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El drama de la inseguridad, la realidad y la sensación

*Por Federico Guillermo Atencio. En estos días se ha conocido un enfoque que atribuye a las estadísticas oficiales la entidad necesaria como para determinar con pretendida exactitud las ilicitudes que a diario la sociedad palpa de distinta forma.

Así, subrepticiamente, se volvió a la carga con la remanida "sensación de inseguridad", a la que se maquilla ahora como "inseguridad subjetiva o térmica" y se le atribuye la capacidad de provocar -artificialmente- el "pánico delictivo" que, se sostiene, resulta funcional al "populismo punitivo".

Esta línea de pensamiento remarca su diferencia con la "inseguridad objetiva" -que se considera como la real- , a la que se sostiene como "muy menor", teniendo en cuenta para ello el Sistema Estadístico de Procuración (SIMP) que, desde el año 2008, demuestra que las tasas estadísticas de los delitos son cada vez más bajas.

Se enfatiza, desde esa postura, que se debe atender a dicha fuente de información, habida cuenta de que se nutre de las cifras que surgen de investigaciones penales iniciadas, a las que diferencia de los "delitos cometidos", y que evidencian lo falaz de las mediciones que "vuelan por los aires".

Coincido en que no toda denuncia o investigación oficiosa comporta un dato indiscutible de delitos cometidos, pero también conozco que no todo delito cometido se denuncia ni se investiga de oficio.

Sin considerarme un sostenedor de la "demagogia punitiva" ni integrante del populismo que la aliente, no le temo a la inseguridad térmica, subjetiva, difundida ni volátil.

Sí me preocupa que, todavía, se pretenda resucitar el estandarte de la inseguridad virtual a la que la realidad sumergió en la sangre de los muertos y las lágrimas de los deudos, pautas éstas que sí considero aptas para que el Estado adopte una efectiva política criminal que impida que los delitos se cometan y, consecuentemente, que se imaginen o se publiquen como perpetrados.

La efectiva cantidad de ilícitos consumados no se corresponde ni con la panicosa sensación social ni con las frías estadísticas alimentadas en datos falsos por parciales.

Para su adecuada mensura se hace necesario percibir la auténtica inquietud que esta problemática provoca, despojados de preconceptos políticos que, por cierto, comportan un velo que impide ver la realidad tal como es.

El Soberano debe ser obedecido y escuchado en lo que sufre y en lo que siente sin que se deba pretender que sienta menos pese a que esté sufriendo más.

(*) Juez de Garantías del Departamento Judicial La Plata