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En medio de las negociaciones, el FMI empeoró drásticamente su pronóstico para la economía argentina

El Fondo Monetario, que en abril estimaba que el país iba a crecer 0,2% ahora ve una caída de 2,5% en la actividad y una inflación de 120%.

En medio de las negociaciones con Argentina, el Fondo Monetario bajó con fuerza sus proyecciones sobre la economía: pasó de evaluar que crecería 0,2% en abril pasado a calcular que caerá 2,5% este año.

Los valores de mitad de año son todavía más duros si se compara con las estimaciones que el organismo había realizado en enero y marcaban un crecimiento de 3%.​

En cuanto a la inflación, ahora sostiene que llegará a 120% este año, por encima del 98,6% de abril y el 72,4% del 2022. Y, a contra mano, de la tendencia global, que muestra una caída este año.

"Argentina enfrenta una situación muy difícil, en particular, agravada por la sequía agrícola del último año", dijo el economista jefe del Fondo, Pierre-Olivier Gourinchas al presentar el informe de perspectivas económicas.

Los técnicos explicaron desde Washington que su revisión fue a la baja por la sequía y que esperan un rebote del 3% en 2024. Y sobre la inflación, señalaron que se requiere una "moderación" y políticas "estrictas" para alcanzar el 120%, dando a entender que si no, podría ser aún más alta.

El organismo salió a respaldar el lunes las medidas oficiales que encarecen el dólar, en medio de duras negociaciones para destrabar fondos frescos y aplacar las presiones cambiarias, que dispararon el blue a $ 552.

El Gobierno oficializó el lunes una devaluación vía impuestos, que subió el dólar ahorro a $ 492 y elevó el tipo de cambio para importar bienes y servicios -salvo excepciones- a $ 290 y $ 338. También aumentó el dólar agro a $ 340.

El Gobierno lo hizo para evitar un salto discreto del dólar oficial y un fuerte ajuste fiscal, como exigía el FMI. Pese a los gestos, el ministro y precandidato presidencial Sergio Massa sigue tironeando con el Fondo.

Con reservas en terreno negativo, Massa busca un desembolso anticipado para cancelar los pagos de deuda por US$ 3.500 millones que vencen el lunes y martes próximo.

Tal como publicó Silvia Naishtat en Clarín, el ministro le expresó la urgencia de pagar y obtener ayuda financiera antes de este viernes a la titular del FMI, Kristalina Georgieva, en un contacto que mantuvo ayer por la mañana.

Si bien el organismo reconoció el domingo que habían finalizado "aspectos medulares" del trabajo técnico para refinanciar la deuda de US$ 44.000 millones tomada en 2018, todavía no anunció un acuerdo técnico.

La expectativa de Massa es que se conozca este miércoles o jueves. Mientras tanto, el equipo económico no descarta la posibilidad de demorar pagos hasta la llegada de desembolsos, con el aval del FMI.

"Hay opciones y se están explorando y se tomarán de común acuerdo", señalaron en un despacho oficial. Otra alternativa es pagar con yuanes, como se hizo en junio, pero "no es la primera opción", reconocieron.

Las últimas medidas apuntan a sumar reservas y recomponer la recaudación, afectada por la sequía, dos exigencias del Fondo. El costo, según los analistas, es una aceleración de la inflación en un año que se espera hasta un 150%.

 

El lastre de las tasas

La revisión a la baja de la Argentina se enmarca en una desaceleración del crecimiento global. El FMI proyecta que la actividad disminuya de un 3,5% estimado para 2022 a 3% en 2023 y 2024.

El trasfondo de esa expansión "débil" es la suba de las tasas de interés de los bancos centrales para combatir la inflación, que sigue lastrando la actividad económica.

En las economías avanzadas, la desaceleración prevista sigue siendo significativa: de 2,7% en 2022 a 1,5% en 2023, mientras en América Latina y el Caribe se espera una disminución de 3,9% en 2022 a 1,9% en 2023.

En ese contexto, se prevé que la inflación mundial descienda de 8,7% en 2022 a 6,8% en 2023 y 5,2% en 2024, y que la inflación núcleo disminuya de forma más gradual.

Para el Fondo, no obstante, "en la mayoría de las economías, la prioridad sigue siendo lograr una desinflación sostenida garantizando a la vez la estabilidad financiera".

"Por lo tanto, los bancos centrales deben mantener su atención centrada en restaurar la estabilidad de precios y reforzar la supervisión financiera y la vigilancia de los riesgos", señaló en su informe.

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