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Lecciones de Villa Soldati

*Por Gustavo Maurino. Desde la zona sur de la Ciudad hemos sido testigos en tiempo real de las dimensiones trágicas de la pobreza extrema y la crónica fragmentación social , que resultan tanto más crueles al manifestarse en el distrito más opulento de la República.

Desde la zona sur de la Ciudad hemos sido testigos en tiempo real de las dimensiones trágicas de la pobreza extrema y la crónica fragmentación social , que resultan tanto más crueles al manifestarse en el distrito más opulento de la República. Pero también hemos podido apreciar las consecuencias deletéreas que inevitablemente siguen a la destrucción del diálogo democrático , que desde hace tiempo y de manera irresponsable han venido consumando nuestros representantes políticos.

Durante los días más críticos las autoridades federales y locales -todas, obligadas constitucionalmente a proveer condiciones dignas de vivienda para los habitantes- siguieron la lógica del "chicken game ", comportándose como conductores que avanzan a toda velocidad hacia un precipicio para ver quién llega más cerca del borde, a riesgo de que ninguno frene hasta que sea demasiado tarde. Con cuatro vidas perdidas, fue demasiado tarde.

La democracia es una práctica compleja de organización institucional que sólo tiene sentido si las acciones públicas se realizan de manera consistente con sus desafiantes presupuestos.

La política democrática presupone que sólo podemos autogobernarnos colectivamente si ninguno de nosotros tiene todo el poder ; y presupone también que sólo podemos encontrar buenas respuestas colectivas a las cuestiones públicas si todos asumimos que podría haber mejores ideas que las nuestras y nos comprometemos sinceramente a discutir juntos sobre las mejores soluciones posibles.

Aunque el poder se acumule, la democracia se destruye en la pretensión de victorias y derrotas absolutas ; ella necesita de la disposición de los actores políticos a empatar, buscar puntos de acuerdo para avanzar y discutir sus desacuerdos de manera pública y sincera.

La tragedia desarrollada ante nuestros ojos ha sido antes que nada un drama humanitario y social que debe resolverse progresiva y estructuralmente. Pero fue también una muestra del abismo al que exponemos a nuestro sistema institucional si no se reconstruyen los presupuestos dialógicos de la política democrática.