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El conflicto que anticipó DiarioVeloz.com y nadie quiso escuchar

Fue a comienzos de septiembre que anticipamos desde este mismo espacio que era inminente un conflicto salarial en Gendarmería (arrastraba a Prefectura). Nos insultaron en todos los dialectos, nos llamaron "desestabilizadores" y otros términos descalificatorios. Enterate qué dijimos entonces. Por Boimvaser.

Por Jorge D. Boimvaser
info@boimvaser.com.ar
 
Escribimos entonces: "La bronca de los Gendarmes está por estallar mal si se cumple el vaticinio de una resolución reservada (la número 891 que Diario Veloz tiene en exclusividad) del Ministerio de Seguridad que con la firma de Nilda Garré avanza sobre las remuneraciones del personal de la Fuerza tendiente –lisa y llanamente- a bajarle las remuneraciones antes de fin de año".
 
Continuamos en ese informe:" La reacción en cadena es obvia, bajan los sueldos de la cúpula y por efecto dominó caen todos los salarios de los gendarmes, entonces si éstos se paralizan chau seguridad y chau procedimientos anti drogas y anti delincuencia en las zonas más rojas del país".
 
Lo rematamos con información que alguien llegó a tildar de "delirante", y no solo desde el gobierno. También algunos opositores la calificaron de alarmista. Así concluíamos:
 
¿Descabezar otra vez a la cúpula de Gendarmería como hizo la Ministra de Seguridad en febrero pasado como consecuencia del misterioso Proyecto X de espionaje ilegal?

"Qué hagan lo que quieran pero que no se metan con los bolsillos de los Gendarmes porqué ahí si se arma",  dice un vocero informal de la fuerza que obviamente pide reserva de identidad.
 
Es cierto que algunos datos recibidos de fuentes inobjetables nos parecían difíciles de digerir. Que los Comandantes de la Gendarmería y Prefectura se asignaran sus propios salarios, ganando algunos por encima de los 100 mil pesos mensuales mientras en los escalafones más bajos las remuneraciones estuviera alrededor de los 7 mil pesos, parecía demencial.
 
Pero vimos copias de recibos de sueldos para comprobar que esa información fuese cierta antes de publicarla. El periodismo digital sigue algunas pautas propias de fluidez y agilidad en estos reportes. Abrumar con copias de documentos a los lectores no es conveniente, pero sí los periodistas tenemos que verlos antes para estar seguro de publicar solo la verdad.

Tenemos una experiencia en estas lides que data de 1987. Mientras el alfonsinismo dormía una larga siesta de ingenuidad respecto a lo que ocurría en el seno de las Fuerzas Armadas, voceros militares nos contaban que un alzamiento o motín de protesta era inminente. Se acercaba Semana Santa y los rumores que en esa fecha explotaría un conflicto de magnitudes era tema de todos los días.
 
Publicamos entonces –en el diario La Prensa- lo que estaba en marcha y el entonces Ministro de Defensa (Horacio Jaunarena, una buena persona dispuesta a escuchar todo lo que acontecía en el ámbito militar) sólo nos pidió mesura para que no se agitaran las aguas más de la cuenta.
 
Jaunarena le informaba a Raúl Alfonsín las versiones que circulaban en los corrillos militares, pero el resto del gabinete radical despreciaba esos partes de inteligencia.
 
Hasta la SIDE entonces le informaba al Presidente de la Nación que no había porqué preocuparse, que los informes periodísticos eran "maniobras desestabilizantes" (lo mismo que dijeron estos días los voceros kirchneristas).
 
Finalmente cuando Aldo Rico se puso a la cabeza del levantamiento "carapintada",  la realidad dio de bruces contra los que nos acusaban de desestabilizadores.
 
Con ese conocimiento del terreno, nos largamos en septiembre a informar que la crisis en Gendarmería-Prefectura estallaría antes de fin de año. Ni bien recortaran los sueldos el iceberg saldría a flote.
 
Ahora ocurre algo diferente a 1987. La Presidente Cristina Fernández hace tiempo comenta por lo bajo que ya no tolera más a Nilda Garré, puso un escalafón de autoridad más bajo de ella a Sergio Berni pero no se animó a desplazarla del Ministerio de Seguridad. Horacio Verbitzky, otrora aliado de Garré, le puso una fecha límite a un asunto delicado que pone en juego la vida de los uniformados que cumplen tareas de seguridad en geografías críticas, como son los asentamientos más conflictivos de Capital y Gran Buenos Aires.
 
El tema que enfrentó al periodista con Garré es que ésta intentaba hacerle "chapa y pintura" a los chalecos anti bala que usa el personal que entra en combate con delincuentes mejor armados que los propios soldados. Nos decían que cuando esos implementos se vencen, no se los puede reacondicionar porque se convierten en más peligrosos aún. Un proyectil no solo es imposible de ser detenido por la intrincada madeja de hilos de acero que conforman su estructura cuando estos se debilitan y pierden tensión, sino que para peor un proyectil incrustado en ese chaleco produce casi el efecto de una escopeta. Los alambres se convierten en pequeñas y mortales esquirlas que perforan el cuerpo del desafortunado que recibe la detonación.
 
Verbitzky le exigía a Garre que adquiriera chalecos anti balas del mejor proveedor de plaza, que es una empresa israelí especializado en esos trajes protectores.

Otro detalle de la interna gubernamental. Para mostrarle su inquina, la Presidente Cristina Fernández no incluía a Garré en la lista de invitados que confecciona Protocolo y Ceremonial de Presidencia cada vez que la Jefa de Estado se presenta en actos o en la cadena nacional.
 
Garré llegaba a la cita y era rechazada porqué su nombre estaba excluido de la nómina de invitados.  Una forma despreciativa que nunca se volvió en renuncia de la damnificada ("cuando entrás en política le tirás la honra a los perros", era la frase del fallecido ministro de Menem Julio Mera Figueroa).
 
Ahora se dice en Presidencia –como tantas otras veces, pero con más fuerza-, que los días de Nilda en el gobierno están contados.

Sergio Berni –como en aquel tango de Discepolín-, se prueba la pilcha que Garré va a dejar.

Demasiado Cambalache cuando lo que se pone en juego es la credibilidad de un gobierno, el bolsillo de trabajadores del Estado (militares esta vez) y la tranquilidad de la opinión pública.