Las sectas y los anti sectas, ¿las dos caras de la misma moneda? Tu opinión importa
En nuestro anterior informe sobre el escrache a Mauricio Macri en la llamada jornada por la "Capital Mundial del Amor", ofrecimos algunos datos sobre la inconveniencia de una legislación que regule las actividades religiosas, o pseudo religiosas, o la llamada pseudo ciencia. Los "tolerantes" que persiguen a los "intolerantes" sectarios nos insultaron con cuanto dialecto conocen. ¿Cuál es el negocio de los modernos inquisidores? Vos también opiná. Por Boimvaser.
Por Jorge D. Boimvaser
info@boimvase.com.ar
Ocurrió hace algunos años en la Plaza San Martín, en Retiro. Una señora entrada en edad se acerca canasta en mano ofreciendo sándwiches y gaseosas. "Paso, gracias", le contesto. La mujer dejó la canasta en el pasto, impostando la voz y me dice: "¿Acepta a Jesucristo como su salvador personal?".
"Señora, tengo otras creencias", la miré sabiendo como seguía la historia.
Me sermoneó que yo terminaría consumiéndome en el infierno por la eternidad y esas cosas que ya todo el mundo conoce de qué se trata. Y finalizó sus maldiciones lamentándose que no le comprara nada y además no podía volver a su Templo Evangélico esa noche si no llevaba "un alma perdida reconciliada con el Cielo".
La creencia que profesaba esa mujer está debidamente inscripta en el Registro de Cultos (me dijo a qué Iglesia pertenecía), y no puedo decir que tal dama había sufrido una coacción psicológica o lavado de cerebro.
Una bella mujer como Yuyito González (ex vedette) repite la misma frase en cada programa televisivo al que concurre, y lo mismo vale para ella. Es su creencia y aunque no la compartas tiene todo el derecho de hacerlo.
Cuando Jorge Porcel adhirió al evangelismo, decía lo mismo postrado en una silla de ruedas y su imagen era lastimosa. Arrepentido y casi converso de haber tocado colas (y mucho más) durante su vida artística, pregonaba también las llamas del infierno para quien no siguiera sus pasos.
Son elecciones de vida personales que nadie tiene derecho a coartar y mucho menos perseguir.
Hay mil ejemplos parecidos que todos conocen. El "Maestro Amor" (quien se quedó con la primera mujer de Claudio María Domínguez) fue procesado por delitos contemplados en el Código Penal, lo que diga desde un altar o invocando su presunta espiritualidad para lograr fines propios de un sátrapa sexual queda en la conciencia de quien decide creerle o no.
La gente débil de carácter sucumbe a cualquier engaño, religioso, político o lo que fuese. Insistimos: Una ley regulatoria como la que se promueve desde el sitio www.leyantisectas.com es Inquisidor, aunque su vocero Pablo Salum desate sus peores fantasmas insultándonos y calificándonos como ignorante, injurioso (solo por no estar de acuerdo con ellos, porque lo nuestro no es insultar ni faltar el respeto a nadie) y sus aliados hagan lo mismo en actitudes tan intolerantes de disenso que asustan.
El proyecto de Ley de esta gente es ambiguo e inconsistente. No resiste el menor análisis. Dicen que trabajan con equipos de abogados y psicólogos, lo cual no es garantía de nada. También los carteles de la droga cuentan con profesionales de todo tipo y eso no los hace buenitos ni chicos bien.
Uno de los primeros "cruzados" en esto de organizar grupos llamados anti sectas fue un tal Alfredo Silletta, ex empleado del Congreso que descubrió el nicho comercial de meter miedo a los padres de adolescentes con el tema de la captación sectaria. Editó libros, ofreció conferencias y asesoramientos pagos para enseñar exorcismos contra personajes nefastos, delincuentes vestidos con ropaje religioso.
El ex diputado Eduardo Varela Cid se prendió a la caza de brujas de Silletta hasta que desnudó judicialmente que lo suyo era el chantaje, como demostró a mediados de los 90 el empresario José Ongaro respecto de una ley sobre correos que se debatía en el Parlamento.
