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Los falsos mendigos (II)

Son como lobos disfrazados de ovejas y sobreviven merced al engaño y la ayuda desinteresada de gente solidaria.

Según hemos visto en la primera parte, el factor "enfermedad" juega un rol clave para conmover y engañar a un público solidario. Pero ese factor no es suficiente por sí solo y la elección del falso padecimiento será decisiva a la hora de recaudar.

A sus efectos, los recursos son muy variados, pero hay algunos que me han llamado la atención por el grado de imaginación y producción que necesariamente implican. Es más, con una mirada benevolente hasta me atrevería a calificarlos de verdaderos artistas callejeros.

En la obra mencionada de José Ingenieros también se ejemplifica esta batería de recursos: "En estos sujetos la mise en scéne suele ser aparatosa y refinada. En Chicago, según refirió la prensa, la policía descubrió un club de mendigos, hace algunos años, en West Adam Street. Encontróse allí una comitiva de sujetos; sanísimos y alegres, que comían, bebían, jugaban, fumaban y poseían una biblioteca de filósofos antiguos para recrear sus ratos de ocio. Todos ellos, durante el día, simulaban ser cojos, ciegos, mudos, idiotas, sordos, y mendigaban por las calles de la ciudad; por la noche reuníanse en su club para gozar tranquilamente de las ganancias de su 'trabajo' diario. La policía encontró en una de las habitaciones gran cantidad de carretelas para tullidos, muletas, piernas de palo, zapatos simulando pies deformes, anteojeras y vendas para los ojos, bastones para ancianos débiles, barbas postizas, cajas de pinturas destinadas a simular sobre la piel toda clase de llagas y pústulas, ocupándose de esta especialidad dos miembros del club, verdaderos artistas del pincel. Había numerosos carteles con inscripciones apropiadas: 'soy ciego de nacimiento', 'soy sordomudo por susto', 'inválido de la guerra civil', 'ha adquirido su lepra prestando servicios a otros enfermos', etc. Arrestados, se comprobó un excelente estado de salud y sus aptitudes para el trabajo; desde largo tiempo habíanse asociado para explotar la caridad de los filántropos, en perjuicio de los verdaderos pobres" [Ingenieros, J. (1956) La simulación en la lucha por la vida, Elmer Editor, Bs. As., p. 113]

Esto me recuerda una escena de una de las mejores películas argentinas: "Dios se lo pague" (1948).


Los contorsionistas del engaño

Entre los más "creativos" y "laboriosos", me encontré con una serie de personajes que, para hacer más lucrativa su actividad, prácticamente montan una ilusión. Se trata de los falsos mendigos que simulan la amputación de una pierna y pasan horas arrastrados o tirados en el piso mendigando en virtud de esa ficticia carencia. Para tal fin contorsionan y ocultan la extremidad inferior (pueden ser ambas) debajo de su trasero, y ayudados por un doble ropaje aparentan la amputación de la misma.


Si todo ese esfuerzo y astucia hubiesen sido mejor canalizados, los resultados podrían haber sido otros y quizás hasta merecedores de aplausos si fueran verdaderos ilusionistas.

Y a propósito de esto último, me permito recordar a personas ligadas al Ilusionismo, cuyos verdaderos padecimientos no les ha impedido ser dignos de admiración por su honesto trabajo.

A principios del siglo XVIII, dos ilusionistas alemanes se destacaron por sus inusuales características. A Johannes Brigg le faltaban ambas piernas y la mano izquierda, pero eso no fue obstáculo para que desarrollara una deslumbrante habilidad para ejecutar el clásico "juego de los cubiletes".

Aún más curioso fue el caso de Matthias Buchinger, también conocido como "El Pequeño Hombre de Nuremberg". Con menos de 74 cm de altura y carente de ambas manos y piernas, no sólo realizaba el juego de los cubiletes sino también ilusiones con aparatos y aves [Christopher, M. (1962) Panorama of Magic, Dover Publications, Inc. N.Y., pp. 10-15]


Y sin ir tan lejos, basta mencionar al contemporáneo y talentoso ilusionista argentino René Lavand (1928-2015), quien hasta hace poco deslumbraba al mundo con su prodigiosa mano izquierda.


En sus conclusiones Ingenieros aventuraba que la simulación disminuiría si se atenúa la lucha por la vida, pero evidentemente la situación no se ha modificado. Igualmente nos consuela saber que no todos los mendigos recurren a estos engaños y, por lo tanto, nuestra atención solidaria tampoco debe modificarse. Y por si alguna duda queda, los invito a compartir el siguiente video.