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Llegó la hora

Por Miguel Ángel Rouco. La sensación que tienen los hombres de negocios que toman decisiones es que nadie va a mover una ficha hasta tanto la presidente Cristina Fernández de Kirchner, primero designe su nuevo gabinete y luego tome sus primeras medidas económicas.

"No sé si se va a tratar de un plan o medidas coordinadas, o si de lo contrario habrá decisiones aisladas. Pero lo único cierto es que así el modelo no puede seguir adelante. Necesita rectificaciones, ajustes o como le quieran llamar", expresó un banquero.

En cada oficina de la City porteña y en cada despacho oficial, la sensación es la misma.
Sin embargo, la visión es distinta en cada uno de los sectores empresarios. Para la City porteña, desde el control cambiario implantado hace un mes, las cosas cambiaron y la percepción de los inversores dista de ser la ideal. Para colmo, la política monetaria para bajar las tasas de interés no dio resultados.

El drenaje de divisas que llevó al Banco Central a perder unos 1.500 millones de dólares en noviembre fue el resultado de los desaciertos en los controles cambiarios y la consecuente pérdida de colocaciones en dólares.

Ahora todas las miradas apuntan hacia el BCRA. "A la salida de depósitos en dólares, le va a seguir una salida de depósitos en pesos y si el BCRA inunda de pesos el mercado, las tasas pueden caer a niveles que hagan desalentar la colocación de plazo fijo en moneda local", analizaba un directivo bancario.

Hasta ahora, de nada le sirvió a la autoridad monetaria volcar más pesos al mercado porque así como llegan, vuelven al BCRA mediante operaciones de pases.

"Se ha conformado una suerte de piso en el mercado de tasas porque hay bancos que no tienen problemas de liquidez, pero hay otros que están con necesidades de dinero muy importantes, por lo cual, diciembre, va a ser un mes clave para el sistema financiero", expresó otro directivo a su lado.

El modelo enfrenta una disyuntiva. Exacerbar el consumo, para lo cual debe inundar de pesos el mercado y exponerse a un mayor ritmo inflacionario, o bien secar la plaza, convalidar una suba de tasas para evitar fuga de depósitos y disminuir la marcha del consumo para contener la inflación.

Desde el sector productivo, no ven tan mal una disminución del consumo, en particular, en aquellos sectores que trabajan a capacidad plena. Pero desde otros sectores productivos se apunta a que si no se corrije el enorme peso impositivo, por más incentivo que se dé al consumo, no habrá mayor actividad.

El recorte de los subsidios producirá no sólo una disminución del consumo sino también un aumento de los recursos fiscales, lo que derivará también en un nuevo torniquete al bolsillo de la población.

Si se quiere evitar la fuga de depósitos a través de una suba en las tasas, el crédito comenzará a disminuir y donde golpeará primero será en las operaciones de consumos con tarjetas de los sectores de menores recursos, cuya capacidad de gasto y endeudamiento se encuentra saturada.

"Este no es el gobierno del ajuste", replican una y otra vez desde la Casa Rosada. Sin embargo, el gobierno enfrenta un camino que se bifurca.

Si se opta por disminuir el ritmo de crecimiento económico -vía un menor ritmo de suba del gasto público-, la Argentina va camino a bajar su inflación y su nivel de actividad.

Si se opta por mantener los incentivos al consumo mediante la suba del gasto público, se va a acelerar la inflación y con ello los agentes económicos buscarán mayor cobertura en moneda extranjera.

De ahora en más, el gobierno deberá demostrar qué es lo que sabe hacer con todo el poder.