga al centro de rehabilitación “La razón de vivir” cómo un sitio que esclavizaba gente y los torturaba con distintos castigos físicos, cuenta con una importante cantidad de pruebas. 

Entre ellas, se destacan una serie de testimonios de víctimas y mensajes de WhatsApp enviados entre los miembros de la organización. Gracias a esas evidencias, en las últimas horas quedaron detenidas una veintena de personas, incluido el humorista Marcelo “Teto” Medina.

Las víctimas que hablaron en la Justicia narraron escenas de torturas, acoso psicológico y encierro. Señalaron que eran obligados a dormir en el piso y que se les prohibía comer. Un hombre contó que le retiraron los medicamentos que tomaba por su condición de enfermo de HIV. Otro detalló el momento en que le fue amputada una pierna por su diabetes y cómo fue atendido luego por los propios adictos que se recuperaban en el lugar.

Infobae accedió al total de esos testimonios que constan en la causa nomenclada “PP-13-01-011480-22/00″.

El expediente comenzó con la declaración de un párroco que fue quien hizo a denuncia y contó que una persona allegada a él estaba internada en el lugar. El religioso explicó que de a poco se fue acercando a las víctimas y tomó conocimiento de las situaciones que se vivían: “A medida que me fui acercando noté cuestiones referidas a la explotación servil y laboral en la que estaban sumergidas las víctimas”.

Además, dio detalles del funcionamiento del lugar. En especial de la participación de Néstor Zelaya, alias San Pipi, quien es el “líder” de la organización: “Lo conozco a él hace muchos años‚ pero me acerqué por un problema con una persona conocida. Esta persona conocida mía tuvo que pagar 30 mil pesos por mes. Zelaya en todo momento mencionaba que él los ‘salvó’ a los chicos. También que no le deben nada a Dios, despreciando toda creencia distinta de las víctimas. Además, decía que él va a ser siempre su director adentro de la quinta y también una vez que ya no estén en ella, como medio para continuar su influencia luego de externados”.

“Néstor mencionaba en ocasiones frases de tinte religioso como ´Muchos son los elegidos y pocos los que se salvan´, como haciendo alusión a la biblia. Refería también que en la quinta no se trataba de ser inteligente, sino obediente. La indicación a los adictos era que las mujeres los iban a hacer recaer en las adicciones y por eso Néstor le exigía a las chicas que iban de visita que no lleven ropa ´provocativa´”, completó el párroco que tuvo la valentía de hacer la denuncia correspondiente.

Antes de finalizar, el testigo dejó una frase contundente e importante para la causa: “Desde mi oficio religioso, puedo indicar que la organización de la asociación es similar a una secta”.

En cuanto a las víctimas, una de las primeras en declarar fue un hombre identificado como R.E.A. Explicó que llegó a “La razón de vivir” por Facebook y que la cuota era de $30.000 por mes. “Cuando entré y se enteraron de que tenía el oficio de albañil me pusieron a trabajar. Comencé por terminar cuatro habitaciones, con revoque, contrapiso, carpeta y aberturas, con la ayuda de algunos internos y desde horas de la mañana hasta las siete de la tarde. Luego construí una oficina completa. Nunca recibí un pago a cambio de ello, ya que me decían que todo era ´parte del tratamiento´”.

Luego la víctima narró que “durante este período tenía prohibido comunicarme con mi familia, aunque Zelaya designó a una persona de nombre ´Nico´ para que sacara fotos y las subiera a un grupo de WhatsApp donde estaban nuestra familia. Eso era para simular que estábamos bien y no siendo explotados como realmente sucedía”.

Además, el mismo testigo, detalló cómo funcionaba el “sistema de castigos” que se desarrollaba dentro de la clínica de rehabilitación: “Si intentábamos dejar la clínica, ya que esto estaba prohibido, había castigos. En ocasiones nos insultaban o nos obligaban a hacer guardia toda la noche sin dormir para prevenir que otros internos se escapen. Todas las tareas diarias debían realizarlas los mismos internos. No hacíamos ningún tipo de tratamiento contra las adicciones con psicólogos o terapeutas, sino que solo trabajábamos o servíamos a los directores o coordinadores. También mendigábamos dinero en las iglesias”.