Siete años en Miami huyendo de la justicia le cortó su costumbre local de perseguir grupos pseudo religiosos, pidiéndoles el diezmo para cesar las denuncias.
O sea: Buen negocio resultó ser la prédica anti sectas de aquellos personajes.
A Varela Cid lo ayudó el exilio en USA. Creó una de las primeras empresas de libros electrónicos y vendió su parte en una suma varias veces millonaria. La última referencia de él fue haber participado –de incógnito-, en la campaña electoral fallida de Eduardo Duhalde.
Quien alentó estas campañas dignas de la Edad Media era el obispo de Mercedes, Emilio Ogñenovich. Sacerdote de prédica ultra conservadora quería perseguir a todo quien no compartiera su credo. Recaudaba dinero entre fieles de buen poder adquisitivo o los hacía financiar campañas contra otros grupos religiosos también bajo el paraguas que eran "simpatizantes o adoradores de Satanás". Alfredo Silleta y demás, agradecidos.
Estos días los émulos de Ogñenovich tienen un vínculo en Internet actuando como Iesvs.org , y ya han lanzado prédicas calificando al yoga como una actividad demoníaca y anticristiana.
Asustar a los seguidores con la figura del satanismo y otras diatribas similares no es lavado de cerebro, quienes quieran aceptarlo tienen tanta libertad para hacerlo que no se los debe perseguir con leyes. En el fondo infunden pena y hasta algo de risa.
Bernardo Stamateas es a los tiempos modernos lo que fue el Pastor Giménez hace dos décadas. Ambos pelean hoy subterráneamente desde radios FM que pagan mucho dinero por alquilarlas, y todo por ganarse un pedazo de audiencia que después aportan en sus iglesias.
¿Perseguirlos por eso? Jamás, vos y yo tenemos libertad de conciencia para saber donde depositar nuestra creencia espiritual, sin necesidad que la nueva camada de inquisidores nos diga qué está bien y qué es satánico.
Y si alguien se viste de santo para esquilmarnos, las leyes actuales alcanzan para poner los delitos en expedientes judiciales. El delito del umbandismo es matar animales (y hasta personas, como sucedió en Pinamar) bajo la excusa de sacrificios a los dioses, no es ilegal reivindicar los ritos africanos. Y así pueden enumerarse mil casos más.
¿Vos qué opinas?
info@boimvase.com.ar
Ocurrió hace algunos años en la Plaza San Martín, en Retiro. Una señora entrada en edad se acerca canasta en mano ofreciendo sándwiches y gaseosas. "Paso, gracias", le contesto. La mujer dejó la canasta en el pasto, impostando la voz y me dice: "¿Acepta a Jesucristo como su salvador personal?".
"Señora, tengo otras creencias", la miré sabiendo como seguía la historia.
Me sermoneó que yo terminaría consumiéndome en el infierno por la eternidad y esas cosas que ya todo el mundo conoce de qué se trata. Y finalizó sus maldiciones lamentándose que no le comprara nada y además no podía volver a su Templo Evangélico esa noche si no llevaba "un alma perdida reconciliada con el Cielo".
La creencia que profesaba esa mujer está debidamente inscripta en el Registro de Cultos (me dijo a qué Iglesia pertenecía), y no puedo decir que tal dama había sufrido una coacción psicológica o lavado de cerebro.
Una bella mujer como Yuyito González (ex vedette) repite la misma frase en cada programa televisivo al que concurre, y lo mismo vale para ella. Es su creencia y aunque no la compartas tiene todo el derecho de hacerlo.
Cuando Jorge Porcel adhirió al evangelismo, decía lo mismo postrado en una silla de ruedas y su imagen era lastimosa. Arrepentido y casi converso de haber tocado colas (y mucho más) durante su vida artística, pregonaba también las llamas del infierno para quien no siguiera sus pasos.
Son elecciones de vida personales que nadie tiene derecho a coartar y mucho menos perseguir.
