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La Ley sobre las Dificultades Especiales del Aprendizaje: la deuda pendiente del Congreso con nuestros chicos

El proyecto está parado en Diputados y afecta el proceso de aprendizaje de los menores argentinos.

La Ley sobre las Dificultades Especiales del Aprendizaje (DEA) se presentó hace un año en el Congreso, posee media sanción en el Senado pero no fue tratada en la Cámara de Diputados. Los familiares de los chicos afectados no tienen herramientas para mejorar la escolaridad.

El Proyecto de Ley Nacional fue impulsado por el Comité Científico de la Asociación Dislexia y Familia (DISFAM) y busca generar igualdad en las condiciones y oportunidades de los alumnos ante la diversidad de habilidades y dificultades.

Personalidades como Thomas Edison, Albert Einstein, Winston Churchill, Steven Spielberg o Steve Jobs fueron considerados "mentalmente lentos" o "problemáticos" en la escuela por la dislexia. Todos presentaban dificultades en la adquisición correcta de la palabra leída y fueron privados de las herramientas necesarias para un aprendizaje exitoso.


La dislexia radica en una deficiencia en el componente fonológico del lenguaje que dificulta la adquisición de la lectura en forma fluida, exacta y automatizada. Es la DEA más frecuente con una incidencia en la población del 15% y se estima que 2 ó 3 chicos por clase son disléxicos.

La persona disléxica es un individuo sano que posee un coeficiente intelectual normal o alto.

"Si un niño no habla de manera adecuada y no es atendido para que pueda superar sus dificultades antes del inicio del aprendizaje de la lectura y escritura, será un alumno en riesgo de presentar una dificultad específica de aprendizaje: sus posibilidades de fracaso escolar serán difíciles de compensar y su compromiso emocional será una limitante en sus logros para toda la vida", explicó a este medio la fonoaudióloga y miembro de DISFAM, Isabel Galli de Pampliega (MN: 8158).

"No es una dificultad que no pueda ser reconocida a edades tempranas, sólo se requiere estar formado para ello y entender cómo se adquiere el lenguaje. Quienes nos hemos especializado en estas áreas podremos adecuar los contenidos a las reales posibilidades de cada alumno, reconociendo que todo ser humano tiene fortalezas y debilidades y que con pequeñas adecuaciones las personas con dislexia pueden acceder al conocimiento sin problemas", se explayó la especialista.

Además, la dislexia se encuentra asociada a la dificultad en la adquisición de la palabra escrita (disgrafía), a la presencia de errores ortográficos (disortografía), a la dificultad para la realización de cálculos matemáticos (discalculia) y, en menor medida a la recepción, comprensión y expresión del lenguaje hablado (Trastorno Específico del Lenguaje).

La falta de conocimientos sobre las DEA o las propias dificultades de las instituciones escolares exponen a los disléxicos a situaciones angustiantes. Uno de los ejemplos más claros es la exposición a los disléxicos a leer en voz alta sin un previo aviso: un niño con dislexia utiliza tres veces más tiempo que sus compañeros para poder hacerlo.

"Los propios docentes tildan de vagos a los alumnos o los consideran problemáticos y perturbadores dentro del aula pero la dificultad para leer, que se asocia frecuentemente con la dificultad para escribir y hablar, compromete siempre e indefectiblemente la atención: la falta de atención es consecuencia de la dislexia y no la causa de su dificultad lectora. Los alumnos disléxicos se cansan más rápido porque realizar una tarea les supone cinco veces más de energía que a sus compañeros. Copiar del pizarrón, por ejemplo, es una actividad agotadora para ellos", completó la doctora Galli en diálogo con DiarioVeloz.