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Fusilamiento o cadena perpetua. Default o acuerdo

Turno de la bonhomía patriótica en el país de las opciones tristes.

Máximo Kirchner, El Influencer, supo aportar suspenso juvenil a la «Tragicomedia del Fondo y la Argentina garca».
Trasciende que Alberto -El Poeta Impopular que preside el gobierno de La Doctora- pretende emanciparse.
Sus Espartacos insaciables ya se comieron el pancho de varios amagues. Pero hoy suponen que llegó el momento de emanciparse de verdad.
Primero, los Espartacos se frustraron cuando el doctor De Pedro, El Wado, dejó de ser «Wadito».
Cuando «Wadito», acaso impulsado por La Doctora, apretó a Alberto con la renuncia (después de la derrota tergiversada como triunfo).
Pero la instancia real de emancipación surgió cuando El Influencer, en un arrebato de dignidad, plantó la renuncia como titular del bloque de La Pajarera.
No podía defender los trapos del gobierno cuando, en la Pajarera, se tratara el maldito tema del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Causa que El Influencer sentía ajena. Ideológicamente comprometido por el mandato de Néstor, El Furia.
En su momento, El Furia supo humillar al Fondo a los billetazos limpios.
Para que cada tres meses el perverso Fondo no lo auditara. Y lo dejara gobernar (recaudar) en paz.
Imposible traicionar, para El Influencer, el mandato paterno. Patrocinar otro acuerdo con el Fondo “que trajo de vuelta Macri”.
El trigésimo quinto “marco de entendimiento” contiene el atributo de procrastinar la desgracia irreparable.
Fusilamiento o cadena perpetua. Default o acuerdoDemorar la ceremonia de fusilamiento del default.
Se prefiere lanzar la jabalina del tendal hacia adelante. Para que la recoja el sucesor.
Que probablemente no va a ser del “palo”. Aunque en el palo opositor prosperen los peores desconciertos.

Aires fileteados

El aire se filetea como el pescado. La Doctora y Alberto fingen mantener una distancia cordial.
Pero la relación también está fileteada y ya no tiene retorno.
Ambos cuidan saludablemente las formas. La Doctora se muestra capacitada para emular el arte gesticular de Marcel Marceau.
Diez días atrás, en Olivos, antes de la vernissage legislativa, compartieron un té (aunque ella tomó solo agua mineral Nestlé).
Fue lo suficientemente breve como para que no florecieran reclamos ni reproches. Nada para decir. «Ninguna escena, ningún daño».
Bastaba con la mímica de Marceau. Porque La Doctora sabe que el ministro Martín Guzmán, El Chapito, le mintió.

No es sospecha inspirada en intuición. Es certeza.
Chapito le mandó la información cambiada. Como a Máximo.
Consta que a Alberto le conviene que La Doctora crea que él forma parte de la mentira.
Y que no crea que a Alberto también le hayan mentido.
Fusilamiento o cadena perpetua. Default o acuerdoArrastrado por las sarasas y fantasías. Manipulaciones discretas que convirtieron a Alberto en rehén de Guzmán.
Pero Alberto se esmera en simular que conduce a Guzmán. Obligado a aprobar lo que el ministro disponga. Asociado al destino.
Es grave porque el destino que La Doctora y El Influencer le reservan a Guzmán es el alejamiento del gobierno. Y devolverlo a Stiglitz con una estampilla en la calva. Sea aprobado, lo más probable, el “marco de entendimiento”.
La cadena perpetua que rescata al país del castigo de la hoguera.
O sea el default, presentado como fusilamiento.

Juego de rehenes recíprocos

El aire estuvo fileteado también en la vernissage del Congreso.
Alberto proponía a los legisladores la edulcorada literatura del entendimiento, cuando transcurrió el previsible papelón de la retirada de los opositores sentimentales.
Criticar a Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, fue el recurso salvador que benefició especialmente a Facundo Manes, Cisura de Rolando. Creció en consideración racional solo por quedarse quieto. Petrificado para atender la monotonía presidencial.

Alberto pasó piadosamente a la ofensiva el 1º de marzo. Salió del paso y puede continuar con la doble funcionalidad del rehén.
Primero, por ser rehén de La Doctora que, a través de un tuit, lo hizo presidente.
Pero La Doctora le perdonó la vida hasta aquí sin percatarse que la ficha se le daba vuelta.
Ella precisamente se convertía en rehén de Alberto.
Fusilamiento o cadena perpetua. Default o acuerdoAparte Alberto es también rehén del ministro que emerge como el salvador que rescata al país de la hoguera. Aunque sea apuntado, en la cabeza, por El Influencer.
Y por el elemento de reserva que todavía no fue indultado por Alberto. Que espera en el banco de suplentes de su despacho.
El Wado, el ex Wadito. Pugna por la cadena perpetua que nos libere de «la catástrofe» del fusilamiento.
Queda la esperanza del buen comportamiento. De una amnistía. O el desmantelamiento (por Putin) de los acreedores.
Lo destacable es que Guzmán logró embocar juntitos a La Doctora y a Máximo (y acaso también al señor presidente).
El Chapito solo chocó con dos obstáculos. Con Sergio Massa, El Conductor, y con Juan Manzur, El Menemcito.
Ambos tenían el boleto picado de Guzmán y no fueron arrastrados por las fantasías ni los ocultamientos.
Portadores de la información calificada que procede de los titiriteros de Washington que instruyen a los empleados jerárquicos del Fondo.

La bonhomía patriótica

Al oficialismo patriótico le queda la alternativa exclusiva de acompañar. Aunque teman que la aprobación les facilite la estratégica sepultura política. Por patrocinar la desventura del ajuste vulgar. Por irremediablemente cómplices.
Sometidos a las auditorías trimestrales que El Furia, desde el Purgatorio, condena. Sin contemplada resignación.
Y los opositores sentimentales que se fueron enojados, porque se sintieron agredidos, tienen la alternativa similar.
Fusilamiento o cadena perpetua. Default o acuerdoNo pueden dejar que el país se consuma en la hoguera del default. Cargan con la culpa histórica de las llamaradas infernales.
Aparte, deben tener la bonhomía de aprobar un proyecto de ley que los define, sin gran rigor, como “irresponsables”.
En el prefacio dirigido al “presidente del Honorable Congreso de La Nación” se alude a la “deuda externa que había sido irresponsablemente aumentada durante el período diciembre de 2015 y marzo de 2018”.
La bonhomía del opositor entregado debe suscribir con patriotismo otro reto.
Por “firmar el Acuerdo Stand-By del año 2018 sin que el HONORABLE CONGRESO DE LA NACIÓN discutiera, con madurez democrática y transparencia, un programa de la envergadura del Stand-By solicitado al FONDO” (sic).

La consulta al Congreso “debió ser insoslayable, por imperativo constitucional, institucional y político”.
No conformes, los opositores del Tercer Gobierno Radical que se la comen deben tener la patriótica bonhomía de no abandonar la lectura (como si fuera el recinto).
Menos cuando lean que “la firma y aprobación de este Programa de ningún modo significa que se desistan las acciones judiciales iniciadas con relación al programa del año 2018”.
El prefacio que hoy leen los diputados oficialistas que se juegan la sepultura estratégica, y los diputados opositores que apelan al atributo de la bonhomía, lo firma Chapito Guzmán, el ministro, Menemcito Manzur, el Premier, y Otálora, al final, Alberto, presidente extendido o acabado.
La cadena perpetua, después de todo, conserva siempre la atracción del indulto.

 

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