Otro interno, llamado R.M.M, relató que ingresó en la clínica en 2020 y que en ese momento ya era portador del virus del H.I.V: “Néstor Zelaya me dijo que estaba ´negativizado´ y que hiciese ´fuerza´ para curarme. Me negó la atención médica que necesitaba. Tampoco me brindaron ningún tratamiento contra adicciones ni atención médica por una lesión que tenía en mi pie. Los integrantes de la asociación comenzaron a decirme que el ´tratamiento´ del lugar consistía en hacerme pasar necesidades físicas y psíquicas para que ‘valorara’ más las cosas”.

Luego la víctima especificó a qué se refería con “hacerlo pasar necesidades” dentro de la institución: “Nos privaban de diferentes cosas como alimentos, bebidas, descanso y comunicación con la familia. Los coordinadores nos decían que el tratamiento consistía en el dolor. Nos repetían que el tratamiento sólo servía si nosotros servíamos al resto. Lo que siempre escuchábamos era que nosotros no éramos personas sino enfermedades y nada más y por eso debíamos quedarnos en las quintas”.

Pero el testimonio más cruel fue, probablemente, el que brindó un hombre llamado E.A.Q, que estuvo durante varios meses dentro de la clínica de rehabilitación. La víctima explicó que mientras estaba internado sufrió la amputación de unas de sus piernas por una diabetes avanzada. “Luego de eso no recibí los cuidados médicos necesarios. Los miembros de La razón de vivir obligaron a otros de los adictos a que me realizaran las curaciones correspondientes”, señaló.

Esto que contó E.A.Q fue refrendado por otros testigos que también declararon ante el fiscal Daniel Ichazo la situación del hombre amputado.

Dentro de la clínica de rehabilitación existían calificaciones para los internos, según se desprenden de los testimonios de los adictos que pasaron por allí. Lo explica uno de ellos: “Al ingresar había un período de ‘adaptación’, donde se podían dar gustos. Pero a los tres días entrabas en la etapa ´soy calabaza´”. Esta calificación, creen los investigadores, tiene que ver con una analogía con el cuento infantil Cenicienta. El mismo testigo da más detalles al respecto: “Cuando entrabas en esa calificación quería decir que pasaba a ser servidumbre”.

Hay más. Otro testigo que pasó por La razón de vivir contó sobre otra categoría: Había un semi grupo de víctimas llamadas “chicos de tiempo”, en alusión a las víctimas con más antigüedad. La asociación había creado un sistema de salidas “transitorias” a medida que pasaba el tiempo de internación, en donde la mayoría de ellas se hacía con la supervisión de un “chico de tiempo”.

En cuanto a la participación de Marcelo “Teto” Medina, el fiscal Ichazo realiza una descripción de sus actividades dentro de la clínica de rehabilitación: “Era la cara visible y pública junto a Zelaya para simular que la misma tenía una actividad lícita. De esta manera captaban más víctimas. Además, mantenía un contacto semanas con los internos para fortalecer su sometimiento y reducción a la servidumbre. En ocasiones, ejercía el rol de operador-coordinador”.

En el expediente, al que accedió este medio de forma integral, también se transcriben conversaciones de chat entre los miembros de la organización. En una de ellas, uno de los coordinadores habla con otro empleado sobre un geriátrico que el líder, Zelaya, estaba por abrir. El mensaje de WhatsApp enviado el pasado martes 6 de septiembre, dice así: “Eso es un curro. Yo sé porque yo lo veía currar. Curro amigo. Todo curro. No sale nada bueno de ese muchacho (por Zelaya). Toda la plata va a al red de él. Así se maneja”.

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