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Hacer foco sobre los costos

*Por Walter Giannoni. El desboque de las importaciones a lo largo de 2010 junto con la continua pérdida de rentabilidad de algunos sectores de la industria y el comercio, son dos caras de una misma moneda: la resignación de competitividad como resultado de la inflación. Walter Giannoni.

El desboque de las importaciones a lo largo de 2010 –y particularmente en diciembre último– junto con la continua pérdida de rentabilidad de algunos sectores de la industria y el comercio, son dos caras de una misma moneda: la resignación de competitividad como resultado de la inflación.

Con un proceso de renovación interna a la vista, la Unión Industrial Argentina (UIA) se quejó de que una parte significativa de la intensa actividad económica no se traduce en la demanda de bienes producidos en el país, en función de que numerosas categorías son reemplazadas por productos traídos del exterior, con el conocido aumento interanual de las importaciones.

El dólar anclado alrededor de los cuatro pesos le plantea una dura batalla a las manufacturas argentinas, tanto a los llamados “sectores sensibles” (textiles, calzado y juguetes), como a otros rubros donde tallan las ventajas de China en materia de producción y precio. Hay un producto importado de aquel país que, si bien ya tiene bastante tiempo en el mercado, marca claramente hasta dónde se ha metido la fiebre importadora: los cerámicos. Pensar que se puedan traer contenedores desde un lugar tan lejano con este tipo de piezas (manufacturas derivadas de la arcilla) y que, puestas en el mercado, resultan más baratas que las hechas en el país, es por lo menos sorprendente.

No es para tanto. De todas formas, está por verse hasta qué punto esta invasión impacta en la industria argentina que, dicho sea de paso, utiliza muchas de estas cosas como insumos para los bienes que fabrica, tal el caso de las autopartes. Para el economista Dante Sica, a diferencia de fines de los ‘90, hoy existe una demanda interna que devora a los bienes nacionales y a los traídos del exterior. En aquel tiempo, tras la devaluación de Brasil, el mercado se hundió.

Como una paradoja de los tiempos, el nivel del real vuelve a meterse por estos días en la agenda empresaria. Otro tema es cómo funcionan las importaciones en el mercado interno y cómo ha resultado afectado su circuito de comercialización por la inflación. Mayoristas y minoristas sostienen que, como el dólar está planchado, los precios de los importados expresados en dólares no experimentan variaciones.

Pero, como contrapartida, aumenta la presión de los costos fijos, en particular por la suba de salarios, que promete un 2011 intenso. Sincerar esa presión en los precios finales es una tarea compleja que puede dejar al comerciante fuera de mercado. Los resultados son previsibles: vender con baja rentabilidad obliga a ajustar el gasto puertas adentro de las empresas. En esa tarea están enfrascados muchos empresarios Pyme.