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Diez millones de pobres

Estadísticas del sector privado señalan con claridad que, pese al crecimiento económico, se mantienen niveles intolerables de desigualdad y pobreza en la República Argentina.

Recientes datos confirman que, pese al crecimiento económico de los últimos años, se han acentuado las desigualdades, no sólo entre los diferentes sectores sociales sino también entre las distintas regiones del país, las que resultan inquietantes sobre la marcha de los asuntos públicos.

Los datos que se tienen en cuenta corresponden, por lo general, al Gran Buenos Aires, ese enorme conurbano que rodea a la Capital Federal y el de mayor concentración demográfica del país, pero, en cambio, se conocen menos las cifras del interior, en especial las del norte.

Esta suerte de desconocimiento de una parte muy importante de la realidad nacional es fuente de graves distorsiones, ya que las políticas de ayuda y promoción social están dirigidas en sus capítulos principales a los grandes conglomerados urbanos, con descuido de las zonas más distantes y de la población que tiene menos poder de presión sobre el Estado y también menos capacidad de negociación con las empresas. Esta injusta situación constituye una seria amenaza.

Según un informe elaborado por el Banco Ciudad de Buenos Aires, basado en estimaciones del costo de la canasta básica hechas por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (Fiel), la pobreza en los centros urbanos del país es del 23,3 por ciento, casi el doble de lo informado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). De acuerdo con la investigación, habría entonces unos 10 millones de pobres en el país, de los cuales la mitad estaría en el conurbano bonaerense y en el resto de la región pampeana. Pero los porcentajes más altos de pobreza se concentran en el nordeste, con el 40 por ciento, y en el noroeste, con el 34 por ciento.

Dice también el informe que en esas regiones la pobreza y la indigencia están relacionadas con altos niveles de desempleo y una igualmente alta informalidad laboral, además de la baja calidad de la educación y una elevada tasa de deserción escolar.

Ni los subsidios ni los planes sociales, como la asignación universal por hijo, alcanzaron para corregir esa enorme desigualdad, ya que, en lugar de reducirse, la brecha aumentó. La informalidad laboral tiene un peso decisivo, debido a que los trabajadores "en negro" forman parte de ese colectivo de pobres, además, por cierto, de los que no tienen trabajo e ingreso alguno.

La realidad social es grave. Casi 10 millones de pobres –un cuarto de la población total– es una cifra altamente preocupante y quizá explosiva en sus necesidades. Lo primero es admitir esa realidad. Sería el punto de partida para que todos (los distintos gobiernos, la oposición, los partidos políticos, los legisladores, los empresarios y los grandes sindicatos) piensen en políticas de consenso para corregir los reclamos de la Argentina emergente que asomó su rostro en los sucesos de Villa Soldati, en diciembre último.