Des-Unidos por el Cambio

Carlos Caramello

Analista político.

La Alianza Cambiemos tiene menos vida que algunos de los miembros de esa gerontocracia que impulsó su creación. Mauricio Macri, (a) Il truffatore, ha mostrado y demostrado que no está para liderar la oposición. Es más, no puede conducir ni uno de esos monopatines solares posmodernos que han salido a competir con los velocípedos por las bicisendas porteñas. Y aunque su obsesión sea fidelizar al pequeño (pero no por ello menos violento) grupo de adoradores que solía acompañarlo durante la campaña, es evidente que ya no contiene ni los esfínteres. Prueba de esto es que ha elegido como operadoras a Lelita y Pato, algo así como que te vocee versión patética de “Tuco y Tico: Las Urracas Parlanchinas”. La Verborrágica, porque tiene un candombe parasimpático en su cabecita loca y la futura presidenta del PRO (¡pordió!) porque las aventuras bolsonaristas no han dado resultado ni en Brasil.

 Otra que tiene el boleto picado es Vidal, la carmelita con botitas de lluvia (¿qué habrá sido de aquel calzado militante de otrora?). María Eugenia está más cascoteada que si le hubiesen tirado las 14 toneladas de piedras de Patricia Bullrich. No da pie con bola en sus declaraciones y el beboteo le sale un tanto sobreactuado. Encima, su equipo de marketineros (acaso tratando de darle un enjuague con ayudín), trabajan en posicionar su romance con Enrique “Quique” Sacco, un tipo que se cae de la cara de bueno y que, además, es el viudo de Débora Pérez Volpin… Diga: ¿hay algo más “humano” que devolverle el amor a alguien que tiene el corazón destrozado? Sin embargo, parece que ni así. Su foto del brindis de Navidad, con la familia reunida en torno a una mesa austera, fue él hazmerreír de las redes.

 Pichetto, por su parte, parece seguir el destino que Charly García augurara para los dinosaurios. Peña, mas que despeñarse ha desbarrancado y eligió ir a estudiar Políticas Públicas al exterior (¿Recién ahora, Marcos? ¿No deberías haberlo hecho antes?).Y los ex-socios radicales no quieren mostrarse ni cerca de las cabezas del armado político vencido: tanto por la derrota como porque empieza a echar olor a podrido.

Convengamos que los tres o cuatro gobernadores no peronistas tienen suficientes problemas como para andar sumando conflictos de una ajenidad que los excede. Tienen que vivir, convivir y sobrevivir los próximos cuatro años con LES Fernández y esa sencilla realidad hace que se escuche un ruido a internas hacia adentro de la Alianza que reíte de las rotas cadenas del Himno Nacional.

 Las Dos Esperanzas Blancas

Los dueños de Cambiemos han comprendido que hicieron una pésima inversión. Puede que alguno de ellos haya enhebrado pingües negocios pero, la mayoría, quedó afuera de un reparto que, fundamentalmente, alcanzó a los parientes de Macri y a amigos muy directos, además de a bancos, energéticas y cerealeras. Incluso algunos de los financistas e impulsores de Cambiemos tuvieron que pasar por Comodoro Py y hubo quien durmió un par de noches en una de las celdas infectas y olorosas de esa alta casa de escarnios. Para zafar, cantaron más que Los Chalchaleros… pero juraron no olvidar.

 Por lo pronto, han apuntado dos candidatos como para ocupar el liderazgo opositor: Horacio Rodríguez Larreta, ganador indiscutido en las elecciones de CABA, último PRO puro, quien además tiene la política y la prosapia necesarias para enfrentar al peronismo. Claro, goza de menos encanto que una musaraña enardecida y adolece de una falta absoluta de carisma. Dicen que soy aburrido…

 En el otro rincón Martín “Dónde me Pongo” Lousteau, un joven economista que promete batir el record de transfugueadas que hasta ahora detenta Graciela Ocaña. Conducido por Enrique “El Coti” Nosiglia –el Amilcar Brusa de los fighters políticos- y con algunos problemitas con la financiación de su campaña de 2015, cuando se denunció que los recursos provenían de una "trama de corrupción con fondos de la UBA” y de sobreprecios en los medicamentos del Hospital de Clínicas, el pibe trata de colar.

 Rodríguez Larreta representa la política de la antipolítica (alguna vez declaró que había que dejar de “hacer política en el Estado”). Pero Lousteau es peor aún, porque toda su construcción parece signada por la no-política. Su discurso, en la noche del debate de la Ley de Solidaridad y Reactivación Productiva es, diría Néstor Kirchner, el de “un paracaidista húngaro” que acaba de aterrizar en nuestra Patria.

Así las cosas en uno de los lados de la grieta: con un Macri que no ayuda al decir, en su mensaje de Navidad que, “en estos 4 años crecimos mucho”, cantinela que repiten como un mantra desde el los principales dirigentes hasta el último de los legisladores. Claro, no todos se lo creen y por eso, los bloques del Congreso tienen más grietas internas que la sociedad en su conjunto.