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Lionel Messi se quedó sin pasión, sin inspiración

Hizo de todo, es el mejor de la historia y, así y todo, recibe críticas y ataques constantes. ¿Qué más tiene que hacer para demostrar lo que es?

Vuela con la capa de Superman, usa la corona de Pelé, corre con la diestra de Usain Bolt y define con la zurda de Maradona, pero no es perfecto: Messi perdió la pasión.

Anotó 92 goles en un año; ganó 6 Ligas, 3 Champions, 2 Mundiales de Clubes, entre otros torneos menores; rompió redes en España, Italia, Inglaterra, Argentina, Rusia, India y otras decenas de países.

Venció a su gran cuco, Neuer, a quien le anotó por duplicado y, de yapa, bailó al equipo del entrenador que le cambió la vida. Demostró que el secreto del Barcelona era él y no Guardiola.


Dejó sin palabras a Valdano, Cappa, a los argentinos 'sabelotodo', a los hinchas y a la prensa, que siempre esperó cualquier tropezón para levantar el dedo acusador: "Está vacío", "Es español, por eso juega así en la Selección", "No tiene más ganas de jugar".

Jugó al básquet con Lebron James; grabó una publicidad con monstruos como Kobe Bryant y Roger Federer; sacó a bailar a cuanto defensor se le paró enfrente y eclipsó a animales como Diego, Cruyff, Platini y al que te imagines.

Superó ampliamente el cosmos, en ese pique corto inventó jugadas que ni la mente humana puede imaginar. Y, de todas formas, se quedó sin pasión, sin inspiración, sin objetivos.


¿Qué más puede hacer para que no se lo cuestione y para que, por una vez, haya unanimidad de pensamiento y determinar que fue, es y será el mejor?