Hay mil ejemplos parecidos que todos conocen. El "Maestro Amor" (quien se quedó con la primera mujer de Claudio María Domínguez) fue procesado por delitos contemplados en el Código Penal, lo que diga desde un altar o invocando su presunta espiritualidad para lograr fines propios de un sátrapa sexual queda en la conciencia de quien decide creerle o no.
La gente débil de carácter sucumbe a cualquier engaño, religioso, político o lo que fuese. Insistimos: Una ley regulatoria como la que se promueve desde el sitio www.leyantisectas.com es Inquisidor, aunque su vocero Pablo Salum desate sus peores fantasmas insultándonos y calificándonos como ignorante, injurioso (solo por no estar de acuerdo con ellos, porque lo nuestro no es insultar ni faltar el respeto a nadie) y sus aliados hagan lo mismo en actitudes tan intolerantes de disenso que asustan.
El proyecto de Ley de esta gente es ambiguo e inconsistente. No resiste el menor análisis. Dicen que trabajan con equipos de abogados y psicólogos, lo cual no es garantía de nada. También los carteles de la droga cuentan con profesionales de todo tipo y eso no los hace buenitos ni chicos bien.
Uno de los primeros "cruzados" en esto de organizar grupos llamados anti sectas fue un tal Alfredo Silletta, ex empleado del Congreso que descubrió el nicho comercial de meter miedo a los padres de adolescentes con el tema de la captación sectaria. Editó libros, ofreció conferencias y asesoramientos pagos para enseñar exorcismos contra personajes nefastos, delincuentes vestidos con ropaje religioso.
El ex diputado Eduardo Varela Cid se prendió a la caza de brujas de Silletta hasta que desnudó judicialmente que lo suyo era el chantaje, como demostró a mediados de los 90 el empresario José Ongaro respecto de una ley sobre correos que se debatía en el Parlamento.
Siete años en Miami huyendo de la justicia le cortó su costumbre local de perseguir grupos pseudo religiosos, pidiéndoles el diezmo para cesar las denuncias.
O sea: Buen negocio resultó ser la prédica anti sectas de aquellos personajes.
A Varela Cid lo ayudó el exilio en USA. Creó una de las primeras empresas de libros electrónicos y vendió su parte en una suma varias veces millonaria. La última referencia de él fue haber participado –de incógnito-, en la campaña electoral fallida de Eduardo Duhalde.
Quien alentó estas campañas dignas de la Edad Media era el obispo de Mercedes, Emilio Ogñenovich. Sacerdote de prédica ultra conservadora quería perseguir a todo quien no compartiera su credo. Recaudaba dinero entre fieles de buen poder adquisitivo o los hacía financiar campañas contra otros grupos religiosos también bajo el paraguas que eran "simpatizantes o adoradores de Satanás". Alfredo Silleta y demás, agradecidos.
Estos días los émulos de Ogñenovich tienen un vínculo en Internet actuando como Iesvs.org , y ya han lanzado prédicas calificando al yoga como una actividad demoníaca y anticristiana.
Asustar a los seguidores con la figura del satanismo y otras diatribas similares no es lavado de cerebro, quienes quieran aceptarlo tienen tanta libertad para hacerlo que no se los debe perseguir con leyes. En el fondo infunden pena y hasta algo de risa.
Bernardo Stamateas es a los tiempos modernos lo que fue el Pastor Giménez hace dos décadas. Ambos pelean hoy subterráneamente desde radios FM que pagan mucho dinero por alquilarlas, y todo por ganarse un pedazo de audiencia que después aportan en sus iglesias.
¿Perseguirlos por eso? Jamás, vos y yo tenemos libertad de conciencia para saber donde depositar nuestra creencia espiritual, sin necesidad que la nueva camada de inquisidores nos diga qué está bien y qué es satánico.
Y si alguien se viste de santo para esquilmarnos, las leyes actuales alcanzan para poner los delitos en expedientes judiciales. El delito del umbandismo es matar animales (y hasta personas, como sucedió en Pinamar) bajo la excusa de sacrificios a los dioses, no es ilegal reivindicar los ritos africanos. Y así pueden enumerarse mil casos más.
¿Vos qué opinas?