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Liz Solari: "Crecí, soy otra. Pero nada es gratis"

Gran cambio en su vida: se bajó de las pasarelas para abrazar su verdadera pasión, la actuación. En Roma, donde filma su primera película, cuenta que cambió por dentro –"Soy una mejor persona"– y confiesa cómo consiguió volver a apostar al amor después del dolor, deb la mano de un joven italiano.

Tenía 18 años cuando pisó Italia por primera vez. Y lo hizo de la manera más glamorosa: posando su imponente metro setenta y seis en las escalinatas de la romana Piazza Spagna. Una década después, Liz Solari (28) está de regreso en Roma. Pero es otra.

En el camino paseó su belleza por las capitales de la moda y protagonizó campañas para Roberto Cavalli y Jean-Paul Gaultier, incursionó en la actuación –participó en la versión argentina de High School Musical y en la tira Champs 12– y fue la revelación de Bailando por un sueño 2007. Mientras tanto se enamoró, atravesó una separación –estuvo cinco años de novia con Diego Balut, con quien rompió en 2009–, volvió a enamorarse y sufrió la pérdida más terrible: su novio Leonardo Jesús Verhagen murió en sus brazos en su casa de Rosario, en la madrugada del 30 de enero de 2010. La autopsia reveló que Leonardo padecía cardiomegalia (agrandamiento del corazón) y desechó la presencia de alcohol y drogas.

"Fue la experiencia más difícil que me tocó vivir –contó Liz después de la tragedia–. La vida sigue, pero desde ahora para mí tiene otros significados y otra forma de valorar y valorarme. El tiempo y los afectos me ayudarán a volver a mi trabajo". Después, pasó diez meses en Londres, haciendo un Master en la Central School of Speech and Drama. En el anonimato encontró la tranquilidad que necesitaba para hacer su duelo –"fue muy sanador", reconoce–. Pero también encontró su verdadera vocación, la actuación, y un nuevo amor, un joven italiano radicado en Londres.

Ahora está de vuelta en Roma para interpretar a uno de los personajes centrales de la comedia romántica Ex. Aunque es mucho más que eso: porque hoy Liz está de vuelta en la vida; es, como ella misma sostiene, "otra".

–¿En qué te cambió todo lo que viviste?

–Las situaciones dolorosas que vivimos son pruebas fuertes para crecer. Comprendí que lo esencial es el amor, y soy otra. Estar, perdonar, permanecer con los que amamos... Pero no es gratis, como dijo la Madre Teresa de Calcuta.

–¿Hoy sentís que te sobrepusiste al dolor?

–Lo que pasó es algo demasiado íntimo. No fue fácil entender que la vida seguía, que hay situaciones frente a las que uno no puede hacer nada y que al dolor no hay que resistirse.

–Un duro aprendizaje.

–Sí. Pero me enseñó a ser mejor persona. Y cada día acepto lo que me impone la vida, valoro cada momento, no dejo pasar un abrazo, un perdón o un "te quiero".

–¿Cómo es esta otra Liz Solari?

–Soy feliz, reflexiva y segura. Hoy, más que nunca, sé lo que quiero.

–¿Cortarte el pelo fue el primer paso?

–Quería cortármelo hace tiempo, pero lo postergué porque en Europa lo querían largo. En Londres tomé la decisión: le dije a Claudio Cerini... ¡y me lo corté!

–¿Cómo te eligieron para ser parte del elenco de una película italiana?

–¡Al toque! Fue mi primer casting de cine, y nada menos que para una película dirigida por Carlo Vanzina, co-protagonizada por Enrico Brignano y Teresa Manino, dos cómicos muy populares. Es la segunda parte de Ex, que fue un gran éxito... Me presenté al casting impulsada por Daniel Grinbank, y la directora descubrió que yo daba el perfil justo.

–¿Qué perfil?

–El más importante: hablo italiano como una tana nativa. No necesito doblaje.

–¿Y cómo aprendiste?

–Porque siempre preparé bien mis herramientas. No improviso. El año pasado, en Londres, estudié el idioma en el Central School of Speech and Drama. Pasaba todo el día en el conservatorio, y después repartía mis tardes entre italiano, canto y baile. Si no trabajás así, no podés esperar nada.

–Pero estás de novia con un italiano, ¿no? Imagino que también practicarás con él.

–¡Sí! Es cierto, estoy de novia con un italiano, pero él vive en Londres. Y no me pidas más detalles, eh. Hasta aquí llegué.

–¿Creés en el amor a distancia?

–Creo en el amor. La distancia es una circunstancia.

–¿Cómo es tu personaje?

–Se llama Consuelo, treintañera, muy inteligente, independiente, y en busca del amor. Fue azafata largos años. De pronto, conoció a Marco, pero él es casado, y se lo oculta.

–¿Te pasó alguna vez lo mismo en la vida real?

–No. Yo jamás saldría con un hombre comprometido.

–¿Qué otros proyectos actorales tenés en vista?

