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La trágica muerte de María Laura Sirera: otro femicidio evitable

Aquí dejo una reflexión. No se puede ni se debe actuar como abogado en propia causa.

Otro femicidio nos conmueve. En esta ocasión fue asesinada por su ex marido, la abogada María Laura Sirera.

La pareja estaba tramitando el divorcio. Quienes conocen a la pareja indican que nunca hubo episodios de violencia entre ellos. Pero al llegar al lugar del hecho, la policía encontró en la casa escrituras y documentación de otros bienes con lo cual podemos presumir que el móvil del crimen tuvo que ver con desacuerdos en la parte económica de la separación. 

La autopsia determinó que la víctima murió como consecuencia de haber recibido 18 martillazos en la cabeza. Ella intentó defenderse en el suelo y el arma fue un martillo de carpintero que se encontraba en la pileta de la cocina.

El homicida fue encontrado dentro de su auto a unos 10 kilómetros de la casa. Se había cortado el cuello y se encuentra internado en el hospital de Pilar en estado grave.

Interviene la fiscal Carolina Carballido, que fue quien logró la condena a prisión perpetua para Fernando Farre, quien ultimara a cuchilladas a su ex mujer en un country de Pilar.

Usted se preguntará que tienen en común estos episodios. Aquí tratare de ser lo más claro y directo posible. Todo conflicto humano se resuelve hablando y razonando, cuando esto no es posible, aparecemos los abogados, quienes escuchamos a uno y otro y tratamos de acercar a las partes. A veces es posible otras veces no. En ambos casos fallaron los abogados. En el caso de Farre, dejaron que las partes negociaran, y cómo terminó: en un brutal y horrendo femicidio.

En el crimen de Laura Sirera, ambos procuraron actuar como abogados en causa propia, ya que ambos son abogados.

Aquí dejo una reflexión. No se puede ni se debe actuar como abogado en propia causa. Nadie puede mediar y mucho menos ser efectivo en defender intereses y estos intereses cuando no hay abogados en el medio. S eguro terminan en tragedias. Enormes tragedias evitables, por cierto, cuando el amor termina, comienzan los conflictos por ver quién se queda con más o menos cosas. Estos conflictos en mi opinión son la CODICIA, mal muy frecuente en estos tiempos.

La codicia entre las personas hace detonar los más bajos instintos de las personas, y esto se ve en dos episodios con personas que en condiciones elementales jamás matarían ni a una mosca.

En estos momentos recuerdo algo que una vez me dijo mi madre, “el amor es ciego, pero la convivencia devuelve la vista…” Usted me entiende, que grande era mi viejita.

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