–En la Argentina, la chance de un programa de prime time a mitad de año, y después, una película. En Italia ya tengo tres ofertas para series televisivas. Me animaría a hacer un musical, y a una película dramática también.

–¿Hollywood o Europa?

–Quiero crecer en mi país, en Europa y donde me toque. Siempre doy lo mejor de mí y dejo que las cosas surjan solas. Soy muy, muuuy paciente. Sé esperar.

–¿Cómo sos a la hora de trabajar?

–Una obsesiva. A veces creo que torturo a la gente. Pero estoy segura de que ese esfuerzo extra marca la diferencia.

–¿En otros aspectos de tu vida también sos obsesiva?

–Sí, un poco. Pero eso me hace ser personal. Auténtica. Y por ser obsesiva y perseverante llegué hasta donde estoy. También lo soy un poco en el amor. Aunque cuando estoy bien con alguien me puedo relajar.

–¿Fue difícil tomar la decisión de bajarte de las pasarelas?

–Para nada. Todo camino nuevo implica renuncia y adaptación. La profesión me dio mucho más de lo que esperaba, por suerte: fue el paso clave para encontrar mi vocación.

–¿Y cuándo te diste cuenta?

–Cuando subí al escenario del Opera para hacer Barbie Live. ¡Fue una felicidad absoluta! Sentí que era lo que quería hacer el resto de mi vida. Mi primer ensayo coincidió con mi cumpleaños. Me acuerdo que la sala estaba a oscuras y sólo se veía el escenario. Entré, caminé... fue el mejor regalo. Un clic inolvidable, mágico, decisivo. Casi como descubrir una vocación religiosa.

–¿Cómo reaccionó Pancho Dotto cuando le dijiste que ya no querías ser modelo?

–Lo entendió. Esas separaciones cuestan, no son fáciles... Sobre todo después de tantos años compartidos. Entre nosotros, lo afectivo está intacto, y espero que siga como siempre. Pero se dio cuenta de que yo planteaba un cambio de rumbo total. Que el modelaje era un ciclo terminado.

–¿Fue un adiós para siempre a la carrera?

–No. Ya no será un camino excluyente, pero voy a seguir haciendo mis campañas y comerciales, como desde hace más de una década. Además, con mi hermano creamos una marca de ropa, Di Poggio, por el apellido de mi mamá. Eso me da la posibilidad de seguir en contacto con la moda desde otro lugar: el del diseño en cuero, de botas, zapatos, carteras, camperas y accesorios. Me divierto muchísimo armando las campañas.

–A los 18 años viniste a vivir a Italia sola. ¿Cómo hiciste para no caer en las tentaciones a las que te exponía el ambiente de la moda?

–Siempre te ofrecen cosas, y más cuando trabajás con la imagen: tenés alrededor mucha gente obsesiva. Por suerte, yo nunca tuve problemas alimenticios, y me mantuve al margen de todo. Mi familia, aunque estaba lejos, siempre fue mi contención y mi guía.

–Ahora que tu prioridad es la actuación, ¿te das algunos gustos que antes no te permitías?

–Me sigo cuidando igual, porque al margen de mi trabajo siempre llevé una vida sana. Me crié en el campo, en una familia de cinco hermanos donde papá, que es director técnico de fútbol (Eduardo Solari) y mamá, profesora de educación física, nos inculcaron un concepto de vida sana y equilibrada. No necesito hacer grandes esfuerzos: tengo buena genética y me da placer practicar yoga y pilates. Además, todas las semanas hago mi meditación.

–¿Y qué te pasa por la cabeza en esos largos silencios al meditar?

–Rezo, canto para mis adentros, voy buscando estar cerca de los que quiero.

–Todavía no tenés 30 años, pero te pasaron muchas cosas. ¿Modificarías algo de tu vida?
–Las cosas que la desgracia dibuja en cualquier momento y lugar. Pero es una fantasía de otro tiempo y otro mundo. Soy muy feliz ahora y aquí.

–Creciste, estás feliz, enamorada, bien plantada en lo profesional... ¿Pensás casarte y tener hijos?

–¿Querés decir que estoy crecidita? (se ríe). Es cierto. Vengo de una familia numerosa, con valores que me enorgullecen como hija, y espero ser madre para transmitir lo mismo. ¡Sí, quiero una familia! Pero no planeo mi vida, y menos a largo plazo. Ya llegará el momento.

Por Pablo Procopio. Fotos: Santiago Turienzo.

"Vengo de una familia numerosa, con valores que me enorgullecen como hija. Espero ser madre para transmitir lo mismo. ¡Sí, quiero una familia! Pero ya llegará el momento"

"Comprendí que lo esencial es el amor. Estar, perdonar, permanecer con los que amamos, eso es lo que realmente somos. Pero el aprendizaje fue duro"

Dolce vita

Con el Coliseo de fondo, la diosa argentina posa al estilo de las divas del neorrealismo. En las calles de la capital italiana es blanco de todas las miradas.